MIAMI.- (Enviado especial). La calma que Boca había logrado construir en su búnker de Fort Lauderdale se rompió de forma abrupta este martes al mediodía, cuando una noticia inesperada sacudió los cimientos del plantel. Todo transcurría con normalidad en el Hotel Hyatt Las Olas: los jugadores bajaban a almorzar, como cada jornada previa a un nuevo entrenamiento en la Universidad de Barry. Pero en medio de ese clima distendido, llegó un comunicado que alteró por completo el ánimo del grupo. Nicolás Figal y Ander Herrera fueron sancionados con cuatro fechas de suspensión y, salvo que Boca alcance las semifinales, quedarán al margen del Mundial de Clubes.
La reacción fue inmediata: sorpresa, enojo, malestar. “Una locura”, deslizaron desde el entorno del equipo, donde reina la sensación de que no se midió con la misma vara. La bronca se potenció al conocerse la pena menor para Andrea Belotti, el delantero de Benfica que recibió apenas dos fechas tras su planchazo brutal a la cabeza de Ayrton Costa. Boca pegó el grito en el cielo y, aunque el club buscará apelar, no le quedará otra que acatar. El reglamento, en ese sentido, no habilita prácticamente ninguna instancia de revisión: “No se podrán presentar protestas contra las decisiones del árbitro sobre hechos sucedidos en el partido. Dichas decisiones serán firmes e inapelables, salvo en los casos en que el Código Disciplinario de la FIFA estipule lo contrario”.
Aunque Ander Herrera prácticamente estaba fuera del Mundial debido a una lesión muscular que lo obligó a abandonar el campo a los 19 minutos del primer tiempo -sin un parte médico oficial, pero con sospecha de desgarro-, Miguel Russo seguía aferrado a la esperanza de contar con Nicolás Figal para el partido del martes contra Auckland City, un duelo en el que Boca podría necesitar una goleada para asegurarse el pase a los octavos de final. De hecho, el técnico se retiró del Hard Rock Stadium tan apenado por el agónico empate de Benfica como por la baja confirmada del zaguero, que volvía a jugar tras seis meses de inactividad por una intervención en el tobillo izquierdo.
Russo había decidido confiar en él para que fuera titular. Pero Figal perdió los estribos, cometió una falta infantil y vio la roja sobre el cierre del partido, poco después del empate de Benfica. Tras un forcejeo entre Luis Advíncula y el portugués Florentino, fue lanzado al cruce y raspó con los tapones en la canilla derecha del volante. El árbitro mexicano César Ramos no dudó: le mostró la tarjeta roja y lo mandó derecho a las duchas.
Figal ni siquiera protestó. Miró al cielo, respiró profundo, bajó la cabeza y se fue caminando, con gesto de arrepentimiento. En las charlas previas al torneo, la FIFA había advertido que las sanciones serían ejemplares. En Boca, sin embargo, no imaginaron que el castigo alcanzaría semejante severidad. Herrera, en cambio, había sido expulsado estando en el banco de suplentes, mientras el VAR revisaba la infracción de Carlos Palacios sobre Nicolás Otamendi, que derivó en el penal convertido por Ángel Di María. El español se excedió en sus reclamos, protagonizó un cruce con un agente de seguridad y también terminó sancionado. Recibió el mismo que Figal, pese a que, por sus antecedentes físicos, posiblemente no volviera a jugar en el torneo.
El problema para Russo es que la baja de Figal no solo afecta el partido contra Bayern, sino que también lo deja prácticamente sin una alternativa confiable para lo que resta del Mundial. Y en su puesto, además, el técnico no tiene demasiadas variantes. Rodrigo Battaglia, que había sido utilizado como central durante los ciclos de Fernando Gago y Mariano Herrón, rindió bien como volante, y Russo planeaba seguir contando con él en esa posición.
El único zaguero diestro natural que queda es Lautaro Di Lollo, quien recién este martes se reincorporó a los entrenamientos con el grupo tras superar una molestia, y podría ser titular ante los alemanes. Otra posibilidad es formar la zaga con Marcos Rojo y Ayrton Costa, dos zurdos, aunque no sería lo ideal: Rojo parte relegado en la consideración, tanto del cuerpo técnico como de la dirigencia. Tan limitado está Boca de defensores centrales que, en los últimos ensayos, Russo probó en esa posición a Ignacio Miramón y al juvenil Camilo Rey Domenech, dos volantes centrales reconvertidos para tapar urgencias.
Este miércoles, las caras en la Universidad de Barry lo decían todo. Boca viene recibiendo un golpe tras otro desde que comenzó el Mundial de Clubes. Primero fue la lesión de Herrera, una pieza clave en el esquema de Russo, que había hecho toda la preparación como titular y no pudo completar ni un tiempo en el debut ante las Águilas. Más aún: desde que llegó al club, el español jamás jugó los 90 minutos de un partido. Luego vino su expulsión. Más tarde, los dos goles de Benfica -uno sobre la hora- dejaron al equipo en una posición incómoda en el grupo. Y, por último, la roja a Figal: la más sensible de todas, la que más cuesta digerir. Mientras Boca avanzaba en las negociaciones por Leandro Paredes, en la práctica se percibía un clima aplacado, lejos de cualquier celebración.
Por ahora, nadie de Boca habló en público. Las quejas se filtraron por lo bajo, en charlas de pasillo, en mensajes de WhatsApp. Este jueves será Miguel Russo quien tome la palabra. El técnico ya dejó entrever su molestia después del partido cuando discutió el penal de Carlos Palacios sobre Nicolás Otamendi, que cambió el curso del debut. Y ahora, con la sanción a Figal todavía fresca, se espera que deje -al menos- algún mensaje entre líneas.
El árbitro designado para el cruce ante Bayern Múnich será Alireza Faghani, iraní nacionalizado australiano, un juez con experiencia en grandes escenarios: fue quien dirigió el partido inaugural del torneo entre Inter Miami y Al Ahly, y también el recordado duelo entre Argentina y Francia en los octavos de final del Mundial 2018. En ese contexto, Boca deberá afrontar una verdadera final sin Nicolás Figal ni Ander Herrera, quienes ya están descartados para ese encuentro y, salvo un giro inesperado, tampoco podrán estar en lo que resta del certamen. Aunque el club intentará revertir las sanciones, todo indica que no habrá marcha atrás y que Russo tendrá que arreglarse con lo que tiene. Justo en el partido que puede definir casi todo