Mata de São João, BAHÍA.- A los 16 o 17 años, al tenista João Lucas Reis da Silva no se hubiera atrevido a hacer lo que la seguridad, la libertad y el amor lo impulsaron a realizar el 7 de diciembre pasado. Aquel sábado, el brasileño de 25 años que hace un puñado de días alcanzó su ranking mundial más destacado (208°), publicó varias fotos en Instagram junto con su novio, el actor y modelo Guilherme Ricardo, en las calles de Río de Janeiro, donde viven.
“Feliz cumpleaños, feliz vida, te amo mucho”, escribió en su cuenta Reis da Silva, que por entonces era 401° del tour. La publicación generó inmediatas reacciones y, hasta hoy, sumó más de 20.600 likes y decenas de comentarios. Sin otro propósito que saludar a su pareja, el jugador nacido en Recife se convirtió en una suerte de precursor por ser el primer tenista profesional en actividad que se declara homosexual. Sin nada que esconder.
Primero, las numerosas repercusiones en las redes sociales lo abrumaron, pero, al ver que los mensajes eran empáticos, poco a poco se fue serenando (y alegrando).
Tuvo coraje, Reis da Silva. Sobre todo, porque, el tenis tiene una particularidad: el circuito femenino sí cuenta con numerosas jugadoras abiertamente homosexuales, entre ellas leyendas como Billie Jean King y Martina Navratilova (más cerca en el tiempo, la rosarina Nadia Podoroska, la rusa Daria Kasatkina y la belga Alison Van Uytvanck, entre otras). Sin embargo, en la rama masculina, las relaciones entre personas del mismo sexo siguen siendo un asunto tabú.
Los casos públicos son escasos. El estadounidense Bill Tilden, por ejemplo, figura en los años 20 y 30, no habló abiertamente sobre su homosexualidad hasta después del retiro. Otro estadounidense, Brian Vahaly, 64° del ranking en 2003 y retirado tres años más tarde, contó que era gay en 2007, en un podcast: recibió cientos de mensajes de odio, incluyendo amenazas para quitarle a sus hijos; actualmente es el presidente de la junta directiva de la USTA, la asociación de tenis de Estados Unidos. También Bobby Blair, un extenista profesional de Orlando, en 2014 escribió sus memorias, detallando el turbulento viaje como atleta gay, algo que no logró contar hasta que cumplió 40 años.
“Al no tener ejemplos de homosexuales en el tenis, me sentía distinto. Nunca tuve una referencia en mi deporte; sí los tuve con amigos afuera de la cancha, que me hicieron ver que no estaba mal lo que sentía”, le explica Reis da Silva a LA NACION, acomodado en un sillón de la zona comercial del renovado torneo de Costa do Sauípe, que renació en formato de Challenger 125, pero entre 2001 y 2011 fue un ATP Tour ganado, incluso, por Rafael Nadal.
Se lo nota fatigado a Reis da Silva, pero feliz y satisfecho: acaba de entrenarse con el argentino Mariano Navone durante más de una hora. Disfruta de su mejor momento tenístico. Está en su país, relativamente cerca de su casa, en Recife. Lo acompañan sus padres, Antonio y María Elena, que llegaron a esta porción del nordeste brasileño manejando durante diez horas. Aquí también se encuentra Guilherme, su novio, que interrumpe la charla por un momento, se disculpa amablemente y le estrecha la mano a LA NACION.
“Es una cosa durísima que en el tenis de hombres no se hable de homosexualidad. Hay mucho machismo. Y están los estereotipos de que los hombres tienen que parecer más fuertes y masculinos; pero es un poco triste. Recuerdo cuando yo no era abierto e intentaba parecer una cosa que no era. Y cuando empecé a conocer amigos en Río de Janeiro, que eran parecidos a mí, fue cuando entendí que no tenían problemas. Ellos no se escondían. Me sentí bien cuando empecé a ver personas que eran como yo”, revela João.
