El 18 de febrero de 2022, se escuchó “Puto de mierda”, desde una tribuna en Santiago del Estero, un grito que se ahogó en el silencio de un estadio que no festejó semejante agresión y que celebró que sacaron a las personas que buscaron lastimarlo. Sebastián Vega se enojó mucho, pero mucho. El técnico Martín Villagrán lo sacó para que pueda recomponerse y cuando regresó a la cancha con la camiseta de Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, el público rival, el de Quimsa, lo aplaudió de pie.
// // //
En marzo de 2020, a través de una carta en Twitter, el alero de la Liga Nacional, Sebastián Vega publicó una emotiva carta en la que comunicó que es gay y con el título “la verdad nos hace libres”, el jugador de Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, rompió un paradigma y se convirtió en el primer jugador de básquetbol en hablar públicamente de su sexualidad. “No quería ocultarme más. No estaba haciendo nada malo, no había matado a nadie. Fueron años agobiantes en los que el miedo directamente me paralizaba”, escribió Vega hace cinco temporadas.
// // //
El 28 de diciembre de 2017, Sebastián llegó a su casa en Gualeguaychú y le pidió a su papá, Juan, y a su mamá, Carlota, charlar unos minutos. No paraba de temblar, estaba a punto de liberarse, pero con el temor de una reacción intempestiva de su papá, un hombre de casi 70 años y criado en el campo.
Fue dispuesto a que lo echasen de su casa. Tomó aire y les contó que era gay. Fue un momento en el que el tiempo se detuvo, a Juan se le aflojaron las piernas y Carlota tuvo que acercarle una silla para evitar de que se desplome. Sebastián se quedó inmóvil, no sabía bien que hacer. Pasaron algunos algunos minutos, quizá fueron segundos, pero para él fueron eternos, hasta que vio que Juan fue hacia él y le agarró la cara con las dos manos. Sebastián cerró los ojos, pensó cualquier cosa, pero en ese momento escuchó la frase que le cambió la vida: “Hijo, yo te amo”.
// // //
Todas estas historias construyeron al Sebastián Vega de hoy, que a los 37 años vive libre, pleno, sin complejos y que puede disfrutar. No imaginó que podía ser de esta manera, que iba a sentirse tan querido y respetado, porque él pensaba que su carrera como jugador de básquetbol se iba a terminar cuando abriera una puerta que nadie antes se había atrevido.
Sin embargo, nada de eso sucedió, es capitán de Boca, fue uno de los principales responsables del último título de la Liga Nacional de la entidad xeneize y se permite vivir libremente su sexualidad en un universo deportivo en el que el machismo y la homofobia dominan la escena.
Fueron muchos años en los que soportó en silencio. Comenzó su carrera profesional en Central Entrerriano en 2004 y desde entonces pasó por equipos como Peñarol, Quimsa, Libertad, Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, Boca, Aguada (Uruguay) y Unifacisa (Brasil).
Los miedos a no poder realizar una carrera deportiva lo empujaron a tomar la determinación de cursar y finalizar una carrera universitaria, por eso se graduó como Técnico en Relaciones Laborales. En la charla con LA NACION, Vega contó todo lo que vivió antes de hablar públicamente acerca de su sexualidad y cómo cambió su vida desde que tomó la determinación de quitarse el enorme peso de fingir acerca de quién era en realidad.
-Ante un escenario de tanta presión y prejuicios, ¿Cómo hiciste para manejar tu vida privada y la deportiva?
-Terapia, sin duda. Mi terapeuta me ayudó muchísimo para empezar a entender el proceso de, primero, como siempre digo, la aceptación personal, porque al principio no entendía lo que me estaba pasando y sentía que era diferente o distinto a todos. Yo quería encajar en un ambiente en el que no me sentía incluido, o que había muchos comentarios que me discriminaban. Había chistes que se podían llegar a hacer, de los que yo no me podía defender o no podía resolverlo. Hasta que en un momento fue como, bueno: si quiero que esto realmente cambie, tengo que hacer algo, tengo que hacerme cargo. Y empecé por mi familia, que fueron los primeros en saberlo, después por mis amigos más íntimos y luego decidí hacerlo público, porque era un no puedo más.
