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Empezó a viajar con 500 dólares, se hizo famoso con Federer y se volcó a las finanzas y la política

Última actualización: agosto 15, 2025 47 Lectura mínima
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Será porque desde adolescente los números estuvieron muy presentes en su vida que ya más de grande, cuando el tenis profesional era un lindo recuerdo, el mundo de las finanzas lo atrapó hasta convertirse en su modo de vida. Y esa arista con la que ni soñaba de chico, en el Oberá Tenis Club, en Misiones, lo llevó a las aguas políticas hasta convertirse en diputado provincial.

Diego Hartfield hoy tiene 44 años, dos soles que lo iluminan (Mía, de 8 años, y Emma, de 6), más de 200 clientes que confían en su asesoría para las inversiones y hasta un ministro de Economía que lo invita a su casa para hablar de temas que lo apasionan. Sin pudores para reconocer que hasta los 35 años no sabía lo que era un Excel y cómo funcionaba.

El segundo hijo de cuatro de Ernesto (odontólogo) y de Susana (docente), ambos jubilados, era un chico como tantos, incluidos sus hermanos (Guillermo, Tanya y Cybel), en una ciudad norteña, famosa por sus competencias de TC y TC2000, y con 80.000 habitantes, y ni siquiera imaginaba que un día se iba a hacer famoso por jugar contra Roger Federer en la cancha central de Roland Garros.

Diego Hartfield ya como ex tenista, volcado a las finanzas y la política, en Oberá

“Íbamos a la escuela y a la tarde hacíamos deportes: tenis, básquetbol, natación. El club hoy tiene un equipo en la Liga Nacional de básquet. Era el punto de encuentro con todos mis amiguitos. En otro contexto de país, donde caminábamos mucho por la calle. Por alguna razón mis padres jugaban mucho al tenis y los acompañábamos a los torneos provinciales. Y había, de mi parte, una intención de ser tenista de chico”, cuenta Diego. Conocido en el circuito y entre sus colegas como “El Gato”, asociación hecha por Garfield. “Acá en Oberá no me llaman tanto así, fue más del tenis”, aclara.

Hartfield recuerda sus tiempos de infantiles, cuando tenía 10. “Se jugaba tipo Copa Davis, dos singles y un dobles, por zonas. El país estaba dividido en 13 o 14 zonas. Y nuestra zona, Misiones Corrientes, Chaco y Formosa, tenía a Edgardo Yayo Massa, que era muy bueno y estaba mano a mano con Guillermo Coria, que tenía un año menos. Eran los dos mejores del país. Yayo ganaba su singles, yo jugaba el dobles con él y entonces llegábamos hasta la final. Que siempre eran contra Coria. Terminábamos teniendo unas disputas tremendas. Salimos campeones en 1991. Y a partir de ahí fue como que adquirí la competitividad en el tenis, pero nunca fui un superdotado. Recién en Cadetes, a los 16 años, pude estar entre los 8 primeros. Nunca intenté jugar en juniors”, rememora.

Diego disfrutando con sus hijas, Emma y Mía@diego_hartfield

Oberá estaba a unos 100 kilómetros de Posadas. “Cuando estaba en tercer año del colegio, viajaba todos los días a Posadas para entrenar ahí. Volvía de clases, a las 12.30, tomaba un colectivo, a las 3 me entrenaba, y a las 5.30 me tomaba otro colectivo de regreso. Llegaba 7.30, 8 de la noche a casa. Había un lindo grupito en el club Itapúa de Posadas. Ya estaba Chucho Acasuso. Lo usé como trampolín un año y medio y me fui a vivir a Buenos Aires. Recién ahí, a los 16, empecé a entrenar doble turno”.

-Tus padres jugaban al tenis de manera social. Cada uno tenía su profesión.

-Claro. Ambos viven, están jubilados. Papá era odontólogo, mamá docente. Y el club era un lugar social y los torneos provinciales eran muy competitivos. Nosotros también estábamos en el club, compitiendo. Había un sistema distinto a los Grado 1 y Grado 2 de hoy. Se jugaba Zonales, Provinciales y Nacionales. Ibas clasificándote de una a otra categoría. Todo era muy intenso. Una vez por mes viajabas a algún Nacional por el país.

-¿Y cuándo fue la primera vez que te llamaron Gato?

-Jajaja, la verdad es que no lo tengo claro. Siempre, desde muy chico. Por el gato Garfield. Y quedó. Se hizo costumbre. Muy vinculado al mundo del tenis. Acá algunos amigos también me dicen así.

