Osvaldo Conte casi no aparece en las fotos y sin embargo desde hace 11 años cumple un rol clave: trabaja en la preparación física de la Selección argentina femenina de fútbol. Cuando en 2014 lo llamaron para ser parte del cuerpo técnico de la Sub 17 y Sub 20 no conocía la disciplina. Aceptó y al final arrancó directamente con la Mayor, con Julio Olarticoechea como entrenador. En todo este tiempo pasaron técnicos y dirigentes, y Conte -67 años, nacido en Parque Patricios y criado en Tapiales, donde sigue viviendo- permaneció.
Hoy es uno de los PF del equipo de Germán Portanova. Está en el área de monitoreo y dosificación de carga. Y tiene, en total, 35 años de recorrido en equipos de varones más la década con las mujeres. Mucho fútbol y también mucha metamorfosis. Pasó del amateurismo a este semi profesionalismo. Y en esta charla para tratar de entender el presente y el futuro de la disciplina, traza varios análisis fruto de tantos años de trabajo. Uno, por ejemplo: “Ahora, una mujer puede patear una pelota y no tiene que dar explicaciones. El éxito de hoy es que un padre lleva a una hija con la misma emoción, pasión y deseos a un club. Lleva al varón y a la nena de la mano a jugar a la pelota”.
-¿Cuánto cambió la disciplina en esta década?
-En 2015 había 15 equipos en Primera, no había B, C ni D, tampoco inferiores. Para mí el fútbol femenino es una anomalía en cuanto a cómo se gestaron las actividades deportivas en el país. En el tenis, Vilas tuvo que ganar algo para que se masifique su deporte. Las Leonas tuvieron que ganar algo para masificar el hockey. Acá el fútbol femenino se instala todos los días un poquito más sin haber ganado nada.
-¿Y eso a qué lo atribuís?
-Para mí está vinculado a las transformaciones sociales, no a los éxitos deportivos. Por eso es una anomalía cómo se instaló. Hay pibas que juegan al fútbol por todos lados. De eso no hay vuelta atrás.
Ahora, ¿cuánto tiempo tardará en desarrollarse?
-Es una buena pregunta. Dependerá de las decisiones políticas e institucionales de cada club. Hay una base que empuja y eso tiene que ver con la adquisición de derechos de la mujer. Eso es lo que termina de empujar al fútbol femenino. No es un éxito deportivo, no es una gran camada de jugadoras que de no ganar nada pasan a jugar una final. Porque en el ‘71 Argentina le ganó a Inglaterra en un Mundial y el fútbol no se instaló. Mujeres que querían jugar hubo siempre. Lo que no había era malla de contención social. Para mí, el crecimiento tiene que ver con lo cultural y la raza.
-¿Sólo con eso?
-Mirá, tuvieron que pasar nueve Mundiales de los que organizó FIFA para que un equipo latino sea campeón del mundo. Fue España, el último. La raza anglosajona que dominó los torneos y un poco Japón, evidentemente son sociedades más abiertas que le dieron la posibilidad al fútbol femenino. América Latina se la empezó a dar hace poco. La excepción que confirma la regla es Brasil, pero nunca salió campeón del mundo. En Argentina no estuvo prohibido, pero la desaprobación social inhibió tanto como una prohibición. Por eso creo que es el emergente de una cuestión de cambio cultural y social, y no de logros deportivos.
Conte tiene las ideas masticadas. A su recorrido como PF en el fútbol le suma su formación, pero también su propia historia de vida. En Tapiales su segunda casa fue -es- su club de barrio, Juvencia. Su papá fue vicepresidente; su hermana, secretaria general, y ahí conoció a Susana, su esposa, docente. También empezó sus sueños de fútbol. Fue compañero de equipo de Ricardo Gareca -con quien comparte el grupo de amigos- y después saltó a las inferiores de Deportivo Español. Era arquero. Jugó un año en Primera división y otro en Deportivo Riestra, pero se retiró a los 22 años.
