Las urgencias eran de Racing, que se había ido al entretiempo sin poder vencer a Agustín Rossi y seguía debajo en el resultado global por el 1-0 de Flamengo en el Maracanã, durante el primer duelo. Por lo tanto, 45 minutos ya significaban un margen pequeño para las necesidades del local, que empezaría a jugar contra el pesado rival, la presión de hacer un gol y el tiempo. Sin embargo, a los 10 minutos de la segunda parte, Gonzalo Plata, extremo ecuatoriano del Mengão, aumentaría las esperanzas académicas a raíz de un insólito accionar por el que vio la tarjeta roja.
Luego de trenzarse con Marcos Rojo en una jugada cercana a la mitad de la cancha, en la que fue tomado en el cuello por el zaguero argentino, cayendo ambos al piso, el futbolista visitante quedó tendido. Algo que el 6 no toleró, por el tiempo de juego que podía perderse ante la atención del árbitro, por lo que fue a buscarlo y a intentar levantarlo. No de una forma amigable: le puso una palma de la mano sobre la espalda, pero usó los dedos de la otra mano para agarrarle el pelo enrulado.
Ahí mismo, el joven de 24 años reaccionó, olvidándose de cualquier golpe que aparentaba padecer. Lanzó un manotazo cercano al bajo vientre del defensor que supo jugar la final del Mundial de Brasil 2014. El árbitro chileno Piero Maza estaba en otro sector ocupándose de otra discusión con el juego detenido, pero el juez de línea se había acercado para interceder entre los dos protagonistas. El ecuatoriano no se percató de la presencia del mismo, no pensó en su equipo ni en la existencia del VAR, su impulso le jugó una mala pasada y la presencia del asistente ayudó para que la tecnología no tuviera que interceder.
Inmediatamente lo llamó a Maza y éste le mostró la tarjeta roja. Por más que Plata se quedó en la cancha más de cinco minutos, buscando que desde la cabina corrigieran la expulsión o bien que Rojo también se fuera expulsado, no se cambió la decisión y dejó a Flamengo con diez hombres durante más de 40 minutos.
Cabe recordar que al ecuatoriano ya lo habían echado ante Estudiantes, en la ida de los cuartos de final que Flamengo le ganó por 2-1. Aquella vez, equivocadamente: punteó una pelota antes de que Facundo Rodríguez la despejara en el área, el árbitro observó la suela levantada para meter la plancha y decidió sacarle la tarjeta amarilla. Como ya tenía una, se fue expulsado, sin posibilidad de que el VAR corrigiera a Andrés Rojas, el árbitro de aquella noche.
En realidad, el defensor del equipo platense le había pegado una fuerte patada sobre la línea del área, por lo que -además de no expulsar a Plata- el árbitro colombiano bien pudo haber cobrado penal para los cariocas. Todo desembocó en un reclamo de Flamengo ante la Conmebol, que días más tarde le hizo caso al pedido y le quitó la roja. Esta vez, poco podrán hacer desde Río de Janeiro: Plata no podrá jugar la final en Lima, ante Liga de Quito o Palmeiras, que definen este jueves en San Pablo.
Rojo, por su parte, sería protagonista -a los 28- de otra decisión arbitral de expulsión directa. Esta vez, dirigida a él. Saltó para disputar con la cabeza una pelota a la que también fue el defensor central Leo Pereira y ambos cayeron al césped: si bien ambos terminaron golpeados, el árbitro chileno se quedó con la imagen de la extensión del brazo del excentral del Pincha, y creyó que había usado el codo con una fuerza desmedida, merecedora de una expulsión.
Estaba equivocado. Rojo abrió el brazo, pero apenas lo tocó en el pecho y sí hubo un choque de cabezas. Eso fue lo que provocó el grito de Pereira y el masaje de Rojo sobre el cuero cabelludo. Piero Maza fue convocado al monitor y con apenas dos repeticiones se dio cuenta de su error. Una vez habilitado el micrófono, le explicó al estadio su decisión final, y anuló la expulsión.
No se salvaría de una amarilla, eso sí. Faltando seis minutos, cortó un contragolpe que iniciaba Bruno Henrique, al que golpeó en el aire con el costado del cuerpo.