Hartfield en el mejor momento de su carrera: cuando alcanzó las semifinales en el ATP de Buenos Aires y se metió en el Top 100@diego_hartfield

-Nombraste a Chucho Acasuso como otro de los grandes exponentes tenísticos de Misiones. Ahora, Luli Mancini también nació ahí, aunque a los 2 años la familia se radicó en Rosario. ¿Lo consideraban un producto misionero?

-Mirá, si no me lo mencionabas no me acordaba de ese detalle. No sé bien su historia, es más grande que yo. Obvio que sé quién es. Incluso, no sé qué le gustará a él: que le digan misionero o rosarino.

-No era un espejo tenístico de la provincia entonces.

-Acá no. En Misiones muchos espejos tenísticos no tuvimos. Y pensá que también en nuestra época, cuando yo era chico, el tenis argentino había entrado en un bache después de Vilas y Clerc. El único referente era Hernán Gumy, que era treinta y pico del mundo. Recuerdo que me lo cruzaba a Gumy en los clubes y era como toparse con un gladiador. Pero no era crack. Lo cierto fue que a raíz de vaya a saber por qué, se armó toda una generación increíble que fue la Legión. Una doble legión. Creo que fue producto de ese esquema de Zonales, Provinciales y Nacionales.

-Fueron muchos jugadores de gran nivel.

-Sí, salieron Puerta, Calleri, Zabaleta, Gaudio, Coria, Nalbandian. Era muy atractivo ir a verlos jugar. Buenísimos. Todos los que después terminaron, ponele, top 20. Y atrás aparecimos nosotros como una segunda legión: Berlocq, Machi González, Zeballos, Roitman, yo. Llegamos a ser 15 top 100. Si no es récord, pega en el palo. Cuando tuve mi mejor ranking, en septiembre de 2007, que fue 73°, era el octavo tenista argentino. ¡Ni chances de jugar la Copa Davis tuve!

-Además de esto que puntualizás de los Zonales, Provinciales y Nacionales, ¿visualizás algún otro factor? Porque fue todo muy fuerte.

-Quizá, si nos ponemos a pensar, los factores económicos. Somos todos productos de la crisis. Le poníamos garra, éramos luchadores. Una escuela basada en el esfuerzo, que se suma a lo técnico. Porque con Gaudio, Coria y Nalbandian estamos hablando de tipos talentosísimos, que lo sumaron a ese esfuerzo.

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La vida de Hartfield empezó a manejarse en términos económicos desde su adolescencia. Casi como una premonición de lo que sucedería un par de décadas después con su vida. Números y más números. Las menciones, en sus recuerdos, brotan automáticamente.

“Recuerdo cuando en el 2001 viajé a Italia, porque con la devaluación, acá se cancelaron los Satélites. Y allá había un Future y un Challenger cada semana, vos podías elegir. ¡Y resulta que Italia no podía sacar un top 100! Ahora, 25 años después, son potencia y tienen al 1 del mundo (Sinner). Ellos son producto de mucha inversión y nosotros somos producto del esfuerzo.

Jugando la clasificación de Wimbledon en 2006 y su clásico revés de dos manos@diego_hartfield

-¿Cómo te tomó esa crisis, que no fue la primera del país? Vos llegabas con 20 años ahí.

-Fue una crisis realmente muy dura. Yo en ese momento vivía en Buenos Aires y me entrenaba como podía, me ayudaba mi viejo. En 2002, cuando se devalúa, yo había arreglado por primera vez para jugar Interclubes en Alemania en julio. Por unos 6000 euros. Al devaluar, acá se cancelaron todos los Satélites. Era marzo y no tenía dónde jugar. Me faltaban cuatro meses para viajar. Hablé con gente del club que me contrató y les pregunté si me podían comprar un pasaje para viajar a Europa. Me dieron un adelanto. Pero en vez de ir a Alemania, me fui a Italia, donde había torneos todas las semanas. Era hasta llegar a julio. ¡Una locura!

-¿Cuánta plata tenías encima?

-Yo había llegado a cuartos en un Challenger en Buenos Aires, cobré el premio de dobles, 250 dólares. Y me llegó un cheque de una multa que me habían cobrado doble por error: otros 250. Así que junté 500 dólares. Me fui a Roma. Tomé otro vuelo a Catania: 80 euros abajo ya el primer día. Vino Andrés de la Torre también. Pedíamos alojamiento en los clubes. Era imposible dormir en hoteles. Los italianos estaban muy comprometidos con la crisis argentina: nos alojaban en casas de familia. Un entrenador italiano, Alberto Castellani, me consiguió un Interclubes más en Italia, en Faenza, por 2500 euros. Fue como un bálsamo. En la semana jugaba los torneos y los domingos la liga. Así empecé a tener un mango en el bolsillo. Y así pasé esos cuatro meses hasta llegar a julio. Jugué en Alemania y me volví con 3500 euros. Esa fue mi experiencia.

