Hace frío en Zufriategui 2021. La lluvia cae con ganas sobre la Avenida General Paz y la puerta principal de acceso al Club Atlético Platense es un pasillo helado donde el viento juega a entrar y salir, con ráfagas que desafían al límite la salud del empleado de seguridad que controla quién ingresa y quién no a un club de barrio que tiene historia importante y aspiraciones de grande.
Este clima otoñal contrasta con el calor que se vivió aquí mismo el domingo por la noche, cuando el plantel profesional masculino fue recibido por una multitud, como si sus integrantes fueran héroes. Su mérito: avanzar a la final del Torneo Apertura, en la que el domingo, desde las 17 y en Santiago del Estero, procurará la gloria ante Huracán.
Pero más allá de lo que indica el pronóstico, que alteró el plan original (el trabajo sobre el campo de juego mutó en ejercicios bajo techo y actividad en el gimnasio), en Platense se respira calor humano. Calor de familia. Eso es el Calamar, que el último domingo cumplió 120 años y ahora quiere saldar una cuenta pendiente: dar su primera vuelta olímpica y lucir con orgullo su primera estrella sobre el pecho.
El equipo actual se erigió en un puerto para futbolistas que, por diversas vías, buscaron en Vicente López un nuevo impulso. En algunos casos, lejos de los focos más grandes del fútbol argentino, y en otros después de etapas de menor protagonismo y mucha lucha y mucho amor propio.
Es así como el modelo 2025 del Calamar se nutrió de jugadores que vieron en el club la chance de relanzar sus carreras y logró una mezcla muy interesante. La búsqueda de oportunidades se entrelaza con una base sólida cimentada en la experiencia del fútbol de ascenso. A unos y otros los une algo fundamental: el hambre de gloria.
Y entonces, en el arco, aparece Juan Pablo Cozzani, que llegó en préstamo desde Maipú, club de la Primera Nacional, y que hace poco más de una semana fue figura contra River en el Monumental, donde le detuvo a Sebastián Driussi un remate en la definición por penales. Hizo las divisiones inferiores en Lanús, pero no pudo debutar en la primera en el cuadro granate sino que lo hizo en San Martín, de San Juan. Luego tuvo una destacada tarea en el conjunto mendocino, gracias a la cual Platense lo incorporó en préstamo. Tan a gusto quedó el club que en octubre pasado tomó la opción de compra, adquirió 60% de la ficha y extendió su contrato hasta 2028.
La defensa titular exhibe una fuerte impronta del fútbol de ascenso. De los cuatro habituales, tres tienen esa raíz.
Ignacio Vázquez se inició en All Boys. “Uno nunca se olvida de los pasos lindos de la carrera, y en el Albo tuve el honor de debutar, que era el sueño mío y de toda mi familia. Lo hizo posible Pepe Romero, a quien siempre estaré agradecido. En estos momentos tan lindos todo eso vuelve a la cabeza”, dice el capitán a LA NACION.
Juan Ignacio Saborido salió de Villa San Carlos. Y el lateral izquierdo, Tomás Silva (se destacó marcando a Franco Mastantuono en el partido de cuartos de final) llegó al club de Saavedra después de un paso por Atlanta y pertenece a San Lorenzo, club en el que, en un contexto de crisis, no encontraba su lugar.
En esa zona del campo, Oscar Salomón encarna otro perfil de jugador que busca aire. Muy relegado en la lucha por ser algún día zaguero titular de Boca, encontró en Vicente López la posibilidad de cubrir el puesto que dejó un referente, Gastón Suso. Curioso es el caso de Gonzalo Goñi, que el año pasado protagonizó en su área, luciendo la camiseta de Barracas Central, una mano que el árbitro Sebastián Zunino evitó sancionar con penal para Platense. Antes, Goñi había jugado en Agropecuario.
Otros defensores del plantel que han pasado por categorías inferiores son Santiago Postel (San Miguel), Jonathan Bay (Ferro), Bautista Barros Schelotto (Fénix) y Raúl Lozano (pertenece a Quilmes).
Del medio hacia adelante, la mezcla de recorridos persiste. El nombre de Vicente Taborda resuena porque el atacante se formó en Boca, con cuyos colores, hace apenas un año y medio, protagonizó la final de la Copa Libertadores. “Me siento muy bien en Platense”, comenta el número 10 a LA NACION. Y amplía: “Siempre se lo hago saber a la gente que me dejó otra vez volver, que me abrió las puertas. Siento que es un club que me quiere, y también siento mucho cariño por él, por los hinchas, por todos. Creo que donde uno se siente bien es donde puede rendir mejor, y no hay muchas más palabras para eso”.
Vicente tuvo una charla muy positiva con la dupla técnica, que destacó el propio DT Favio Orsi en una entrevista con ESPN: “Cuando llegó Taborda, había jugado la final de la Libertadores en Boca, y generó lo que nosotros pensamos podía generar. Después su rendimiento bajó. Entonces le dije: “Vicente, con nosotros, así no vas a jugar. Tenés que perfilarte para adelante, tenés que controlar orientadamente, tenés que hacer pases-gol, tenés que llegar al área, tenés que hacer goles… Si no, con nosotros no vas a jugar. No vas a jugar; tenés que gravitar. Eso depende de lo que vos quieras. Hoy no estás en Boca; hoy estás en Platense, y siempre hay algo mejor, pero siempre hay algo peor también. Depende de lo que vos quieras para tu carrera”. El entrerriano lo entendió y hoy es una pieza fundamental en el conjunto, al punto de que marcó un golazo para abrir el marcador frente a River en el Monumental.