Dice que se dio cuenta de que tenía un techo. Entonces, cuando se recibió de profesor de Educación Física, dejó el fútbol profesional para ser PF. Pero fue docente en escuelas y profesorados, y también se enamoró de esa profesión. En la familia Conte, el deporte es el centro de la vida. Su esposa jugó al básquet, al igual que sus hijas. Y Juan Manuel, su hijo, es el PF del entrenador Diego Martínez; además una de sus hijas, Eluney, está casada con Herman Mandole, entrenador del equipo B del Miami Heat, y su otra hija, Daniela, está en pareja con Gabriel Bolo, técnico de América del Sur en Futsal.
Además de la preparación física, Conte es conocido por sus arengas antes de los partidos. Las jugadoras lo destacan en ese arte. Él cuenta que apela a lo emocional: “Una vez les dije que tenían que salir a jugar pensando en las miles de pibitas que quieren patear una pelota y las están mirando a ellas. Pero bueno, con las arengas no se ganan los partidos. Eso sí, es un momento especial, lindo”.
Su otro amor es la política. En los ‘80 y los ‘90 fue militante del Movimiento Al Socialismo (MAS), un partido de izquierda muy influyente por entonces, y hoy se considera “profundamente kirchnerista”. Dice: “Sueño con una sociedad muy distinta a la que tenemos. Y siento que milito en el fútbol, en las escuelas, en el profesorado”.
-El fútbol es un lugar difícil para hablar de política, ¿no?
-Sí, el fútbol es individualista, capitalista, exitista. Yo vivo en una contradicción permanente. Pero son dos pasiones, trato de convivir.
-En el fútbol femenino las críticas a las jugadoras caen sobre tu área. Les dicen que son lentas, que son gordas, que el juego es aburrido. ¿Cómo lo ves vos?
-Pienso que todavía estamos buscando el perfil físico de la jugadora argentina. No lo tenemos. Entre los hombres la disciplina se profesionalizó en 1930. Y en 1958, con el desastre de Suecia, se dieron cuenta de que tenían que entrenarse. Pasaron casi 30 años para que notaran que había que buscar un perfil físico. Nosotros lo estamos buscando ahora.
-¿A qué le llamás perfil físico?
-A las características de las jugadoras. A la preparación. Cuando ven la supremacía de otras selecciones, todos los asocian a lo físico, pero si la pelota se mueve más rápido es porque hay mejor técnica. Siempre la buena técnica te acelera el juego.
-¿Y existe esa diferencia respecto de otros equipos?
-Cuando veo reportes y comparo lo físico de Argentina con otras selecciones no veo una gran diferencia. En cantidad de metros recorridos estamos prácticamente igual. A medida que aumenta la intensidad de los metros recorridos ahí sí empieza la asimetría. Fuerza y velocidad de reacción son los ítems que nos está faltando respecto de los equipos top. Por eso creo que no hay que trabajar tanto en el volumen, en la cantidad de trabajo, sino en reducir los trabajos, hacer esfuerzos más cortos pero más rápidos e intensos.
-¿También hay asimetría técnica?
-Claro. Y eso también influye en la visual del partido. Si una jugadora controla bien, rápido y toca es lindo de ver; y si a otra se le escapa, el juego se traba, es más feo. La problemática a atender para mejorar y emparentarnos con las grandes potencias no pasa exclusivamente por lo físico: pasa por lo técnico, lo táctico y el entendimiento de juego también.
-¿Y eso cuando se aprende? Porque la mayoría de las jugadoras de la Selección de hoy no tuvieron inferiores.
-Eso se genera en las etapas de preparación, que las tenemos desde 2019, 2020. Estamos en pañales. Hay que reconocerlo. Yo sé que por mi edad no voy a llegar a ver 30 mil personas viendo fútbol femenino en una cancha todos los domingos, pero sé que eso va a pasar. Los estadios se van a llenar. El fútbol atraviesa a nuestra sociedad. Y si es cultural, ¿por qué el público no va a absorber al femenino también?