Vega se acomoda en la silla y continúa su relato, en el que cada detalle permite comprender las dificultades por las que pasó: “Estaba en un lugar bastante oscuro. En el que sentía que mi vida personal y profesional iban por vías paralelas y en ningún momento las podía unificar. Porque no tenía un referente, no había un caso anterior del qué agarrarme. Me pasaba mucho que no podía compatibilizar las dos cosas y eso me llevó a lesionarme y a estar con la cabeza bastante en otra. Hasta que decidí hacerlo público. Pensé que quería que mi vida cambie y que para eso debía hacerme cargo de lo que soy. Y si debía dejar de jugar al básquetbol, si no me bancaba todo lo que venía, bueno, lo iba a hacer para vivir mi vida personal. Incluso, arranqué a estudiar una carrera universitaria por si no podía seguir con el deporte profesional, porque mi idea era -posta- retirarme joven para poder hacer mi vida. Así que cuando lo hice público fue como que el ambiente del básquetbol me súper abrazó y fue súper cálido conmigo. Creo que a partir de ahí también empezó como un proceso de reconocimientos, de conocerme yo en esta situación, porque antes era como tapado. Y desde entonces, entendí que debía permitirme este nuevo Sebastián, abiertamente gay”.
-En ese proceso uno también tiene que trabajar con los prejuicios propios y ajenos.
-Un poco sí, un poco no. Es un ambiente no sé si machista, pero es un ambiente bastante discriminador. Entonces, es difícil decir, “no, yo no tengo miedo”. De hecho, me pasó muchas veces cuando era más joven y cuando estaba empezando a estar con un chico y no tenía miedo. Pero después, con el transcurrir del tiempo, te vas dando cuenta de la intención de los chistes, de comentarios que en realidad son bullying para un chico que es gay. Y pensaba ‘¿Yo me tengo que bancar todo esto?’ No sé si soy capaz. Entonces, un poco de prejuicio hay, es cierto, pero también la sociedad te lo va inculcando. Cuando hablé con mi padre, si bien lo aceptó, también se tuvo que dar un proceso de adaptación. Es muy difícil todo.
Cuando se trata de sus vínculos más cercanos, Seba Vega se concentra y relata cada situación a la perfección: “Me costó mucho el tema de jugármela, porque no sabía cómo hablarlo con mi familia y tampoco lo hacía con mis amigos. Cuando se lo dije a mi papá, fui pensando que me echaba de mi casa. Y también pensaba que mis amigos no me iban a aceptar. Ellos me decían: ‘¿Por qué no me lo contaste?’ Es que cuando yo te lo digo a vos, te estoy dando un poder para que vos me aceptes o no. Y le tenía mucho miedo a la pérdida de esos afectos. Por ahí yo conocía a alguien del que me estaba haciendo amigo y era como, sí, soy gay, lo hablaba con naturalidad, porque no había nada en riesgo ahí. Era algo tan mío eso de no hablarlo con nadie, que no lo podía resolver».
-Me quedé en el día que tomaste la determinación de hablarlo en Comodoro, ¿Cómo fue esa situación? ¿Entendiste que tenías que reunir a todos tus compañeros y contarles o lo hiciste de manera individual? ¿Cómo lo resolviste?
-Hoy lo veo a la distancia y fue fuerte. Me había juntado a tomar un café con un amigo, Lucas Pérez, me acuerdo que fue en Córdoba, y él fue el que me dijo: “Che, me parece que ya es un momento de hablarlo. Tenés un nombre en la Liga, sos respetado, sos una persona súper respetuosa, nunca tuviste problemas con equipos o compañeros. Sos la persona ideal para dar ese paso”. Y me acuerdo que que había vuelto de un viaje y me había entrenado muy mal. Estaba muy triste, entonces, se me acercó el entrenador y me dijo: “Che, ¿podemos hablar?» Yo dudé, pero me iluminé y fuimos a charlar a la sala de video. Eran como las 11 de la noche, hacía un frío tremendo, me acuerdo. Entonces Martín (Villagrán), me veía tan mal que me empieza a hablar como para convencerme de que yo no me vaya del equipo. Y claro, yo lo escuchaba, pero en un momento le digo: “Martín, no tiene nada que ver con eso. Lo que me pasa es que me acabo de separar”. Yo estaba de novio con un chico desde hacía 7 años y siempre estaba todo tapado. Entonces, él me dice: “Ah, bueno, no sabía que estabas de novio”. Y le respondo: “Sí, con un chico, soy gay”. Se quedó blanco, pero no porque él sea homofóbico, sino porque no lo esperaba. Entonces, ahí se puso al servicio, empezó a hablarme y me dijo: “Bueno, no sé qué decirte. Lo que vos necesites, podés contar conmigo. Es una situación que nunca me pasó, pero contás conmigo para lo que sea”. Y eso me alivió muchísimo y después le conté al capitán, a alguno más y antes de hacerlo público, hablé con todos mis compañeros y el entrenador se encargó de hablar con los dirigentes. Todos me respaldaron, eso estuvo buenísimo.
