Todo fue complejo, arriba y abajo del ring del ANB Arena de Riad, para el bonaerense Fernando Martínez (51.300 kg) tras su estrepitoso traspié ante el estadounidense Jesse “Bam” Rodríguez (51.980 kg) en el amanecer del desierto arábigo que le transmitió, a modo de verdugo, dos sensaciones contradictorias para su nueva vida, sin títulos mundiales: el resguardo personal y familiar que implica una ganancia casi millonaria por un combate como éste –se ignora el monto final pero constituye una de las cuatro bolsas mas suculentas de la historia del boxeo nacional-. Y la desalmada asociación a una nueva palabra en su presente: excampeón, una de las situaciones más crueles para un púgil acostumbrado a las mieles del éxito como él.
Mas allá de todas las frustraciones técnicas y estratégicas de su fallido intento de pelear en corta y media distancia, con el potente estadounidense Jesse “Bam” Rodríguez, que lo demolió round tras round, hasta obtener su victoria por KOT en el 10°, quitándole el titulo mundial supermosca (AMB). El alto precio físico pagado y sufrido en este revés fue letal, excesivo y gravitante pensando en su porvenir como boxeador a los 34 años.
Martinez digirió esta derrota en su habitación y en silencio. Acompañado por el doctor Walter Quinteros, que intentó mantenerlo despierto en su cama lo máximo posible; sólo hubo una comunicación corta y breve con su esposa Micaela y un mimo para su segunda hija. El dolor, la rabia y la impotencia continuaron con su procesión. La gran inflamación en su nariz y las hemorragias que soportó desde el segundo round del match, merced a los uppercuts notables de “Bam”, postergaron el diagnóstico médico suspicaz de una posible fractura. Pero no se podrá certificar hasta su desinflamación definitiva.
“Lo vi muy ansioso. Y esa zozobra por momentos lo convirtió: de un muchacho cálido, como habitualmente lo es, a un joven avasallante que en los últimos dos días no hizo mas que protestar. Si bien es cierto que al boxeador hay que motivarlo, aquí lo pasaron de vueltas. Y hubo una gran disparidad de conducta entre un equipo al que le sobró profesionalismo (Rodríguez) y una delegación con picos de amateurismo sorprendentes (Martínez)”. El venezolano Gilberto Mendoza, presidente de la AMB vertió estas declaraciones durante la velada ante la consulta de LA NACION.
Llamó también la atención un cruce muy fuerte y desafiante, cercano al cambio de golpes, entre el santafecino Marcos Maidana, ex campeón mundial e integrante del equipo del “Pumita”, con el californiano Robert García, su célebre y viejo entrenador de los grandes cotejos con Adrien Broner y Floyd Mayweather.
Maidana, que llegó sobre la hora acompañado de su hijo mayor: “Yeyo”, interpeló a García por un mal entendido sobre el fallecimiento de su primo “Pileta” Gómez. Afortunadamente las cosas se aclararon.
La transmisión presentada por The Ring y DAZN fue casi de corte partidario priorizando –solamente- los intereses de los boxeadores más cercanos al jeque local Turki Alalshik y los promotores relacionados a esta velada. Se desplazó a “Pumita” de su condición de campeón mundial (AMB) presentándolo como el retador oficial “The Ring”, mítica publicación boxística de más de un siglo que el editor norteamericano Nat Fleischer elevó a lo máximo y que con seguridad los intereses de su nuevo dueño (Turki) ahogarán en el descrédito total.
El titulo y el cinturón “The Ring” no tienen ninguna valía oficial ni reconocimiento de los expertos. Sólo los divulgadores asociados a sus negocios pugilísticos y los publicitas inexpertos incorporan tal información. Martínez fue marginado de la transmisión oficial. Hubo casi cinco minutos de reportaje previo con “Bam” y absolutamente nada con él. Inadmisible e irrespetuoso en este tipo de eventos.
¿Debió ser menos expuesto Fernando Martínez en este match que sólo lo mostró competitivo en el segundo round? Seguramente ¿Debió ser retirado del combate dos o tres rounds antes cuando su nariz, casi no lo dejaba respirar? Posiblemente y hubiese sido lo mejor. ¿Se esperaba más de él? Sí, mucho más. No le salió nada y a “Bam” le salió todo, hasta un KO fabuloso con un golpe en contraataque. ¿Queda algo de aquel “Pumita” vencedor de los asiáticos Ancajas e Ioka? Quizás, pero muchas cualidades sucumbieron en la madrugada de Riad. ¿Qué mantuvo? Una guapeza admirable, valiente hasta la inconciencia que lo llevó ser noqueado bajo el lema: “morir con las botas puestas”.
Nadie sabe con qué espíritu y con qué ganas afrontará su “Volver a empezar”. Aceptó una pelea que todas esquivaban. Por un cheque que todos quieren ganar. Y esa fue ley de juego. Exponerse a lo máximo.
Mantuvo el respeto por su entrega permanente, pero perdió imagen. Nadie sabe, a esta hora, ni siquiera él, qué pasará con su presente. Su máquina de peleador sufrió averías graves que, probablemente, hayan fagocitado muchísimos atributos de ese campeón que sedujo a los argentinos como pocos lo hicieron en los últimos tiempos.