El momento en el que les habló a sus padres sobre su orientación sexual fue estresante. Pero, luego, reconfortante (y liberador). Fue durante la pandemia. “Yo me entrenaba en San Pablo, pero dijeron que se iba a cerrar todo y me volví a mi casa. Hacía tiempo que no estaba dos o tres semanas con mi familia, bajo el mismo techo, conviviendo tanto. Siempre iba a Recife, pasaba cinco días y me volvía a entrenar. Un día mi madre me dijo que me sentía un poco diferente, que estaba más serio. Yo siempre fui un chico alegre, que hacía chistes. ‘Estás muy triste, estás diferente. ¿Está pasando algo?’, me dijo”, rememora el tenista.
Y prosigue: “Al principio no les dije nada, pero pasaron unos días y les conté. Fue un shock para ellos, tardaron en digerirlo y entenderlo, pero después me dijeron que me aman y que me apoyan. Esa fue la parte más fuerte para mí, mucho más que el año pasado cuando publiqué la foto. Contárselo a mis padres y a mis amigos próximos… estaba cagado (sonríe). Pero no tuve una persona que no me aceptara como soy. Por eso estoy orgulloso de mi círculo familiar”.
Reis da Silva no hizo pública su intimidad para convertirse en una referencia de la comunidad LGBTIQ+ en el deporte; lo hizo por él. “No quiero ser ningún ejemplo. Estoy en mi mejor ranking por pensar cien por cien en el tenis y no quiero que eso cambie. Quiero mejorar cada vez más. Al principio, cuando lo conté, fue difícil para mí, porque mi rutina no cambió, pero sí se presentaron otras cosas en mi cabeza. Me ofrecieron hacer publicidades, campañas, charlas… y no quise. Un jugador de tenis ya tiene mucha presión y cosas que pasan por la cabeza. Y cuanto más simple es el día a día, mejor podés resolver dentro de la cancha”, argumenta el diestro de revés de dos manos y 1,78m, que construye su juego sobre la línea de fondo y un intenso despliegue físico.
Antes de contar su historia, João recuerda y lamenta haber escuchado comentarios homofóbicos en los torneos y en los gimnasios. Pero celebra el cambio que advirtió en los mismos ambientes una vez que declaró ser gay. “Noté un respeto al entrar en esos mismos lugares. Pero creo que es normal: cuando conocés a una persona que está cerca de ti que es gay, dejás de hablar y de hacer daño. Los jugadores de la gira de Sudamérica muchos ya lo sabían; los brasileños sabían porque conocían a Guilherme”, dice y celebra que se esté mejor como sociedad en muchos aspectos que antes ni se mencionaban.
“Es cada vez mejor, pero hay mucho por mejorar. Es 2025 y yo soy el primer tenista que habló algo… es curioso. No creo que yo sea el único -añade-. Si ves en otros deportes, hay más ejemplos. Pero si soy capaz de venir un día, como hice en diciembre, y subir una foto con mi novio es porque las cosas están mejor. Hay países en los que ni se puede decir que sos gay. Me acuerdo cuando yo tenía 16 o 17 años: lo nervioso que me ponía si alguien se enteraba o sospechaba que era gay y hoy yo soy capaz de hablar abiertamente sobre el tema. Antes tenía miedo; hoy ya no. Mis padres están contentos”.
Comenzó a jugar al tenis a los tres años, tratando de imitar a uno de sus hermanos mayores (tiene dos), que jugaba torneos juveniles en Recife. Sus padres también jugaban al tenis y, de chico, João se pasaba todo el día en el club, llamado Squash Tennis Center. A los nueve años empezó a jugar torneos brasileños, a los doce ya era uno de los cinco mejores del país en su categoría y, más tarde, participó en la gira COSAT, coincidiendo con los argentinos (y luego campeones en el ATP Tour) Sebastián Báez, Juan Manuel Cerúndolo y Facundo Díaz Acosta, entre otros. Siendo junior fue N° 30 del ranking en 2018, integró un equipo de jugadores que tuvo el apoyo económico de la ley de incentivo al deporte que existe en Brasil y compitió en EE.UU. y Europa.
