Independiente parece no poder salir del espiral de desgracias que lo aquejan desde hace ya más de dos décadas. En el anochecer de este jueves, pocos minutos antes del comienzo de los partidos definitorios de las eliminatorias sudamericanas, casi con precisión estratégica, Conmebol emitió el fallo que golpeó duro al equipo de Avellaneda y la U de Chile por los graves incidentes registrados el 20 de agosto último en el estadio Libertadores de América, en ocasión del desquite por los octavos de final de la Copa Sudamericana. Catorce partidos (7 de local y 7 de visitante) sin público propio más cientos de miles de dólares en multas son impactos directos al corazón de las economías de los clubes; en el caso de Independiente, que tiene una situación financiera delicadísima, implica un daño tremendo. Pero estas cuestiones eran esperables; la incógnita que escondía el fallo era qué ocurriría en el plano deportivo. El partido se había cancelado cuando igualaban 1-1, resultado que favorecía a los chilenos, que en la ida habían ganado 1-0. La suspensión del encuentro en Avellaneda se dio por los incidentes producidos por hinchas visitantes. ¿Qué se esperaba, entonces? ¿Ambos equipos descalificados? ¿Continuidad de lo que restaba (43 minutos) en terreno neutral y sin público? He aquí el mayor impacto para los simpatizantes del Rojo: Conmebol decidió premiar a la U de Chile con el pase a los cuartos de final. Es decir, dio por concluida la serie con los minutos disputados, en los que los chilenos tenían ventaja de un gol. Se presume -porque el fallo no ahonda en argumentos- que termina responsabilizando también deportivamente al club organizador del partido.
Pasarán los días y se atenuará el impacto por un fallo de esta magnitud, pero para Independiente las consecuencias harán mella con el paso del tiempo. La sensación que se fue alimentando a partir de la mañana posterior -y que se confirmó con el fallo- es que Independiente -sus socios y simpatizantes- quedó solo y a la intemperie. Sin acompañamiento de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ni del gobierno provincial ni del nacional; su suerte quedó en manos de lo que pudiera hacer su dirigencia, que ya ha dado probadas muestras de improvisación e impericia en distintos ámbitos. Da la impresión de que este ha sido el golpe final para una conducción que desde su llegada al poder acertó poco y dilapidó velozmente todo su capital. La masa social de Independiente no confía en sus autoridades.
¿Por qué la AFA no apoyó -al menos públicamente- a uno de sus clubes afiliados en problemas? Hay varias conjeturas al respecto. La más obvia es que hay diferencias ideológicas. Pese a que su representante en AFA, Carlos Montaña, fue hasta 2024 funcionario de la gestión de Axel Kicillof, la base dirigencial de Independiente es del PRO (Cristian Ritondo como armador de la alianza gobernante, Néstor Grindetti como presidente). Y hoy están alineados al gobierno de Javier Milei, abiertamente enfrentado con la conducción del fútbol argentino.
La otra, que conocen los que están más empapados de la realidad política del club de Avellaneda, es que uno de los principales colaboradores de Claudio Chiqui Tapia tiene en su horizonte inmediato la ambición de ser presidente de Independiente. Se trata de Luciano Nakis, prosecretario de la AFA, presidente de Deportivo Armenio, hijo de Noray, que fue vicepresidente en la primera etapa de Hugo Moyano. Nakis, que suele presidir las delegaciones de la selección argentina -y que se hizo popular a través de un video en el que seca la transpiración en la nuca de Tapia durante la Copa América 2024-, suele expresar en su perfil de la red social X su intención de liderar una oposición para ser gobierno en Avellaneda.
¿Un dirigente de peso de AFA cuestionando abiertamente la gestión de uno de sus clubes afiliados? ¿Le conviene, en sus ansias de participar electoralmente, que la actual dirigencia de Independiente esté en apuros? Son las preguntas que se hacen los hinchas del Rojo. A ello le atribuyen el notorio silencio de la AFA ante este caso. Un comunicado tan escueto -6 líneas, 63 palabras- como penoso -parece casi dictado a las apuradas-, publicado el día posterior a los incidentes fue el único atisbo de la entidad que preside Tapia. Una misiva que, entre otras curiosidades, menciona al escenario como “estadio Enrique Bochini”.
En las altas esferas el escenario fue similar: un cruce de intereses políticos. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la Nación, echó las culpas en el gobierno provincial; recogió el guante su par bonaerense, Javier Alonso, responsable del operativo fuera del estadio.
De lado chileno, en cambio, todos se encolumnaron detrás de una causa nacional. Las imágenes que recorrieron el mundo fueron las del final de la película: la invasión de parte de la barra brava de Independiente para agredir a los simpatizantes chilenos que quedaban en su tribuna. El respaldo de la Asociación chilena (ANFP) a su club afiliado quedó claramente expresado en un comunicado: “Como ANFP manifestamos nuestro total apoyo a la Universidad de Chile”, dice sin medias tintas, y apunta como únicos responsables de lo ocurrido al club Independiente. Hasta el presidente de Chile, Gabriel Boric, se involucró con el tema. Para ese país, no se trató de una pelea entre hinchas; en la visión general, fueron argentinos cazando chilenos.
¿Y la Conmebol? Sabe que su principal arma para someter a los clubes es el dinero. Por eso hace caja con las multas, que se cobra directamente de lo que debería enviarles por derechos de televisión y participación en los torneos. Encolumnados en una política que intenta erradicar las expresiones de racismo de los estadios, no cesa de castigar económicamente a los clubes a partir de simples videos donde algún energúmeno le hace un gesto a un hincha rival. Así de sencillo. No se expide, sin embargo, sobre la violencia que sufren los simpatizantes cuando les toca viajar a otro país y son apaleados por las policías locales. Conmebol debería blanquear cuál es su responsabilidad en la organización de los encuentros bajo su órbita. ¿En todos los países los organismos de seguridad se supeditan a lo que manda Conmebol como planificador de un evento privado? Todavía se recuerda lo que ocurrió en Miami antes de la final de la Copa América 2024 entre Argentina y Colombia, cuando miles de simpatizantes cafeteros querían ingresar al estadio a la fuerza, sin entradas. La situación de violencia escaló a tal punto que el inicio del partido debió demorarse una hora y media hasta que se abrieron las puertas y entró todo el que quería. Mientras a las puertas del estadio se vivía un infierno, adentro, Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, tiraba pelotas a las tribunas acompañado de la Sole…
Mientras los dirigentes de Independiente preparan una apelación -acaso pueda prosperar un acortamiento en los partidos que deba jugar sin hinchas propios-, los espera una durísima situación puertas adentro del club. La impericia e improvisación les costó tan caro como su falta de habilidad política. Y con su inacción y falta de olfato, dejaron a Independiente solo y a la deriva.