“Era otra época. No había las facilidades para comunicarse que tenés ahora. Si me quedaba sin plata, me quedaba sin nada. Al final de cada semana te pagaban. Cuando salíamos a la cancha teníamos que ganar sí o sí. Entenderás por qué los argentinos corríamos hasta la última pelota. Literal. Era la plata que cobrábamos para seguir viviendo”.

-Para nada placentera…

-Era otra época. No había las facilidades para comunicarse que tenés ahora. Si me quedaba sin plata, me quedaba sin nada. Al final de cada semana te pagaban. Cuando salíamos a la cancha teníamos que ganar sí o sí. Entenderás por qué los argentinos corríamos hasta la última pelota. Literal. Era la plata que cobrábamos para seguir viviendo.

-Esto tiene mucho de parentesco con el tipo que se levanta a las 4 de la mañana para ir a laburar y tiene que volver con el mango a la casa para que coma su familia. Sufre la angustia, padece estrés. ¿Qué te pasaba a vos?

-Tal cual. Y además, la soledad. Porque a veces se piensa que por estar en Europa vivís la vida loca. Pero, y te lo digo y casi que me pongo a llorar ahora mismo, un chico de 20 años, solo, en Europa, en esas condiciones, sin celular, sin familia, con 500 dólares en el bolsillo y teniendo que ganar sí o si… ¿Sabés lo que era una derrota, perder en una primera ronda? Ibas a cobrar 130 dólares y tenías que estar entrenándote y esperando toda la semana hasta que llegara el otro lunes. Y pasando frío, calor. Encima sin entrenador, sin preparador físico, sin tener a nadie que te dijera si estás haciendo las cosas bien, comportándote como un profesional. Sin absolutamente nada. Todo era una corazonada. Después terminás siendo producto del esfuerzo. Pero lo peor…

“Yo iba subsistiendo en el circuito, pero tenía una gran fe. En ese momento era muy religioso. Nací en una iglesia evangélica y tenía una convicción cristiana muy fuerte. Estaba convencido de que Dios me iba a ayudar. Una cosa es hacer algo pensando y creyendo que te puede ir bien y otra es estar convencido. Cuando uno tiene un convencimiento muy grande es capaz de hacer cualquier cosa”.

-¿Qué es lo peor?

-Es que ni siquiera hacer todo eso, todo ese esfuerzo, es garantía de que llegues. Por cada uno que se metió, te puedo contar 30 que se quedaron en el camino. No es que tenías el éxito asegurado. Volví con 3500 euros en ese 2002 y con la garantía de esos dos Interclubes al año siguiente, que ya era un montón. Tenía ranking 1000. Después, fue ir construyendo de a poco. Meterme 500. Conseguir más interclubes, hasta llegar al top 200, donde te pagaban en un partido más que lo que recibías en toda una temporada estando 1000. Igual, sigo siendo un producto del esfuerzo, de la escasez y de sobreponerme.

-Tampoco es que podías proyectar demasiado. Más bien ibas subsistiendo en el circuito.

-Mirá, sí, yo iba subsistiendo, pero tenía una gran fe. En ese momento era muy religioso. Nací en una iglesia evangélica y tenía una convicción cristiana muy fuerte. Estaba convencido de que Dios me iba a ayudar. Hoy miro para atrás y digo “wow, qué loco”, pero en ese momento yo creía eso, estaba convencido de que Dios estaba conmigo, me guiaba y era el que me iba a ayudar. Si no hubiera tenido esa convicción no hubiera llegado nunca a jugar bien al tenis. Una cosa es hacer algo pensando y creyendo que te puede ir bien y otra es estar convencido. Porque si ahora lo evalúo un poco mejor, yo era malísimo jugando al tenis y las chances de ser bueno eran muy pocas. Eso te da la respuesta de que cuando uno tiene un convencimiento muy grande es capaz de hacer cualquier cosa.

-¿En qué momento el panorama se aclara? ¿Qué pasó con esos 3500 euros que habías ahorrado?

-El panorama se aclara cuando empiezo a jugar con más confianza, a ganar mejor en los Interclubes. Y la convicción me hizo invertir en un entrenador. Eso fue lo que marcó una diferencia con los del resto de mi camada. Viajar con entrenador es carísimo, los gastos se multiplican porque tenés que hacerte cargo de su hotel, de sus comidas, del avión, además de sus honorarios. En 2006, cuando estaba 250°, surgió hacer una gira de tres torneos en Estados Unidos previos a la qualy de Roland Garros. Yo tenía 5000 dólares ahorrados. Si me iba mal en esos cuatro torneos, volvía a cero. Le digo a Oski Rodríguez, mi entrenador: “Vamos, quiero que estés conmigo”. Fue el primer viaje que hicimos juntos.