Taborda no tiene reparos en elogiar a Huracán, el adversario del domingo. “Para estar en la final hay que hacer méritos, y muchos. Hay que dejar a equipos grandes en el camino, como también ellos lo hicieron. Son un gran equipo y por algo también se clasificaron por la Copa Sudamericana dos fechas antes. Creo que el equipo sabe adaptarse a las situaciones de los partidos. Si tiene que jugar largo, lo hace. Si tiene que juntar pases, lo hace. Y le salen bien las dos cosas. Tiene un entrenador al que se le fueron jugadores en el medio campo y [Frank Kudelka] lo resolvió con otros nombres y jugando de la misma manera. Son muchas las virtudes como para reconocerle al rival”, analiza.
Y siguen las historias de hoy calamares que representaron a otros clubes. Rodrigo Herrera, volante de contención y una fija para la dupla técnica Orsi-Sergio Gómez, vistió la camiseta de San Martín, de Tucumán. Y Guido Mainero, volante o extremo por la derecha, llegó desde Instituto, de Córdoba. Su salida se dio cuando él se quedó sin lugar en la Gloria a principios del año pasado, pero tiene pasado de ascenso: debutó profesionalmente en 2014 cuando Instituto militaba en la B Nacional. De Mainero resalta no solo su calidad futbolística, sino también su aporte humano al grupo. A la hora de descomprimir y aportar humor, él es el primero.
Hay, también, casos autóctonos de futbolistas del ascenso: Ignacio Schor y Franco Baldasarra son los que persiguieron desde abajo la primera A con la camiseta de Platense.
Schor resume ante LA NACION el amor que siente por la institución: “Platense es todo para mí. Estoy acá desde los 13 años. Me formó en lo futbolístico, pero también me educó como persona. Venía todos los días, me cruzaba con las mismas personas… Cuando estaba en las inferiores estábamos en la B Metro, debuté en la B Nacional y ahora estamos en la máxima categoría. Pasó mucha gente acá, conocí un montón de compañeros que no han llegado. Estoy muy agradecido a Platense, y más que nada por eso quiero que se dé“, alude a la posible coronación en el Apertura. Y profundiza: ”Siempre me trataron de una manera muy buena. Yo soy de acá, del barrio; vivo en Saavedra desde hace un montón, me conocen, me cruzan por la calle. Siento ese cariño y estoy muy agradecido a ellos también”.
Schor anotó el penal decisivo contra River en el Monumental. Así lo recuerda: “En los últimos 20 minutos fue todo muy tensionado por el tema del árbitro y las decisiones que había tomado. Esa tensión hizo que quedara todo más épico, ¿no? La verdad es que estaba nervioso, pero cuando erraron [Kevin] Castaño y Driussi y me tocaba patear el quinto, sentí que nada era casualidad, que yo estaba parado ahí por algo y que la pelota iba a entrar. Fui con mucha fe a patear y me puso muy contento que la pelota entrara”.
Leonel Picco es uno de los baluartes del plantel y una de las figuras del torneo. Es otro caso: se inició en Arsenal y jugó también en Colón. Por su parte, Fernando Juárez, volante habitualmente utilizado como alternativa, actuó también en el ascenso, por ejemplo, en Agropecuario.
La nómina de refuerzos incluye piezas que tienen pasado reciente en clubes importantes y procuran en Platense continuidad o conseguir el hasta ahora esquivo protagonismo. Franco Zapiola llegó desde Estudiantes de La Plata, que le vendió 50% del pase. En el Pincha, bajo la conducción de Eduardo Domínguez, fue utilizado por las bandas, donde no terminó de lucirse, ya que su posición natural es la de enganche.
“Creo que irme de Estudiantes era lo que necesitaba”, evalúa Zapiola frente a LA NACION. Y dice más: “Estoy muy contento por esa decisión, porque en Platense me recibieron de la mejor manera y el club me brindó todo. Así que muy feliz y disfrutando esto, porque pocas veces se da esto de jugar una final”. Gracias a su gol a San Lorenzo dos minutos después de ingresar al partido, Platense es finalista. “Fue un momento recontralindo. El equipo lo merece por estar haciendo un esfuerzo enorme, no solo en los playoffs, sino también a lo largo del torneo”, considera.
El otro que llegó desde un equipo trascendente es Nicolás Orsini, que no fue tenido en cuenta en Boca y tuvo un paso intrascendente por Unión, de Santa Fe. Su recorrido incluye una experiencia en el ascenso: en sus inicios defendió la camiseta de Tiro Federal, de Morteros, en el Argentino B. El delantero no es titular pero ingresa con frecuencia, y fue el autor del tanto del 1 a 0 a Racing en Avellaneda, en la etapa de octavos de final.
Y además está el hombre de las piruetas y los goles: Ronaldo Martínez. El paraguayo, de 29 años, tiene una historia de vida sacrificada, se incorporó al Calamar a comienzos de 2023 y ya llegó a dos definiciones de campeonato. Su deseo de coronarse por primera vez en la historia es inmenso. Como el de todo Platense.