Dominic Thiem llegó a ser N° 3 del ranking, en marzo de 2020, y, tras ganar el US Open de esa temporada, parecía encabezar la sucesión del “Big 3″ que integraban Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Sin embargo, a mediados de 2021, el tenista austríaco tuvo que alejarse de la competición por un desgarro de ligamentos en la muñeca derecha y, luego, sufrió distintos episodios de depresión. Exquisito jugador de revés a una mano, se retiró del profesionalismo en octubre del año pasado, con 17 títulos y un registro de 348 victorias y 215 derrotas.
Desde que se alejó del tenis como jugador, Thiem está dedicado a la formación de los tenistas jóvenes. Al respecto, hizo un llamado de atención sobre los desafíos económicos al que se enfrentan los jugadores a esa edad. “El tenis es un deporte de ricos”, sentenció Thiem, dos veces campeón del ATP de Buenos Aires (2016 y 2018), en un reportaje en Jot Down Sport. Y fue más allá: “La formación es muy cara. En nuestra academia intentamos ayudar a las familias con menos recursos para que, si un niño o niña tiene talento, pueda entrenarse igualmente y perseguir el sueño. Pero el tenis es muy caro. Desde los 13 hasta los 18 años, o hasta el punto en el que el chico empieza a ganar dinero, hay que pagar entre 80.000 y 100.000 euros al año. Así que hablamos de casi un millón en total, que es una cantidad increíble de dinero y que prácticamente nadie puede permitirse”.
Thiem, cuyo último partido fue en el torneo de Viena hace un año, profundizó sobre el tema, en el mismo medio: “Aunque ayudemos a los padres y busquemos patrocinadores o inversores para financiar la carrera, sigue siendo carísimo. Tenemos, por ejemplo, un jugador de 17 años que compite en el US Open junior y es muy bueno, pero cuando tenés 15 o 16 años y empezás a jugar los Grand Slams junior, viajás casi como un profesional: 30 o 35 semanas al año. Y no hay premios en dinero, así que sólo gastas. Necesitás apoyo, sí o sí”.
Dos veces finalista de Roland Garros (2018 y 2019) y una de Australia (2020), Thiem se refirió a los mecanismos de inversión privada que le permiten a jóvenes promesas cubrir esos gastos, pero… hipotecando su futuro. Algo similar a lo que ocurre en la Argentina desde la década del 90. “Es un acuerdo bastante común: alguien invierte 50.000 o 100.000 euros al año en ti y, a cambio, recibe un porcentaje de tus ingresos futuros, normalmente limitado a un máximo. Yo mismo lo hice cuando tenía 15 o 16 años: recibía 80.000 al año y lo devolví a partir de los 21, cuando empecé a ganar mucho más”, describió el extenista.
Puntualmente, ¿de qué se tratan esos acuerdos, que también existieron (y existen) en la Argentina? De un particular que entrega plata para que el jugador se desarrolle y cuando éste comienza a transitar en el profesionalismo empieza a devolver lo recibido, lógicamente con dividendos. En pocas palabras, una suerte de raquetas hipotecadas: se lo puede comparar con cualquier crédito para una vivienda, porque hay plazo, devolución de capital y pago de intereses.
“En el circuito, los números que se publican parecen enormes, pero de un cheque de, por ejemplo, 65.000 libras en Wimbledon, fácilmente se pierde un 60%: primero impuestos en el país donde juegas, luego en el tuyo y, además, los gastos de entrenadores, fisioterapeutas, viajes y equipo. Incluso con los patrocinadores tenés que pagar impuestos en función de los días que pasás en países como Reino Unido o Estados Unidos, porque tu imagen aparece en televisión con su ropa o su logo”, prosiguió Thiem.
Y avanzó sobre el tema: “Los contratos de patrocinio funcionan con un fijo anual, llamado retainer y muchos bonus. Pero si bajás en el ranking o te lesionás, esas cantidades se reducen drásticamente. Cuando estás en el top 3 o top 5, los acuerdos son muy buenos, pero si caes, tu retainer puede bajar muchísimo. A la vez, si ganás torneos recibís primas adicionales». Según las cifras oficiales por los torneos jugados, en su carrera Thiem embolsó US$ 30.381.559, aunque, tal como indicó, a esa cifra hay que descontarles los respectivos impuestos.