Rafa Nadal y, sobre todo, Jo-Wilfried Tsonga, siempre fueron sus ídolos deportivos. “Cuando sabía que estaba jugando, yo paraba todo y me lo ponía a ver”, apunta sobre el francés, que fue 5° en 2012.
Coincidencia o no, su mejor rendimiento surgió después de la popular publicación en su Instagram. “No fue solamente por eso. Sería egoísta de mi parte. Con mi equipo, de un año para acá, hicimos un trabajo intenso, no sólo de tenis y físico, sino en la madurez. Me siento más experimentado. Hoy entro en la cancha y sé qué hacer cada vez más. Pasé mucho tiempo resolviendo sin la forma correcta. Empecé a entender el tenis mucho más. Puede ser que esté más tranquilo por lo que decidí hacer, sí. Es un cúmulo de cosas”, describe.
Disfruta cuando compite en la Argentina: este año actuó en seis Challengers y ganó uno, en Santa Fe, en junio. Destaca “la cultura” tenística que existe en nuestro país a diferencia de Brasil, donde sigue siendo un deporte “caro y de clase alta”, aunque celebra que después de la pandemia el deporte se masificó. Obviamente, la irrupción deJoão Fonseca ayudó a que el tenis sea cada vez más popular en el gigante sudamericano. “Aquí en Brasil somos amantes del fútbol, como en Argentina, pero hoy todos conocen a Fonseca. Las personas de mi ciudad, cuando me ven, me preguntan por João. Lo que se vive es casi como en la época de Guga (Kuerten)”, destaca sobre el joven campeón del ATP de Buenos Aires en febrero pasado. El aumento de juniors destacados (Luis Guto Miguel, 13° de la categoría, por ejemplo), el acompañamiento de patrocinadores y la valiosa infraestructura son un combo que potencian el tenis de Brasil.
Ahora, el objetivo de Reis da Silva es ser uno de los mejores cien tenistas del mundo y jugar los Grand Slams (hasta ahora, sólo actuó en la qualy del último US Open y perdió en la primera ronda).
Tiene un sueño y espera cumplirlo el año próximo: llevar a su mamá a verlo jugar en Roland Garros. Hace algunos días, cuando María Elena llegó a Costa do Sauípe, sorprendió a su hijo con una anécdota. “Me dijo: ‘Joao, ¿te acuerdas de lo que me dijiste acá cuando tenías siete años?’. ‘No, ¿qué dije mamá?’. Cuando en Sauípe estaba el Brasil Open vine como cinco años a verlo y en una de esas veces la miré a ella, en ese momento estaba jugando un brasileño en la cancha central, creo que Thomaz Bellucci, miré al equipo del jugador y le dije: ‘Un día tú te vas a sentar ahí a verme jugar’. Me contó esa historia y dije: ‘Nooo, no puede ser’. Hoy, 18 años después, se concreta”, se emociona Reis da Silva.
Anoche, sus padres siguieron con emoción el partido por la primera ronda ante el argentino Santiago Rodríguez Taverna, que terminó imponiéndose por 6-7 (2-7), 6-4 y 6-2, en dos horas y 31 minutos. João no pudo obsequiarles un triunfo, pero nadie le quitó la alegría a María Elena y Antonio.
En diciembre se cumplirá un año del momento en el que Reis da Silva hizo pública su homosexualidad. Desde entonces, todo siguió mejorando. “Estoy muy feliz como jugador y como persona. Tenía una parte de mi vida que estaba un poco… no sé, es como que me sentía distinto, no tenía a alguien para conversar de todo lo que pasaba en mi cabeza. Me sentía mal, esperaba por un día mejor. Y si pudiera hablar con el João de 16 años, el que todo lo procesaba por dentro, le diría que tenga calma, que todo va a pasar y que un día se sentirá libre”.