Cuando tuvo algo de dinero ahorrado, Hartfield apostó a viajar con su entrenador. Y acertó: fue un viaje que le cambió la vida@diego_hartfield

-¿Torneos?

-Los Challengers de Atlanta, Tunica Resorts y Forest Hills. El primer partido (con Fleishman, 155°) se me complicó muchísmo, lo pasé no sé cómo (7-6 en el tercero). Cuando le gané la semifinal a Michael Russell sentí que se abría todo. Gané mi primer Challenger en Atlanta. Y a la semana siguiente volví a ganar, a Mardy Fish (113°) la final, siendo ya 178°. Fue el mejor torneo que jugué en mi vida, de principio a fin. Y en Forest Hills hice cuartos de final. Así llegué a Roland Garros, pasé la qualy y me tocó Roger Federer para debutar. En tres semanas me cambió la vida.

-Dejaste de pensar en la plata.

-No, pero me cambió el mapa. Sin contar lo otro, por pasar la qualy y perder en primera rueda en París cobré 23.000 euros. Cuando terminé tenía 30.000 y era famoso. Jugando en la cancha central contra el 1 del mundo, ante 15.000 personas. Salté a la fama, jajaja. Y el envión llegó hasta el ATP de Buenos Aires 2007, donde hice semifinales y entré en el top 100. Cuando le gané en cuartos al francés Devilder y me lo confirmaron, recuerdo que respondí: “Te agradezco. Yo estaba convencido de que esto iba a pasar”. La convicción. Aunque también me jugó en contra.

-¿Tu convicción? ¿Por qué?

-Porque yo estaba seguro que iba a ser top 50, hasta top 20. Y tuve un baño de realidad. Porque cuando entrás en el top 100, si no sos bueno, te mandan para atrás enseguida. Duré un año y medio, me cagaron a palos, perdí ranking, me costó mucho volver, me costó mucho. Y no quise jugar más porque sentía que estaba al límite. Mi gran momento fue ahí duró un año y medio: desde Roland Garros 2006 con Roger hasta que volví a jugar con él en el Abierto de Australia 2008, perdí en tres sets y salí del top 100. Y nunca más pude entrar.

Tirando una Gran Willy ante Federer en la central de Roland Garros@diego_hartfield

-Contame de ese Roland Garros 2006. Pasaste la qualy y te toca Roger, nada menos.

-Sí, recuerdo que en la tercera rueda de la clasificación le gané al colombiano Alejandro Falla, el partido con el que más nervios jugué. Era sábado, estaba Roland Garros explotado, con Federer, Nadal. Si perdés, te vas. Era la primera vez que el torneo comenzaría un domingo. Toda la prensa ahí. El francés Arnaud Clement era el rival original de Roger, pero estaba lesionado. Sortearon los clasificados y la primera ficha que salió fue la mía…Una locura. Al otro día encima, ese domingo. No me dejaron ni respirar, jajaja.

La tapa de LA NACION Deportiva el día de su partido con Federe: un recuerdo imborrable

-¿Y qué te pasó por la cabeza?

-No me podía dormir esa noche. Olvidate. Dormí ponele cuatro horas.

-Alguna vez dijiste que hay partidos para perder y otros para disfrutar. Ese era uno concreto.

-Sí, a ver. Después de haber ganado los dos challengers en Estados Unidos, pasado la previa de Roland Garros…sentía que mucho más no podía hacer. Encima Federer era el 1 del mundo. El mejor Federer, no tenía rivales. Lo único que quería era no hacer papelones. Era domingo a la mañana de Argentina, muchísimo rating. Tengo la foto de LA NACION. La tapa, justo habían perdido los Pumas, decía “Dos maneras de perder”. Como que yo había perdido dejando todo y que los Pumas lo habían hecho dejando una mala imagen… Y en las páginas centrales del Deportivo la foto mía con Federer. Entré con muchos nervios a la cancha. En el peloteo, la primera pelota se estrelló en el medio de la red. “Me muero, necesito soltarme ya”. Empecé a pegarle fuerte y cuando me di cuenta estaba 3-0 arriba con mi saque. Hasta que Roger se empezó a despertar. Fue una linda batalla por 7-5, 7-6 y 6-2. Lo disfruté y ese partido quedó grabado en las retinas de muchos y no sé por qué.

Una postal para toda la vida: el saludo final con Roger en Roland Garros 2006

-¿Qué sentiste después de ese partido?

