Una de las discusiones que más polémica generó el recorrido del Mundial de Clubes es sobre el poderío de los equipos europeos, si los sudamericanos podrían darle batalla en las instancias finales. El “disparador” se dio con las eliminaciones de Boca y River en la etapa de grupos, y sobre todo poniendo el foco en los duelos desparejos ante Bayern Munich e Inter, respectivamente. Fluminense pidió la palabra este lunes. Dio el gran batacazo del certamen al vencer a Inter, el subcampeón de la Champions, por 2-0 y clasificarse a los cuartos de final, en donde se medirá con el ganador de Manchester City ante Al Hilal de Arabia Saudita, que jugarán esta noche.
Una de las cuestiones en donde quedó evidenciado el “choque de culturas futbolísticas” fue sobre el final del primer tiempo, cuando Renato Portaluppi, DT del conjunto brasileño, fue amonestado y su acción además generó un tumulto entre los jugadores. ¿Qué hizo? Portaluppi intentó esconder una pelota mientras el armenio Henrik Mkhitaryan pretendía reanudar rápido un lateral. Esas actitudes sudamericanas muchas veces son las que no son bien vistas en la elite del fútbol… La FIFA incluso hizo modificaciones recientes para que nadie saque ventaja (ni perjudique) desde un lateral. Así como hubo jugadas en el fútbol argentino en donde (por citar apenas un par de ejemplos) River y Racing hicieron goles porque los alcanzapelotas les pasaron rápido -y bien- el balón a sus jugadores, ahora todo debe marcarse en bases reglamentadas por la entidad madre del fútbol distanciadas simétricamente en el campo de juego. Y no les pueden alcanzar la pelota a los futbolistas, sino que cada uno debe tomarlo de esas bases.
Pero el fútbol sudamericano también es la rebeldía de Jhon Arias, el desparpajo para acelerar, gambetear y no parar de atacar, y también el oficio para defender la pelota contra el córner sin que se la puedan sacar, ganándole una infracción cometida por un ofuscado Nicoló Barella. La técnica individual también al servicio de los objetivos colectivos, las muy buenas definiciones y la búsquedas de pases al pie y al espacio.
Fluminense salió decidido a demostrarle a Inter que los conjuntos sudamericanos no sólo pueden marcar con el cuchillo entre los dientes sino que además puede mostrarse superiores en determinados pasajes. Y si bien el esquema de Renato Portaluppi fue un 5-2-3, sorprendió de arranque presionando bien arriba las salidas desde el fondo de Inter. Todo un reto para las edades altas de Thiago Silva (40 años), Samuel Xavier (35), Germán Cano (37) y René (32). El arquero Fabio (44) salió al campo con la misma edad que Chivu, DT de Inter. Y en los diez minutos finales ingresó Thiago Santos (35), que tampoco paró de correr y hasta lo amonestaron por un faul en ataque en el área rival. Cano se mantiene vigente, Thiago Silva parece no envejecer y Samuel Xavier no paró de correr en el carril derecho.
Así fue el primer susto que tuvo el arquero Yann Sommer cuando iban segundos del partido, y casi logra robarle el balón Cano. Se sabe que el guardameta de Inter juega mucho y bien con los pies, pero fue un intento de muestra de autoridad de Fluminense, algo parecido a lo que había intentado el River de Marcelo Gallardo en un primer tiempo en donde el conjunto argentino intentó equiparar las fortalezas con pierna fuerte y presión.
Lo mejor del partido
Por eso no fue casualidad que el 1-0 de Fluminense haya nacido con una presión alta de Martinelli sobre De Vrij y de ahí el avance que finalizó con el centro de Samuel Xavier y el cabezazo de Cano entre las piernas de Sommer. Se trató de un ataque de Fluminense veloz pero la clave estuvo en la presión inmediata ante la pérdida. Iban cuatro minutos y el desafío del Flu era sostener no sólo el resultado, sino también el rendimiento. A la voluntad le siguió la acción, por eso tuvieron el segundo tanto con una combinación entre Jhon Arias y Cano y un remate del colombiano que desvió Sommer; y no creyó Samuel Xavier que no pudo convertir en el rebote con un derechazo apenas desviado. Ni que hablar con el gol (bien anulado) por offside de Ignacio, después de tres cabezazos en el área del conjunto italiano. Pero Fluminense mostraba argumentos futbolísticos para soñar con el golpe.
En la “batalla de las edades”, Chivu, DT de Inter, metió tres cambios juntos: el argentino Valentín Carboni (20), Petar Sucic (21) y Luis Henrique (23) por Dumfries (29), Asllani (23) – estaba amonestado- y Mkhitaryan (36). Pero seguía jugando mejor Fluminense, a tal punto que si no hubiera sido por Sommer hubiera merecido meter antes el segundo gol.
Los últimos 20 minutos sí Fluminense se sintió obligado a defenderse cerca de Fabio y tuvo algo de suerte, claro (siempre es necesaria), pero así y todo también se dejó espacio para intentar algún contraataque. Ganó metros con un lateral y… esta vez lo jugó a atacar, de derecha a izquierda y resuelto de manera magistral por Hércules, que había entrado para defender y terminó definiendo el partido con un zurdazo cruzado. Paradojas del destino, todo nació desde casi la misma altura de aquel lateral “demorado” por Renato Portaluppi en el primer tiempo.
Lautaro Martínez casi no participó del juego en la primera etapa, se peleó como capitán con Portaluppi en la jugada del lateral y estuvo mucho más activo en la segunda etapa. Ahí creció: al exRacing le cometieron un par de infracciones que Inter transformó en tiros libres peligrosos, luego le bajó la pelota a De Vrij en la acción que el central se perdió el empate abajo del arco y tuvo tres chances muy claras: dos remates que evitó Fabio, más otro disparo en el palo.
Fluminense fue mucho más que un lateral donde su DT punteó una pelota para demorar la reanudación rival. Esa actitud es lo peor que un sudamericano puede demostrar ante un europeo. Lo demás, el fútbol táctico, el esfuerzo y el oficio, las gambetas y los golazos, también vale enmarcarlo en la clasificación. Los equipos sudamericanos tienen un poco de todo y algo más, ese no se qué… que ayuda a alimentar el debate mundial.