En una conferencia de prensa en Mar-a-Lago el lunes, Donald Trump describió las recientes visitas de Tim Cook, CEO de Apple, Sergey Brin, cofundador de Google, y otros barones de la tecnología.
“En el primer mandato, todos me combatían”, dijo.
“En este mandato, todos quieren ser mis amigos”.
Por una vez, no estaba exagerando.
Desde que Trump ganó la reelección (esta vez con el voto popular), muchas de las personas más influyentes de Estados Unidos parecen haber perdido la voluntad de enfrentarse a él mientras se dedica a transformar a Estados Unidos en el tipo de oligarquía autoritaria que admira.
Llamémoslo la Gran Capitulación.
Después del 6 de enero, Mark Zuckerberg, el cofundador de Facebook, suspendió la cuenta de Trump.
Pero el mes pasado en Mar-a-Lago, informó The Wall Street Journal, Zuckerberg se puso de pie, con la mano en el corazón, mientras “el club tocaba una versión del himno nacional cantado por los acusados del 6 de enero en prisión”.
(No está claro si Zuckerberg sabía lo que estaba escuchando).
Los asistentes visten atuendos temáticos de Trump antes de la fiesta del candidato presidencial republicano y ex presidente de EE.UU. Donald Trump en el Centro de Convenciones del Condado de Palm Beach, en West Palm Beach, Florida, EE.UU., 5 de noviembre de 2024. REUTERS/Callaghan O’Hare. Prometió una donación de un millón de dólares para la investidura de Trump, al igual que el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, y la empresa de Jeff Bezos, Amazon, que también transmitirá la investidura en su plataforma de video.
Después de que la revista Time declarara a Trump “Persona del año”, el propietario de la publicación, el director ejecutivo de Salesforce, Marc Benioff, escribió en la plataforma de redes sociales X:
“Esto marca un momento de gran promesa para nuestra nación”.
El propietario de Los Angeles Times, el multimillonario empresario farmacéutico y biomédico Patrick Soon-Shiong, eliminó un editorial que criticaba las elecciones de Trump para el gabinete e instaba al Senado a no permitir nombramientos en receso.
Lo más impactante de todo es que la semana pasada ABC News, propiedad de The Walt Disney Co., tomó la cobarde decisión de resolver un endeble caso de difamación presentado por Trump.
Como recordarán, el año pasado un jurado encontró a Trump civilmente responsable por abusar sexualmente de la escritora E. Jean Carroll.
En un memorando, el juez del caso explicó que, si bien un jurado no encontró que Trump hubiera violado a Carroll, actuó según la ley penal de Nueva York, que define la violación únicamente como “la penetración vaginal con un pene”.
Sí encontró que la había penetrado a la fuerza con sus dedos.
“El hallazgo de que la Sra. Carroll no pudo demostrar que fue ‘violada’ en el sentido de la Ley Penal de Nueva York no significa que no haya podido demostrar que el Sr. Trump la ‘violó’ en el sentido en que muchas personas entienden comúnmente la palabra ‘violación’”, escribió el juez.
“De hecho, como lo deja claro la evidencia del juicio que se relata a continuación, el jurado encontró que el Sr. Trump de hecho hizo exactamente eso”.
El presentador de ABC News, George Stephanopoulos, pareció usar esta definición más amplia cuando, en marzo, dijo en el aire que un jurado había encontrado a Trump “responsable de violación”.
Trump, que regularmente amenaza y, a veces, presenta casos de difamación contra sus supuestos enemigos en la prensa, presentó una demanda.
Y aunque su caso parecía absurdamente débil, ABC News decidió llegar a un acuerdo a cambio de una donación de 15 millones de dólares a la futura biblioteca o museo presidencial de Trump, un millón de dólares en honorarios legales y una declaración pública de arrepentimiento de Stephanopoulos y la cadena.
Las muestras de sumisión no se limitan a la tecnología y los medios de comunicación.
Christopher Wray, el director del FBI, aceptó hacerse a un lado antes del final de su mandato de 10 años en lugar de obligar a Trump a despedirlo.
Varios demócratas han señalado su voluntad de trabajar con Elon Musk y Vivek Ramaswamy, cuyo llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE, parece dispuesto a socavar nuestra ya de por sí raída red de seguridad.
En The New Yorker, Jonathan Blitzer escribió sobre la negativa de la actual administración, al menos hasta ahora, a renovar la libertad condicional humanitaria de los inmigrantes de países como Venezuela y Haití para posiblemente protegerlos de la deportación bajo el gobierno de Trump.
“Para un presidente que considera a Trump un fascista y ha advertido sobre los horrores de la deportación masiva, la atmósfera de la Casa Blanca de Biden ha parecido curiosamente tranquila a varias personas con las que hablé”, escribió Blitzer.
Diferentes personas tienen diferentes razones para alinearse.
Algunos pueden simplemente no tener estómago para pelear o sentir, no sin razón, que es inútil.
Nuestros señores supremos de la tecnología, por más liberales que hayan parecido alguna vez, parecen dar la bienvenida al nuevo orden.
Muchos odiaban la conciencia, se resintieron con las demandas de los nuevos empleados arrogantes y se irritaron con los intentos de la administración de Joe Biden de regular las criptomonedas y la inteligencia artificial, dos industrias con el potencial de causar un daño social profundo y duradero.
Hay directores ejecutivos que llegaron donde están gracias al espíritu de la época; pueden pasar fácilmente de recitar frases hechas sobre la equidad racial a ponerse una gorra roja de MAGA.
Algunos demócratas parecen pensar que podrían llevar a DOGE en una dirección productiva y que, de todos modos, se llevarán el crédito por el bipartidismo.
Después de todo, el electorado ha emitido su veredicto sobre la #Resistencia.
Según informó Politico, una de las encuestadoras de Kamala Harris advirtió recientemente a los líderes del Comité Nacional Demócrata que no se aferraran a las transgresiones de Trump, incluidos los personajes tremendamente inadecuados que ha anunciado para su administración.
A los votantes, dijo, “no les importa a quién está poniendo en los puestos del gabinete”.
En conjunto, todas estas decisiones de la élite de inclinarse ante Trump hacen que parezca que el viejo orden liberal se está desvaneciendo.
En su lugar habrá algo más despiadado y nietzscheano.
“El individuo tiene el derecho moral intrínseco de vivir su vida de una manera especial y satisfactoria sin subordinarse al colectivo universal”, escribió Marc Andreessen, el ingeniero de software y capitalista de riesgo a la vanguardia del giro hacia la derecha de Silicon Valley, en X la semana pasada.
“Los proveedores de culpa abstracta no deben robarles eso”.
Incluso las personas poderosas que no votaron a favor de este nuevo y duro mundo pueden encontrar su consuelo en él.
c.2024 The New York Times Company
