LAS VEGAS.- El estadounidense Terence Crawford (76 Kg) entendió que había ingresado en la gran historia del boxeo antes de escuchar las tarjetas que le otorgaron su quinta corona mundial en pesos diferentes. Supo también que más allá de batir por puntos en doce rounds y en fallo unánime al mexicano Saúl “Canelo” Álvarez (76 Kg) y adjudicarse el cetro unificado de los Super Medianos, había cumplido con una dignísima misión de vida que se debía a sí mismo desde casi toda su existencia: rever su destino, de niño marginal y solitario; de ganarle a la muerte por aquel balazo recibido en las afueras de los garitos de juego de su ciudad natal: Omaha, en Nebraska, hace más de veinte años y convertirse en un hombre de bien; de pocas palabras e ínfimas emociones. Y con una guía en su camino: Bomac McIntyre, su entrenador, que le abrió las puertas del gimnasio a los 8 años.
Por eso sorprendió cuando entró en llanto profundo tras escuchar las tarjetas de los jueces: 115 – 113, 116 – 112 (coincidente con LA NACION) y 115 – 113 que lo catapultaron a convertirse en el boxeador del año.
Resulta sorprendente afirmar que la derrota y el ocaso corroborado de “Canelo”, desde 2023 a hoy, no quita protagonismo ni mérito alguno al éxito de Crawford, un veterano de 37 años y 42 victorias consecutivas (31 KO), hábil para imponer su guardia zurda y su golpe sorpresivo que potencia una formula ganadora: un planteo y desarrollo especulativo en los primeros seis rounds, con un estallido que lo llevó a dominar el match con claridad en la parte final; imponiéndose en los últimos cuatro asaltos -en forma consecutiva- en una buena pelea.
Los 69.629 espectadores que colmaron el majestuoso Allegiant Stadium dieron marco a una escenografía única en el boxeo de Las Vegas; no sólo por batir el récord de asistencia pugilística en esta ciudad, sino también por asentir el óptimo cálculo de ingresos del polémico dúo organizador: el jeque abrabe Turki Alalshik y el estadounidense Dana White, mandamás de las Artes Marciales Mixtas, que fueron silbados por gran parte del recinto. Sin embargo, el montaje promocional fue impecable.
Crawford, que aseguró un mínimo de diez millones de dólares de bolsa, soportó muy bien el aumento en su kilaje, se mostró orgulloso de su logro y declaró: “Gracias a Dios por todo. Esto no fue una coincidencia…Fue algo muy trabajado, en una pelea de rounds cerrados supieron premiar mi trabajo. Le doy todo el crédito a la grandeza de “Canelo”. Fui y soy su fan. He sido parte de un gran evento y solo quiero agradecer a todos. No sé qué voy a hacer con mi carrera. Quizás siga o quizás llegué hasta aquí”.
Crawford igualó a tres grandes quíntuples campeones mundiales como Sugar Ray Leonard, Tommy Hearns y Floyd Mayweather. El filipino Manny Pacquiao y el estadounidense Oscar de la Hoya suman seis coronas oficiales en pesos diferentes con títulos válidos.
Fue una advertencia tajante en nuestro comentario previo, alimentado además por lo rimbombante de su contrato con Turki por cuatro peleas –ya cumplió dos- a cambio de una paga de 400 millones de dólares.
No pudo corregir ninguna de las falencias que lo acompañaron en sus últimos cinco combates. Su pérdida de ritmo, de control del adversario, de resolución ante la adversidad, de explosión ofensiva y vivacidad general. La suma de estos factores determina la parte final de su carrera.