-No todos los clubes se portaron así con vos.
-Tal cual, de hecho cuando terminó aquella temporada, que empezó la pandemia, ellos me renovaron contrato por dos años. La verdad es que conmigo fueron súper atentos y súper amables. No todos los clubes lo hacen, me ha pasado que no me han contactado por ser gay. Porque no se quieren involucrar y bueno, son situaciones o las reglas del juego que hoy me tocan. Yo estoy tranquilo conmigo, hoy pude juntar mi vida personal y profesional y tengo una vida maravillosa. Eso es lo que más feliz me pone.
-¿Cómo fue la determinación de hablar de tu sexualidad en el marco de la final de la Liga?
-Yo sabía que jugamos el 27 de junio y que el 28 es el Día del Orgullo. Entonces tenía en mente decir algo, pero no pensaba que me iban a llamar para hablar ante las cámaras. Entonces, entre el cansancio, la adrenalina, la felicidad, fue lo que me salió, siento que fue re genuino.
-¿Te encontraste con gente que no lo pudo entender?
-Me ha pasado varias veces y hasta algunos me dijeron: “Cuando vimos que fichaste no sabíamos cómo tratarte”. Era como si yo fuese… Yo no tengo nada que esconder, no siento vergüenza, no tengo nada, yo voy, me desnudo, me baño como cualquier persona y no pasa nada. Pero la verdad es que nunca tuve grandes problemas. Siempre está el descolocado o el ignorante en una cancha que está diciendo pavadas. Pero dentro de todo, no me han pasado grandes cosas. Específicamente rechazarme, no. Y si me rechazan es un tema de ellos. Yo estoy muy tranquilo conmigo.
-Lo que sucedió en Santiago del Estero, que te insultaron, fue incómodo, pero terminó bien porque toda la cancha te aplaudió.
-Terminó muy bien. Yo soy muy positivo y siempre me aferro a las cosas más lindas. Creo que ese momento fue un antes y un después. Al principio, era como sentía que era cómplice de un ambiente en el que me sentía discriminado y que no estaba haciendo nada, no me estaba haciendo cargo. Entonces, cuando pasó lo de Santiago, por ejemplo, que fue una situación fea en la cancha, en la que cuatro personas me putearon. Yo salí muy enojado, porque hay veces que uno no lo puede manejar, porque estaba en una situación de juego en la que la adrenalina está pleno. Incluso, no me gustó cómo reaccioné, porque me enojé mucho. El entrenador me decía, “Bueno, tranquilo, enfocate en el partido”. Yo estaba jugando bárbaro encima. Y cuando vuelvo a ingresar, todo el estadio me aplaudió. Y fue como… yo ya gané. Ya está. Antes, por ahí, esas cuatro personas eran festejadas como “los vivos”. Hoy quedan expuestas. Entonces, esas personas al quedar mal, yo siento que algo aporté y para mí es un montón.
-¿Qué sentís que mejoró en tu juego a partir de que fuiste descargando tu mochila?
-Bueno, yo tenía ese miedo de no saber cómo iba a responder. Me acuerdo que hablaba con un amigo y le decía: “Pero… y si de repente no puedo soportar la presión o no sé cómo jugar después de todo esto”. Y él me respondió lo mismo que me decís vos: “Jugaste una mochila durante muchos años con miles de kilos, olvidate, ahora vas a estar liberado”. Yo dudaba, tenía miedo, pero hoy lo que te puedo decir es que me siento parado desde otro lugar. Creo que lo que más me dio fue seguridad y confianza en mí mismo. Estoy con la cabeza totalmente limpia a la hora de jugar. Antes tenía un montón de cosas, pensaba en que no se me podía notar que soy gay.
-¿Estabas pendiente de eso?