-¿Hay una forma argentina de jugar en ellas?
-Estamos en la búsqueda.
-¿Hay una jugadora que represente una forma argentina de jugar al fútbol?
-A ver. Yo creo que lo que no hay que hacer es asociarlo o compararlo con el fútbol masculino. La forma de los varones viene del potrero. Hoy los pibes salen de los clubes de barrio.
-¿Y en ellas?
-Potreros casi no hay más. Todas o casi todas jugaron con varones desde chicas. ¿Y si dentro de 10 años decimos que Argentina gana por potencia física y no por capacidad técnica? Imaginate que somos top porque la mujer absorbe muy bien el trabajo físico y somos como Alemania. Lo cierto es que recién ahora se preparan desde los 8 o 10 años. Y todavía no aparecen grandes modelos. Todo es una construcción. Ahora bien, está todo por hacer, entonces no hay que copiar y pegar del masculino. Hay que inventar un nuevo lenguaje.
-¿Hasta acá qué hubo?
-Por ejemplo, Estefanía Banini fue una excepción. Salió como salió Vilas. No hubo un proceso de formación para que aparezca Banini.
-¿Es la mejor que viste?
-Florencia Bonsegundo para mí es la mejor. Estefi es más vistosa. Es gambeteadora, no tiene la alta intensidad que tiene Flor. En el juego colectivo, Flor es muy inteligente. Estefi desequilibra desde lo individual. Y Flor a veces desde lo individual y muchas veces desde lo colectivo, en la conducción, en el pase, en la indicación, en el movimiento que hace para recibir.
-¿Si tuvieras que elegir un perfil actual te quedás con ella?
-Sí. Me quedo con esa que no es totalmente deslumbrante ni totalmente rápida, pero tiene una alta intensidad y un juego colectivo en alta intensidad que pocas jugadoras argentinas tienen.
-¿Cómo era vivir los partidos desde afuera antes, cuando todo era más improvisado, y cómo se vive ahora?
-En mi primer viaje con la selección mayor jugamos contra Japón, Estados Unidos y Brasil. Nos hicieron 14 goles en tres partidos. Cuando perdíamos 3 a 0 no veía la hora de que se terminara el partido. Pero eso no pasa más. Hoy vamos a jugar con las potencias y hasta disfrutás. Hay momentos en que se divide la cuestión, aparece la potencialidad de las jugadoras. Y hasta podemos ganar, como pasó contra Canadá.
-¿Cuántos años calculás que faltan de trabajo para competir con las potencias?
-Diez años. Recién el año pasado empezó el torneo Sub 14. Las chicas de 12 o 13 tienen que hacer un proceso de siete u ocho años para tener un recorrido completo. Eso implica miles de horas de entrenamientos, vestuarios, distintos cuerpos técnicos, frustraciones, éxitos. Pasar por momentos en donde tengan que ver si tienen voluntad para ir a entrenar de la misma forma cuando van a jugar o cuando no las tienen en cuenta. Tienen que suceder todas esas cuestiones para que eso después se vea reflejado en el juego en el campo de juego, en el rendimiento.
-¿Todo avanza hacia adelante?
-Mirá, hay dirigentes que públicamente dijeron que el fútbol es un negocio y que se necesita que sea rentable antes de invertir. Dijeron eso en una asamblea, pero no sacaron la actividad. No hay atrás en el fútbol femenino. Y tuvimos logros. Fuimos a dos Mundiales seguidos, ganamos medalla de oro en Panamericanos, logramos dos terceros puestos en las últimas dos Copa América. Y ahora estoy convencido de que vamos a clasificarnos al próximo Mundial. Hay que seguir. La única lucha que se pierde es la que se abandona.