-Me sentí muy eufórico, pero la verdad es que el tenis tiene esto donde vos no tenés mucho tiempo ni de festejar ni de amargarte. Perdí, me quedé ahí entrenando, hice unas prácticas con Nadal. Y a la semana siguiente nos fuimos a jugar unos challengers a Italia y a Suiza y perdí en primera ronda, los dos. El tenis te acomoda enseguida. Es como el mercado bursátil de Argentina. Como dice Warren Buffett (inversor y empresario estadounidense), “si levantás las manos para festejar enseguida te dan una piña en el estómago”. Después logré ir a la qualy de Wimbledon y perdí en la última rueda. Eran 6000, 7000 dólares, una fortuna para mi. Así terminó una gira que fue la que me hizo sacar la cabeza debajo del agua después de siete años luchando en Futures, Satélites, Challengers e Interclubes. Era la primera vez que tenía un ahorrito.

La cobertura de LA NACION, con su enviado especial José Luis Domínguez, del partido con Roger en París

-Y al año siguiente volviste a Roland Garros y le ganaste a Ginepri (48°) en el debut.

-Claro, al año siguiente, ya con mucha confianza, me metí en el top 100 en Buenos Aires Y una vez que estás entre los cien estás adentro de los Grand Slam, de los ATP. Me acuerdo que jugué en Portschach, el previo a Roland Garros, y ahí eliminé a Wawrinka (43°) y a Spadea (64°). Y perdí con Hewitt (16°), que me cagó a palos (6-2 y 6-2). Fue una de las peores palizas de mi carrera. Y ahí con eso fui a París y le gané a Ginepri. Perdí luego en tres sets con David Ferrer, un lindo partido (6-4, 6-3 y 7-6). En los tres sets estuve break arriba, terminamos los dos acalambrados. Fue una guerra. Luché como pude en ese lugar, en ese ambiente. Hice un buen indoor en Lyon (cuartos), donde eliminé a Pico Mónaco (20°). Hasta que después se cayó todo a pedazos. Para mi era muy exigente ese nivel.

Para Hartfield, «Djokovic es el mejor de todos los tiempos. Lo decía cuando tenía 5 o 6 títulos de Grand Slam menos que Federer y Nadal»Kirsty Wigglesworth – AP

-Después de la derrota con Federer en Australia 2008.

-Sí. Al perder los puntos de Buenos Aires pasé al 180°. Mi entrenador fue padre y no quiso seguir viajando. Intenté con otros coaches y me costó mucho. Después iba solo. Hasta que me lesioné, me rompí las rodillas: primero el menisco de la izquierda y a principios de 2009 el ligamento cruzado de la derecha. Ahí estuve un año y medio para recuperarme. Volví seis meses. Estaba 1000. No me sobraba nada. Y dije basta.

En esa época, además, habían surgido los casos de doping, de Cañas, de Chela, de Coria, y todos volvieron enseguida. Se notaba que eran buenos. Y yo intenté volver en Challengers y me costaba mucho. Fue una gran habilidad mía darme cuenta de que no era tan bueno y retirarme joven.

-¿Tenés elegido al mejor de todos los tiempos?

-Sí, siempre lo dije, desde 2010: Djokovic. Quizás porque me gusta cómo juega, porque su juego era parecido al mío. Porque aún cuando tenía cinco o seis Grand Slams menos que Federer y Nadal, me daba la sensación de que en el mano a mano a los dos les costaba mucho jugar con Djokovic. Y que era una cuestión de tiempo nomás. El tipo es muy completo. Y cuando solucionó con la alimentación el problema de respiración que tenía, pasando a jugar 5 o 6 horas de partido sin problemas, que era la chance que tenía Nadal para derrotarlo…Al quedar mano a mano en eso, ya estaba. Tenía una manera de jugar que podía molestar mucho a Nadal. Por eso siempre me pareció el mejor de todos los tiempos.

El Gato Hartfield admira al Gato Gaudio: «Lo que más admiro de él es que cuando tuvo su oportunidad de ganar Roland Garros, la aprovechó. Era una vez en la vida»Michael Koor – Reuters

-¿Y el preferido entre los argentinos?

-Es más difícil. A mí me gustaba mucho Gastón Gaudio. Me gustaba ir a verlo y me sentía identificado, a pesar de que tenísticamente no éramos nada parecidos. Tenía algo de él que me gustaba, verlo ganar, aprendía, me entrenaba mucho con él. Tenía cierta debilidad por verlo ganar y lo seguí mucho en su carrera. Y a juzgar por las herramientas que tuvo Gastón, si lo comparamos con el resto, como Nalbandian, Del Potro, Coria, me parece que si bien no estuvo 3 del mundo como estuvieron los otros, llegó muy arriba. Fue 5 y ganó Roland Garros, pero antes de eso también anduvo 7 u 8 años top 30, top 40. Hizo un salto de calidad.

