Con cuatro grandes premios y dos Sprint Race para el desenlace de la temporada, el campeonato de Fórmula 1 redescubre la emoción y el suspenso que se desdibujó durante varios pasajes del calendario. Con McLaren al frente, aunque el tablero cambió de mando con la victoria aplastante de Lando Norris en el circuito Hermanos Rodríguez, de Ciudad de México. Un éxito contundente, con un dominio absoluto, para saltar a la cima del Mundial de Pilotos y hundir un poco más a un desorientado Oscar Piastri, compañero de garaje que traza una curva descendente al extremo de ceder el liderazgo.
Los papeles se invirtieron en la escudería de Woking. El sexto triunfo en el año, el décimo de su recorrido en el Gran Circo, tiene una connotación singular para el futuro: el británico dio el golpe en la mesa que tantas veces se le reclamó y aunque apenas un punto lo separa de Piastri –357 a 356-, el festejo lo expone con una fortaleza conductiva y el espíritu robustecido para encarar el resto del curso.
El primer golpe Norris lo enseñó el viernes, con el tiempo de vueltas en la tanda larga que recrea una carrera. Un simulacro en el que enseñó tener el mejor ritmo con el MCL39, un auto que en los recientes grandes premios quedó eclipsado por el fabuloso rendimiento de Max Verstappen, aunque ratificar el supuesto dominio en la prueba de clasificación con un giro fantástico lo impuso como principal candidato al triunfo. Absorber la presión era un reto para el británico, porque los principales contendientes en la pulseada por la corona partían desde el séptimo (Piastri) y quinto (Verstappen) cajón de la grilla. No titubeó al apagarse los cinco semáforos rojos y con un lanzamiento perfecto despejó todos los fantasmas que pudieron rodearlo.
Una partida limpia hizo que transitara sin sobresaltos la caótica primera curva, donde los incidentes detrás suyo se multiplicaron, con salidas de pista, reclamos, devoluciones de posiciones para evitar una sanción y castigos, como el que recibió Lewis Hamilton (Ferrari), que penalizó con 10 segundos por salirse de los límites de la pista, no reingresar por la vía de escape y así ganar ventaja.
Los 36s324/1000 que reflejó el clasificador final sobre el primer escolta Charles Leclerc (Ferrari) son una contundente muestra de la superioridad de Norris, que realza su figura en un pasaje crucial de la temporada. La guerra psicológica que intentó establecer el monegasco, que lo desafió tras la qualy con un “no tengo nada que perder, pero él sí”, quedó desajustado ante el ritmo arrollador del coche color papaya que lleva el N°4.
Sin salirse de caja, Norris anticipó que estaba en México para ganar y demostró que no se trató de una simple frase para salir del paso ante los medios. “Estuve concentrado y centrado en mí mismo. Necesitaba una carrera sin líos y para eso era determinante una buena salida y una mejor primera vuelta. Desde ahí se hizo más fácil”, analizó ante el griterío ensordecedor del público en el Foro del Sol, antes de treparse al podio. “Estaba relajado, creo que mejor de los que me rodeaban en la grilla. Quería ganar en México, conseguir mi primera victoria en este circuito”, completó, y agradeció a la afición, que en la nueva era de la F.1 en el país ya sumó más de 3.200.000 visitantes en la última década.
La nueva posición en el campeonato dibujó una sonrisa en el rostro de Norris, que igualmente entiende que son seis durísimas batallas la que restan para cumplir el sueño de campeonato. “Esto va a ser de fin de semana en fin de semana. Estoy contento, me centro en mí mismo, bajo la cabeza, ignoro todo… Y está funcionando lo que hago”, explicó sonriente, quien en un puñado de grandes premios atrás era víctima de los males que azotaban a McLaren, con pitstop lentos, despistes, accidentes y hasta un fallo que lo empujó a abandonar en Países Bajos, cuando la F.1 regresó tras el receso, y 14 puntos lo distanciaban de Piastri.
Con un implacable Norris, minimizar daños era la única meta para Piastri y Verstappen. Cada uno lo hizo a su modo, aunque el australiano quedó más tocado que el tetracampeón: no logró sostenerse en la cima del campeonato y el quinto casillero en el clasificador final ratificó la baja performance que lo acompañó durante el fin de semana. Correr siempre con aire sucio, enredado, y con la obligación de superar autos impidió gestionar los neumáticos y esperanzarse con un mejor desempeño. Descubrir cómo lo afectará este declive –sumó 32 puntos en las últimas tres fechas, contra 64 de Norris y 91 de Verstappen- y ahora remar desde atrás, exámenes que tendrá que empezar a rendir en dos semanas, en San Pablo.
Cinco veces ganador en este circuito, Verstappen no asomó como candidato esta vez. El propio piloto se quitó ese cartel antes de correr y el tercer puesto fue un resultado satisfactorio, por las sensaciones que le brindó el RB21, que se apagó en los 2280 metros de altitud de Ciudad del México. “Eran otros tiempos. El año pasado las cosas no funcionaron, esa era la última referencia que teníamos”, apuntó el sábado, aunque tras completar el podio observó al escenario con otra perspectiva: “Un poco más contento. Un fin de semana complicado, y poder luchar por un segundo puesto con todo lo que sucedió en la primera vuelta es un gran resultado”, relató, en referencia a los incidentes en los que estuvo involucrado. Primero con George Russell (Mercedes) al final de la recta, y después en la Curva 4, con Hamilton.
El cambio de mando en la cabeza de las posiciones del campeonato, permitieron recortar cuatro unidades: MadMax llegó con una desventaja de 40 puntos ante Piastri y se marchó abajo por 36, frente a Norris.
Con 116 puntos en juego, Norris se enseña en alza y su compañero Piastri debilitado. Si los pilotos de McLaren se quitan puntos entre ellos, Verstappen tendrá chances de soñar.

