A media máquina, tanteando lo más conveniente para cada momento, la Argentina fue demasiado para un Puerto Rico que transita por la periferia del fútbol. Entre el campeón del mundo y el 155° del ranking FIFA hay un abismo que se tradujo en un 6-0, que incluso pudo ser más amplio, en un resultado que siempre dependió de que el equipo de Lionel Scaloni se enchufara y acelerara.
Una oposición tan blanda no le agrega ni le quita mucho a la Argentina, que al menos aprovechó este ensayo para los debuts de José López, Lautaro Rivero, Aníbal Moreno y, ya en los 15 minutos finales, del arquero Facundo Cambeses. Caras nuevas para que vayan familiarizándose con el ecosistema de la selección. Una ocasión propicia para ensanchar la base, más allá de las relativas conclusiones que pudieron sacarse.
López fue el que tuvo más minutos (60) y se mostró como un delantero con mucha movilidad. Moreno y Rivero, que ingresaron cuando la goleada iba en ascenso, se movieron con aplomo y seguridad.
Había un pequeño margen para la sorpresa en un desarrollo que se descontaba que iba a ser ampliamente favorable para la Argentina. Lo inesperado ocurrió temprano, a los siete minutos, cuando el delantero Antonetti, desde su propio campo, sacó un remate de más de 60 metros que hizo retroceder desesperadamente a Dibu Martínez, que con sus dos manos evitó que la pelota se le metiera justo por debajo del travesaño. Hubiese sido un golazo que habría dado la vuelta al mundo, pero Dibu reaccionó a tiempo para extender su obsesión de mantener el arco en cero y no ceder la titularidad, aunque Scaloni el día previo adelantó que en los amistosos de noviembre habrá una oportunidad para otro arquero.
El resumen de la Argentina 6 – Puerto Rico 0
Respecto de la formación que cuatro días venció 1-0 a Venezuela se mantuvieron dos titulares: Emiliano Martínez y Lo Celso. La rotación le hizo lugar desde el comienzo a piezas consolidadas, como Otamendi, De Paul y Mac Allister, más el regreso de Messi, tras el “préstamo” a Inter Miami para que jugara el sábado.
Fuera de ese fogonazo inicial de Antonetti, el partido llevó las luces que podía encender la Argentina, convencida en su propuesta de avanzar a través de una sucesión de pases cortos, con muchas combinaciones internas para terminar de abrir a la defensa rival por las bandas.
El esquema fue elástico, por momentos con una línea de tres –Montiel, Otamendi y Balerdi- y Simeone y Nico González de carrileros, y en otros con un 4-4-2 más clásico. La evolución de la selección también se mide en su versatilidad para acomodarse a diversos dibujos, de acuerdo a las necesidades del partido y a lo que proponga el adversario. A los variados recursos individuales se suma la diversidad de esquemas.
Puerto Rico se atrincheró con una línea de cinco y cuatro volantes unos pocos metros más adelante. Defendió más por amontonamiento que por un escalonamiento ordenado. Descuidó constantemente su flanco izquierdo, por donde la Argentina llegó continuamente con superioridad numérica. Una autopista que explotaron Simeone y Montiel, con De Paul en esa zona para descargas y asistencias.
La incógnita sobre cuándo iba a llegar el primer gol argentino no tardó en develarse. Y fue con una incursión por la derecha, con Montiel y un centro atrás que Messi remató de derecha al travesaño; Nico González intentó una tijera que quedó para la definición de cabeza de Mac Allister, en posición de N° 9. Puerto Rico era una invitación para que le invadieran el área.
La Argentina no necesitaba ponerse en ventaja para jugar cómoda y tranquila, pero el 1-0 le vino bien para probar cómo venía de eficacia. Messi estaba en lo suyo, espiando los lugares por donde podía filtrar su magia. Lo hizo con un exquisito pase de emboquillada para que Montiel –otra vez la izquierda de Puerto Rico era zona franca- definiera con una volea. Iban 22 minutos y empezaba a bosquejarse la goleada.
José López era el que faltaba integrarse al circuito, el resto se entendía de memoria, más allá de que pudiera caer en algunas imprecisiones. El delantero de Palmeiras empezó a soltarse con un cabezazo que tapó el arquero Cutler. Y ya se sintió uno más cuando tuvo criterio para el pase atrás que Mac Allister definió de frente al arco. Iban 35 minutos y el 3-0 se ajustaba a las previsiones, si bien Dibu tuvo que volver a exigirse en un remate de Rivera y una tapada inmediata a Antonetti. La Argentina podía caer en algunas desatenciones defensivas por lo poco exigida que se veía en varios pasajes.
Messi empezó a buscar su gol. Lo intentó con algún remate de media distancia y también por la asociación de pases que lo metían dentro del área rival. No se le dio y en algún momento se le vio una mueca de disgusto, pero no dejó de involucrarse en el juego y puso una asistencia con la suela para el segundo gol de Lautaro Martínez. Scaloni cumplió con el carácter de prueba que le asignó a este amistoso y para el segundo tiempo ordenó los debuts de Rivero y Moreno. El zaguero central de River dio el presente enseguida con dos quites ofensivos, de los que sacan al equipo hacia adelante.
Era todo de la Argentina y el ingreso de Lautaro Martínez aportó dos goles. Resultado impactante para un partido chiquito.