En Santiago de Chile, Marruecos escribió una de esas páginas que quedarán grabadas para siempre en la memoria de su país y del fútbol africano. El seleccionado verde y rojo se consagró campeón del Mundial Sub 20 al vencer 2 a 0 a la Argentina, en una final que tuvo a dos protagonistas absolutos: Othmane Maamma, apodado “el Cristiano Ronaldo marroquí”, y Yassir Zabiri, autor de los dos goles que sellaron la historia.
Fue una definición intensa en la que Marruecos impuso su estilo: presión alta, transiciones muy veloces y una intensidad física inagotable. En el centro de esa gesta estuvo Maamma, que con apenas 20 años se consolidó como la gran figura del torneo. Su talento y desequilibrio lo convirtieron en el motor ofensivo del campeón y, como era de suponer, recibió el Balón de Oro al mejor futbolista del certamen.
Pero, ¿quién es Othmane Maamma? El chico que acaparó todas las portadas desde anoche nació el 6 de octubre de 2005 en… Francia. Sin embargo eligió jugar en el seleccionado del país donde nacieron sus padres. Desde muy joven mostró un potencial enorme en las inferiores de Montpellier, donde debutó en Primera el 12 de mayo de 2024 ante Mónaco.
Una semana más tarde marcó su primer gol profesional frente al Lens, convirtiéndose en el tercer goleador más joven en la historia del club. Su enorme talento innato no pasó desapercibido y, en julio de 2025, fue transferido al Watford, de la Championship inglesa, por una suma cercana al 1,3 millones de euros.
Ambidiestro, rápido y con una potencia que hace la diferencia, Maamma suele recibir comparaciones con Cristiano Ronaldo, no solo por su estilo de juego y su velocidad, sino también porque utiliza el número 7 en la espalda. En Chile, ese dorsal brilló como nunca: el atacante fue decisivo en todas las fases del torneo: convirtió ante Brasil en la fase de grupos, fue elegido mejor jugador en los cuartos de final frente a Estados Unidos y repitió el premio en la semifinal contra Francia, donde su selección eliminó a uno de los favoritos en una emotiva definición por penales.
En la final ante Argentina, Maamma volvió a ser determinante. No marcó, pero construyó el 2 a 0: asistió a Zabiri tras un contraataque perfecto que expuso a la defensa albiceleste. “Jugamos para la gente, con el corazón. Esta camiseta pesa y hay que darlo todo”, declaró después del partido. Su humildad y su madurez llamaron la atención tanto como su despliegue físico, Más claro: Maamma es un extremo moderno, con lectura táctica, una gran técnica y una autoconfianza propia de su edad.
Algo a corregir: sus gestos provocadores que calentaron el ambiente y al equipo argentino cuando el partido se evaporaba y los chicos argentinos se frustraban por la derrota. Así como hay que saber perder, también hay que saber ganar.
Si Maamma fue el cerebro, Yassir Zabiri fue la ejecución. A los 12 minutos, el delantero nacido en Marrakech el 23 de febrero de 2005 abrió el marcador con un golazo de tiro libre, aprovechando una falta cometida por el arquero argentino Santino Barbi. Y a los 19 marcó su doblete al llegar por el segundo palo tras un centro en forma de asistencia de Maamma, que literalmente hipnotizó a toda la defensa albiceleste con sus desbordes y amagos por la derecha. Fue el golpe definitivo: Argentina, que venía de eliminar a Colombia y soñaba con su séptimo título mundial Sub 20, nunca logró reponerse y su frustración fue creciendo con el paso del tiempo.
Zabiri, delantero del Famalicão de Portugal, fue el segundo máximo goleador del torneo con cinco tantos en siete partidos y recibió el Balón de Plata, detrás de su compañero Maamma. Formado en la academia Mohammed VI, la misma que alimenta este gran presente del fútbol marroquí, Zabiri representa una nueva camada de futbolistas que combina técnica africana con formación europea. En su país debutó con Union Touarga y, tras apenas media temporada, dio el salto a Europa.
En el Mundial Sub 20, Zabiri mostró una eficacia notable: le marcó a España y a Brasil en la fase de grupos, a Corea del Sur en octavos, y fue determinante en la final. En total, suma 17 goles en 29 partidos con la Sub 20 marroquí, además de haber sido subcampeón en el Torneo UNAF 2023 y campeón en la edición 2024. A sus 20 años, su nombre ya suena como posible refuerzo de clubes de la Ligue 1 francesa y la Serie A de Italia.
Marruecos se convirtió en Chile en el segundo país africano en la historia en ganar el Mundial Sub 20, después de Ghana en 2009. Un logro que confirma el crecimiento del fútbol del continente y la aparición de una generación capaz de competir de igual a igual con las potencias tradicionales.
Este título mundial juvenil no es un hecho aislado. Es el resultado de un proyecto que lleva más de una década consolidándose, y que ya está empezando a cosechar sus primeros frutos. Desde la creación de la academia Mohammed VI de Rabat en 2009, el país apostó por una política de detección de talentos tanto dentro como fuera de su territorio. Los hijos y nietos de emigrantes en Europa —como Maamma, nacido en Francia— son parte fundamental de esa red que hoy rinde frutos. El gran dolor pasa por no haber podido convencer a Lamine Yamal, marroquí de nacimiento, para que no elija jugar para el seleccionado de España.
El crecimiento es sostenido. Marruecos fue semifinalista en el Mundial de Qatar 2022, bronce en los Juegos Olímpicos de París 2024 y ahora campeón mundial Sub 20. Un proceso con pilares sólidos, con una identidad clara: disciplina táctica, fortaleza física y espíritu colectivo. La final ante Argentina fue una síntesis perfecta de esa filosofía.
El paso siguiente es volver a ser protagonista en el Mundial del año próximo, que organizan de manera conjunta Estados Unidos, México y Canadá, y, luego sí, ir por toda la gloria de local, cuando sea anfitrión junto a España de la Copa del Mundo 2030.