-Sí, de un montón de cosas. Por ejemplo, si mi ex novio iba a la cancha no nos podían ver juntos. Él se iba al departamento y después iba yo, pero no nos podían ver juntos, para que nadie sospeche nada. Hablaban todos en el vestuario de que salían con chicas y yo decía que estaba con mujeres, pero como pantalla. No me enorgullece en lo absoluto, pero bueno, era jodido. Pero ahora es diferente, me siento ubicado desde otro lugar, mucho más liviano, no sé si tiro mejor o ataco mejor el aro, sino que desde el lugar en el que me posicionó, siento que tengo una confianza hermosa.
-Era demasiada energía la que gastabas en simular.
-Tal cual, imaginate que vos tenés una situación que no podés resolver durante tres días, una semana, un mes, tres años… Es una bola de nieve que es muy difícil soportar. Y más en una situación en la que estaba bastante solo, porque yo había elegido ser solitario con todo esto y no sabía cómo manejarlo. Entonces llega un momento en el que no se puede más.
– ¿Y en qué te apoyabas para soportarlo?
-En mi pareja de ese momento y en mi psicóloga. Fueron momentos heavy. Me llevó mucho tiempo y eso me llevó a lesionarme varias veces. Y lesionarme feo, una operación de hombro, dos operaciones de rodilla, una operación de talón. Fue mucho tiempo el que no hablé de lo que sentía o me pasaba, entonces, fue mi cuerpo el que habló por mí. Hasta que empecé a contarlo y empecé a ser yo. Ahí todo cambió.
-Después de que hablaste públicamente de tu sexualidad, ¿se te acercaron otros deportistas para hablar del tema con vos?
-Sí, un montón. Y me siento muy halagado por eso. Es loco. Es relindo, porque me siento muy querido. Hablo de Boca porque estoy acá. Pero en realidad me siento muy respetado por todos y muy cuidado por la gente de Boca, desde la hinchada, el cuerpo técnico, el cuerpo médico… Todos, el de la puerta, la chica que limpia, todos, la verdad que es muy lindo. Y me ha pasado en Boca que es una marca mundialmente conocida y donde el mensaje se amplifican enormemente.
-A la hora de firmar con Boca, ¿también evaluaste que llegabas a una institución muy grande, muy vinculada al fútbol, que es un ambiente homofóbico y lo que eso podía podía representar?
-No voy a mentirte que sí lo hice. Pero como te decía, me siento… Yo la vida que tengo hoy ni en mis mejores sueños la hubiese pensado. Eso es re loco y me siento muy cuidado y estoy muy agradecido de haber podido tomar aquella decisión, porque cambió mi vida, cambió mi vida para bien. Y en Boca, que es una marca mundial, todo se magnificó. Y acá me tratan muy bien, me cuidan, que es lo normal, lo que tiene que suceder con todo el mundo. Pero muchas veces se sorprenden porque me tratan bien y soy el capitán. Y eso no tiene que ver porque yo hablé de mi sexualidad y me cuidan especialmente. No tienen que mirarnos distintos, no somos distintos, simplemente amamos a una persona del mismo sexo. Mi vida sigue siendo exactamente igual. Me ha pasado que la gente dice, “¿Y qué hacen después del partido?”. Y pienso: “Me voy a mi casa a comer y a dormir, o sea, como cualquier persona normal”. Yo me siento muy agradecido a Boca por la repercusión y por todo, porque me siento muy cuidado, muy querido.
-¿Ayudaste a otros deportistas?
-En su momento a Dani Arcos, que es un basquetbolista chileno. Hablé con él, lo acompañé en todo lo que pude. Obviamente que estoy a disposición, pero hay un laburo interno que hay que hacer. Me encanta ayudar, porque yo estuve también en ese lugar y sé lo que es. Por ahí un mensaje, “che, no estás solo”, es un montón. Entonces, sé lo que es y por eso también estoy dispuesto a dar una mano. Me ha pasado que mucha gente grande me preguntó por el hijo o el sobrino o alguno que me dijo que tengo mucho coraje, porque él con 50 años, recién ahora está empezando a poder vivir su vida. Y creo que lo más lindo es que la gente se sienta identificada.
-¿Qué implica para vos que tus papás puedan ver todo el cariño que recibís desde que hablaste de tu sexualidad?
