Botafogo y Atlético Mineiro disputarán este sábado la primera final entre dos Sociedades Anónimas Deportivas (SADs) en la historia de la Copa Libertadores. Si bien ambos clubes brasileños se aprovecharon de la ley 14.193/2021 que habilita el ingreso de capitales privados en el fútbol de ese país, encarnan modelos diferentes. El partido será un enfrentamiento entre el consorcio que administra al Galo de Belo Horizonte contra la gestión personalista de John Textor, el magnate estadounidense de los efectos especiales que incluso creó un emporio de clubes bajo el paraguas de su empresa, Eagle Football Holdings. También tiene Olympique Lyon (Francia), Molenbeek (Bélgica) y una parte de Crystal Palace (Inglaterra). Tanto mineiros como cariocas tienen un porcentaje de su “Sociedad Anónima Futbolística” (SAF, como las llaman en Brasil) en manos de los socios: un 25% en Atlético y un 10% en el Fogao.
El encuentro en el Monumental de este sábado, desde las 17, paralizará Brasil y determinará al próximo monarca continental. Pero puede considerarse como el último mojón que comenzó en 2021 con la adopción del “modelo SAF” en ese país. Por aquel entonces, tanto Atlético Mineiro como Botafogo estaban en el mismo lugar: inundados por las deudas y con ingresos anuales que no les dejaban resquicio para armar equipos competitivos. El primero tenía un rojo de casi 200 millones de dólares; el segundo, de más de 300. La “ley SAF”, sancionada por el Congreso, promovió un salvataje para clubes al borde de la quiebra. Pero los caminos de ambos clubes se bifurcaron: mientras Botafogo se encomendó a un hombre de negocios -y su empresa-, Atlético Mineiro se inclinó por varios ejecutivos de Belo Horizonte que ya le habían prestado dinero al club y eran acreedores del Galo. El primer paso de ambos nuevos dueños fue idéntico: invertir millones para garantizar la viabilidad de ambos clubes.
Textor, el estadounidense, puso 400 millones de reales (US$ 81 millones, de acuerdo con la cotización del momento) en marzo de 2022. Cuatro empresarios fanáticos de Atlético que actuaban como “mecenas” (aportaban dinero de su bolsillo para colaborar con los gastos corrientes del fútbol del club) se transformaron en dueños de Galo Holding, la empresa que adquirió el 75% de la SAD de Mineiro. Son “las cuatro R”, porque sus nombres de pila comienzan con esa letra: Rubens Menin, Rafael Menin, Ricardo Guimaraes y Renato Salvador. Pagaron 913 millones de reales (US$ 193 millones según el valor del billete estadounidense) y asumieron el 100% de la deuda del club, cercana a los ¡1800 millones de reales! (US$ 380 millones).
“Atlético es el ejemplo perfecto de lo que importa”, escribe el periodista Rodrigo Capelo en O Globo. Y agrega: “Lo que cambió al máximo al equipo en los últimos años no fue la constitución de la SAF, sino las inversiones que los Menin y algunos hinchas hicieron en el club. El dinero llegó a través de la figura del mecenazgo. La SAF sólo es el medio para formalizar que ya les pertenecían, informalmente”. El hecho de que el Galo finalista de la Libertadores sea ahora una sociedad anónima no implica, necesariamente, que sea un éxito del modelo. El cambio radical se produjo mucho antes de que su fútbol estuviera privatizado.
“En el caso de Botafogo, en cambio, se puede decir que la SAD le posibilitó al club llegar a un lugar en el fútbol que no podría alcanzar si todavía fuera asociación civil. Si no tuviera forma de empresa, no hubiera podido vender el 90% a Textor, por lo que en consecuencia no habría aporte de dinero de su parte. Y, más tarde, tampoco habría refuerzos pagados con sus inversiones”, alega Capelo. Entre ellos se destacan el brasileño Luiz Henrique y el argentino Thiago Almada, llegados en el último mercado de pases. El brasileño aterrizó primero, y su pase se transformó en el más caro de la historia del Brasileirao: 16 millones de euros. Como si fuera una prueba atlética en los Juegos Olímpicos, Textor & Botafogo superaron aquella cifra con los 21 millones de euros pagados a Atlanta United por el campeón del mundo en Qatar 2022.