-¿Qué le admiraste más a Gaudio?

-Que tuvo la chance y la aprovechó. Porque él iba a tener una sola chance de ganar Roland Garros, uno a veces en la vida tiene una sola chance. Y él lo sabía. Y le ganó cuartos a Hewitt, semis a Nalbandian y la final a Coria. No es que le ganó cualquiera o se le abrió el cuadro. No, le ganó a tres de los mejores en polvo de ladrillo en ese momento. Eso es histórico en este país, más allá de lo que después también hizo Del Potro. Lo de Gastón es superlativo por sus herramientas, sobre todo. El tenis es así, es injusto, no todos tenemos las mismas herramientas. Por ahí es más meritoria una carrera como la mía, que estuve 73, que la de otros que fueron 20, pero tenían muchas más herramientas.

-Contaste que no tuviste chances de jugar la Copa Davis por la cantidad de tenistas que había. ¿Te habría gustado disputarla?

-La Copa Davis era mi sueño. De hecho, yo creía que era lo que Dios quería que hiciera. Vos sabés que yo tengo pasaporte austríaco, soy austríaco de nacionalidad, por herencia de un bisabuelo materno. Y en 2007, en Kitzbühel, estaba Jürgen Melzer con otro doblista, Julian Knowles, charlando en el vestuario. Les digo: “¿Me van a convocar para la Copa Davis?”. Me miraron: de pedo sabían mi nombre. Saco el pasaporte y lo tiro ahí, enfrente de los dos. “Miren, yo soy igual de austríaco que ustedes”. ¡No entendían nada! En ese momento era 8° en Argentina y 5° en Austria. Mi manager, que era alemán, estaba enloquecido y quería averiguar si podían convocarme.

Como abanderado de la Copa Davis, junto con Chela, Arnold y Cañas. «Yo me moría por jugar la Copa Davis, pero no se me dio»@diego_hartfield

-¿Y en qué terminó?

-Enseguida le aclaré que yo me moría por jugar por Argentina. Ni sabía hablar alemán. No me iba a perder mi gran sueño por jugar para Austria. Lamentablemente salió mal, pero no me arrepiento de la decisión. Me hubiera encantado jugar Copa Davis. Estuve mil veces como sparring, pero no se me dio.

Su vínculo con las finanzas

-En esa época de tenista, y acá quiero relacionarlo con el tema de la economía, ¿vos tenías otras inquietudes ya en la cabeza? ¿O lo de la economía surgió más tarde?

-No, surgió más tarde. La única inquietud que tenía era que no quería hacer esto del tenis el resto de mi vida. Yo tenía ganas de desafiarme, hacer algo diferente, no me atraía el hecho de viajar tanto por el mundo. Estaba más con la idea de formar una familia. Me retiro, empecé a dar clases de tenis y ahí enganché como comentarista de DirecTV Sports, lo cual fue una estabilidad para mí, con un sueldito y obra social. No tenía mucha noción hacia dónde ir. Tenía unos ahorros, me dio por invertir en la Bolsa y esa curiosidad mía me ayudó. Me dí cuenta de que todo el mundo bursátil era muy poco desarrollado en el interior del país. El presidente de la Sociedad de Bolsa me dijo “hacete productor y traé clientes”. Me hice la matrícula, hice el curso y empecé a abrir cuentas. Pero monetizar eso me llevó siete años. Lo hacía en paralelo con los comentarios de partidos por DirecTV Sports.

-¿Y te gustaba el rol de comentarista?

-Sí, sí, me encantaba. Después me cansó un poco, pero me gustaba mostrar análisis tácticos con la APP con dibujitos. Fui uno de los primeros en hacerlo porque esa aplicación llegó ahí a Torneos. En esos programas decía que Nole iba a ser el mejor y me miraban… Yo vivía acá en Misiones y viajaba los fines de semana a Buenos Aires. La cartera de clientes fue creciendo. Me dio para dejar lo de la tele y vivir de esto. Las finanzas se afianzaron como una alternativa.

La segunda etapa del Gato Hartfield: el mundo de las finanzas. «Me metí por curiosidad y pasó a ser mi medio de vida»Gentileza Diego Hartfield

-Ahora, ¿alguien te asesoró o te metiste vos solo?

-No, me metí solo. Yo soy muy curioso, muy lector y fui aprendiendo. Estudié Administración de Empresas dos años, Contabilidad otros dos, para poder meterme en las materias más básicas del mundo empresarial. Si yo no sabía ni lo que era un Excel, no tenía idea de lo que era el equilibrio de oferta y demanda. No sabía nada. Mi curiosidad, el hecho de haber sido tenista y de cruzarte con gente que te quiere dar una mano me fue llevando. Tengo muy buenos reels. Al punto de que cuando salió mi candidatura para sumarme a La Libertad Avanza en las elecciones a diputados provinciales, el ministro Luis Caputo me recibió en su casa.