-El tema de mis viejos me emociona mucho, pero bueno…
Se hace un silencio profundo y Seba Vega se toma un respiro, porque las lagrimas están a nada de caer por sus mejillas. La pausa le permite no romperse por completo y lucha con el momento, pero sigue: “Creo que mi viejo el miedo que tenía era que yo sea discriminado, que yo no pueda cumplir con todos mis objetivos o todas las metas en mi vida. Entonces, creo que ver sufrir a tu hijo debe ser muy duro. Él me quería proteger. Mirá, el otro día lo operaron, estuvimos hablando solos los tres (por el padre y la madre) y yo les dije: “Qué lindo y qué loco todo lo que pasó desde aquel día en el que mi padre casi se desmaya hasta la foto de la final en la que yo estoy sentado sobre el aro con la bandera del orgullo. Y él me dijo que cuando yo me subí al aro con la bandera…”
Nuevamente se detuvo, el silencio volvió a ganar la escena, porque Seba tuvo que luchar con la emoción, pero tragó saliva y siguió: “Me dijo que casi se desmaya otra vez, pero de la emoción, porque estaba muy feliz y muy orgulloso de lo que yo había hecho y que más felicidad le dio que toda la gente me aplauda. Y fue reloco, porque yo le decía que era impensado todo lo que está pasando. Le agradecí que me acompañe, porque no es fácil para él, con 70 años, cambiar el chip, pero con el amor hacia un hijo lo pudo hacer. Son un gran sostén para mí, él y mi mamá. Y creo que todo lo que hice fue con el apoyo de ellos, porque no sé si hubiese podido hacerlo solo”.
-Fue un paso que dieron de la mano.
-Estoy muy orgulloso de él, por ahí él me lo dice mucho a mí, pero yo estoy muy orgulloso de él y de mi madre, porque hicieron un gran cambio y tuvieron la voluntad para entenderme, para aceptarme, para ver cómo podíamos encajar o cómo podían acompañarme. Y la verdad que día a día me sorprenden y me encanta.
-¿Tus hermanas te ayudaron mucho para encarar todo el tema?
-Que no me toquen porque matan. Las dos (Giuliana y Gisela). Por ahí la más grande estaba más pendiente en cómo lo iban a tomar mis padres. Estaba más nerviosa por eso. Y mi hermana más chica, un día estaba pasando por atrás de ella en la cocina y me dice, “Che, vos vos gay”. Y le respondí que sí y ella “ah, bueno”. Lo tomó con una naturalidad hermosa. Las dos son muy fieles, muy leales y siempre están ahí cuidándome y apoyándome en todo.
-¿Cómo sigue ahora esto? Porque estabas lleno de miedos, pero resultó todo perfecto, tu carrera deportiva está plena, sos el capitán de Boca, saliste campeón….
-Estoy en mi segunda carrera universitaria… Soy así. Lo disfruto mucho, fueron muchos años en los que estuve medio trabado con el tema del básquet, la sexualidad y demás. Y hoy lo disfruto tanto… Estar en club tan importante y tan lindo como Boca, que nos tratan de maravilla, con proyectos muy lindos y que siempre estamos en el top de todo jugando las mejores competencias, es increíble. Creo que a esta edad lo disfruto muchísimo. Entonces, ser capitán con un hermoso desafío, lo vivo con responsabilidad y lo disfruto al mismo tiempo. Me llegó después de tantos años de terapia, de pasar todo lo que pasé, disfruto el día a día.
-¿Te acordás cuándo empezaste a disfrutar de jugar al básquet?
-Eh, uf, ¿Después de que hablé de mi sexualidad? ¿De que lo hice público? Fue en un partido en Comodoro en el que dejé de mirar hacia fuera y puse la mirada solamente en mí, dejé de pensar lo que la gente podía llegar a decir de mí o de mi sexualidad. Me acuerdo que fue uno de los partidos post pandemia, porque no había gente, entonces estaba como más tranquilo. Esa es la verdad, fue con un poquito de ayuda. Pero sentía que estaba liviano. Sentía que en la cancha estaba de otra forma. Era como que la espalda no pesaba. Entonces, empecé a disfrutar todo, estar en la cancha, viajar con mis compañeros, poder reírme de un chiste si saltaba el tema de la sexualidad. Me hizo muy bien, muy feliz, me cambió la vida.