“Nuestra planificación es siempre ser competitivos con sostenibilidad financiera”, aseguró Thairo Arruda, CEO de la SAF de Botafogo, en una entrevista con Flashscore. Y agregó: “Desde el éxito en 2023 -Botafogo peleó el torneo con Palmeiras y se clasificó a la Copa Libertadores de este año- se ha vuelto más fácil ser competitivo de manera sostenible. Vamos a volver a conseguir ingresos récord (el club estima una facturación superior a los US$ 106 millones si gana la copa más importante del continente), con pasivos reducidos, por lo que será más fácil centrarse en el fútbol”. El ejecutivo de fútbol añadió: “Al principio no teníamos la infraestructura adecuada para entrenar, hoy contamos con equipos de alto rendimiento, invertimos mucho, para darle al jugador las condiciones para prepararse y recuperarse físicamente después del partido. Eso cuenta. Cada porcentaje extra en la parte física puede marcar la diferencia. Vemos que estamos en plena evolución. No me sorprende que hayamos vuelto a alcanzar las primeras posiciones, sabemos lo que estamos construyendo, con una planificación seria y de largo plazo. Considero que este cambio, esta revolución, es la mayor del mundo. Aún no hemos ganado ningún título, pero hay que celebrar todo lo que se ha hecho en el club desde el principio”. Arruda emplea un concepto muy popular en el mundo del fútbol: “turnaround”. En inglés, significa “dar vuelta”. Es lo que ocurrió con Botafogo: los millones de Textor cambiaron su historia. La incógnita es la de siempre: cómo hará el Fogao para sobrevivir si los millones de su dueño estadounidense se acaban.
Los millones de Atlético Mineiro, en cambio, no son extranjeros. Llegan de manos (o de los bolsillos) de hombres de negocios brasileños. En particular, de Belo Horizonte, la ciudad donde el Galo pelea por la pasión de los hinchas con Cruzeiro, el otro grande del lugar. “Es importante tener dueños sólidos. Y si hay uno con propietarios sólidos en Brasil, ese es Atlético”, dice el abogado Eduardo Carlezzo, especialista en derecho deportivo, en una entrevista con el portal UOL. Y añadió: “Tienen patrimonio y trayectoria en el mundo empresarial. Eso da tranquilidad”. El mismo portal revela datos financieros del primer año de la SAF del Mineiro, que es casi dos años más joven que la de Botafogo: “La SAF redujo la deuda a través de la venta de un shopping y de la conversión de préstamos en participación accionaria. El pasivo, entonces, cayó de 1500 a 1200 millones de reales (unos 206 millones de dólares a la cotización actual). A lo largo de 2024, la sociedad invirtió casi 100 millones de reales (unos US$ 17 millones) en contrataciones y fue el noveno club en el ránking de contrataciones del fútbol brasileño”. Se destaca entre ellos el argentino Fausto Vera, ex Argentinos Juniors, quien dejó Corinthians y se puso a las órdenes de Gabriel Milito a cambio de US$ 4,5 millones.
Más allá de que tanto Botafogo como Mineiro tengan su fútbol en manos privadas, algo hermana a ambos clubes: se ampararon en la ley vigente para atraer inversiones privadas por necesidad. Como asociaciones civiles estaban al borde del precipicio. “Cuando empezamos en la SAF, Botafogo tenía 1100 millones de reales en pasivos y 120 millones en ingresos. Era una proporción de 1 a 10. Cualquier empresa de cualquier sector con esos valores estaría en quiebra. Nuestro primer trabajo fue comprender las responsabilidades y las oportunidades que teníamos para generar ingresos”, recordó Arruda, el CEO de la SAF del Fogao. A casi tres años de la constitución de la empresa, el club carioca marcha primero en el Brasileirao -acaba de vencer a Palmeiras y sacarle tres puntos de ventaja con dos fechas por jugar- y está a noventa minutos de la gloria eterna. Para conseguirla deberá derrotar a otro club privatizado como el Mineiro. Los defensores de este modelo dirán que se trata de dos casos de éxito. Los cultores de las asociaciones civiles podrían sacar a relucir el caso Racing, flamante campeón de la Copa Sudamericana y gestionado por sus socios. Hay campeones (y clubes quebrados) para todos los gustos.