-Te fue bien en general.

-Hoy tengo 220 clientes en total, asesorando a empresas, pymes familiares sobre todo, porque acá en Argentina estamos muy acostumbrados a trabajar de una manera a causa de la inflación. Y yo hace rato que les vengo diciendo que la cosa cambió. Soy bastante intuitivo. Me gusta anticiparme a las cosas. Soy parecido al que era en el tenis: aplicar el sentido común. Y acá en las finanzas me pasa lo mismo: no soy muy detallista, pero sí muy pragmático para tomar decisiones.

Dando charlas de economía o de modelos económicos, Hartfield disfruta de otra etapa de su vida

-¿Y los tenistas te llaman para que los asesores?

-No, no mucho. Tengo algunos, sí. Tengo dos o tres de los buenos. Mis fuertes son las pymes familiares y los ahorros personales. Las Pymes están acostumbradas a ahorrar en stock, comprando mercadería. Pero en este contexto donde todo cambió y la inflación se fue para abajo, se terminaron dando cuenta que tener un exceso de mercadería no siempre era positivo. Y bueno, ayudo a eso, a administrar financieramente un poco el flujo de las empresas, a cubrirse con dólar futuro en algunos casos que tienen que comprar importado, o exportando. Me gusta mirar el mercado todo el tiempo y he aprendido mucho de economía, de historia. Leí mucho sobre historia de nuestro país, miré mucho para atrás, qué nos pasó, qué nos pasó en el 75, qué nos pasó en las hiper, qué nos pasó en el 2001. Y qué nos está pasando ahora. Me gusta pensar y de alguna manera tratar de anticiparme lo que viene.

“Argentina defaulteó nueve veces su deuda. Esto es como si vos tenés una pareja que te engañó nueve veces: es muy difícil volver a confiar en ella. Acá es lo mismo. Al mercado le cuesta confiar en nosotros para que siga bajando el riesgo país. Tenemos un problema que nos condena: nuestro pasado. Y eso se transforma muy lentamente, haciendo las cosas bien, y no con promesas o cosas de corto plazo”

-Y cuando alguien te pregunta por qué Argentina es como es, que normalmente está envuelta en crisis, ¿qué le explicás?

-Bueno, la verdad que con el aprendizaje de los mercados y lo que estoy aprendiendo de economía, me fui alineando a las ideas que hoy aplica el presidente Milei. Cuando llegaron las PASO del 19 casi me fundo… No me fundí porque mi viejo me prestó 10.000 dólares y con eso fui saliendo y me acomodé nuevamente. Ya en esa época pensaba en que tenía que venir un líder con un discurso muy fuerte. Porque la gente está acostumbrada a actuar de una manera que va en contra de los intereses del país. Ahorramos en dólares porque escapamos del peso, porque lo han desmadrado en tantas décadas. De hecho, publiqué una nota que escribí en 2019 en la que hablaba de la necesidad de tener diez años de superávit fiscal para que podamos crecer. Por eso decía que soy muy intuitivo. ¡Lo escribi seis años atrás!

Con el ministro Luis Caputo, hablando de economía, por supuesto@diego_hartfield

-A veces los cambios no son acompañados por los inversores.

-Es que Argentina defaulteó nueve veces su deuda. Esto es como si vos tenés una pareja que te engañó nueve veces: es muy difícil volver a confiar en ella. Acá es lo mismo. En los mercados, nosotros hoy tenemos nuestra deuda, en relación contra el Producto Bruto, está en torno al 45%, cuando hay países que lo tienen por arriba del 100%. Y todos los meses tenemos superávit fiscal. Al mercado le cuesta confiar en nosotros para que siga bajando el riesgo país. Tenemos un problema que nos condena: nuestro pasado. Y eso se transforma muy lentamente, haciendo las cosas bien, y no con promesas o cosas de corto plazo.

-Y te metiste en las arenas políticas.

-En ese contexto que yo venía viendo, me ofrecen ser parte de la Libertad Avanza. Y dije “bueno, este va a ser mi aporte”. Me siento muy cómodo hablando de esto, porque es lo que realmente creo. Y será un intento de ser parte de un cambio de rumbo real del país para los siguientes 20, 30 años, y no una parte más del péndulo que hemos tenido durante 70 años. De gobiernos que vienen, hacen el ajuste, y que después la gente por ahí no se banca al ajuste, entonces vuelven gobiernos que son más populistas, que vuelven a emitir dinero. Es muy fácil crecer con anabólicos. Estamos dando esa batalla cultural para que de una vez por todas podamos pensar en un país que no resuelva los problemas de corto plazo, sino pensarlos en el mediano y en el largo plazo. Porque serán sobre todo mis hijas las que van acá a vivir. Y lo hago aún en detrimento de mi vida personal, porque no hay mucho beneficio personal en esto. Pero sí muy motivado y sabiendo que puedo dar una mano para el proceso del país.

En las últimas elecciones provinciales en Misiones, junto a Patricia Bullrich, Karina Milei y Martín Menem. Fue el primer candidato a diputado de la Libertad Avanza

-¿Qué pasa con los aciertos y los errores en el mundo de la finanzas? ¿Se puede establecer una comparación con algo del tenis?

-Sí, en realidad el mundo de las finanzas, emocionalmente está muy ligado al mundo del deporte. Acá no hay mucho para festejar cuando las cosas van bien y tampoco para lamentar cuando van mal. Siempre sigue. Por eso te decía lo de Federer en Roland Garros. Fue el momento cumbre de mi carrera y las siguientes semanas perdí en challengers en primera rueda. Y pasás muy rápidamente de la euforia a la depresión. Después de jugar en la Chatrier, jugué en un pueblo italiano, Sassuolo, al que no llegaba ni el tren. Todo ese combo, ir de tanta euforia a tanto olvido, es muy fuerte para las emociones de un chico de 17 años.

En el mercado es lo mismo. Percibo rápidamente mucha euforia o desazón. En julio el tipo de cambio subió el 15% y hablo con los clientes y creen que va a explotar el mundo. Soy más un psicólogo que un asesor financiero. Y a mi también me da bronca y me fastidia que pase eso. Mi virtud está en ser equilibrado en momentos de desequilibrio emocional.

-Hay muchos deportistas que se han volcado a la política desde los tiempos de Reutemann, Camau Espínola, el Colorado Mac Allister, Pichi Campana. ¿Por qué creés que se da eso? ¿Los busca más la política a ustedes que ustedes a la política?

-No me puse a pensar por qué será. Tampoco considero que sea tanta la injerencia de deportistas en la política. Hasta te diría que podría ser mayor. Tampoco creo que el deportista esté muy preparado para serlo. Cuando uno se forma en un deporte profesional, después tenés que darle un golpe de formación académica. Yo terminé la secundaria porque mi papá me presionó para que lo hiciera. Di quinto año libre. Muchos tenistas no terminaron la secundaria. No digo que sean burros: no lo hicieron.

Ahora me toca enfrentar un plano legislativo, leyendo y estudiando leyes, algo que nunca hice. Para mi es un desafío personal porque siento que voy a crecer mucho más en un plano más legal. El deportista se desarrolla en un montón de áreas, pero después la política te lleva o te obliga a crecer en otras áreas que quizás están ajenas al deporte. Repito, cuando me retiré no sabía lo que era un Excel. Yo tomaba la planilla, ponía los números en los cuadraditos y después los sumaba con una calculadora. ¡No sabía que era una planilla de cálculo! Cuando lo descubrí no podía creer lo boludo que era. Tenía 35 años ya. Se puede aprender a cualquier edad. Hay que animarse a hacerlo.

«El nombre de la yerba no lo revelo. Mis amigos me lo piden, pero es un secreto»: Hartfield explica las claves para cebar los mejores mates@diego_hartfield

-En la elección, LLA terminó detrás de Frente Renovador.

-Sí, acá en Misiones gobierna hace 25 años un frente que se llama Frente Renovador de la Concordia, que es un rejunte de todos los partidos y que está liderado por Carlos Rovira, que hizo la peor elección de su vida. Sacó el 27%. Ellos ganaban con el 70%. Fui primer candidato, salimos segundos, y metimos 5 diputados.

-Tenis, finanzas, política. Le podemos sumar tus dotes materas, estando acá en Misiones, tierra yerbatera. ¿Qué tan bueno sos cebando?

-Jajaja, siempre dije que lo primero que hice en mi vida antes de jugar al tenis fue tomar mate. Tengo un secreto: no digo qué yerba tomo. Todos me preguntan cuando lo prueban: “Quiero esa yerba, decime cuál es”. Ese dato no lo revelo. Soy muy matero, generalmente a la mañana. Mi secreto es la yerba y el segundo punto es no quemar la yerba en la primera cebada. Siempre tiene que ser en un huequito a un costado, con agua tibia, y después ir echándole más caliente. Y si se te complica o se te quemó, hay que sacar la bombilla y volver a ponerla bien pegada a la pared. Haciendo como un pozo y levantando la yerba. La clave es que la yerba se queme de abajo hacia arriba. Así siempre va a tener el mismo amargor.


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