Sonó el teléfono de Juan Sebastián Verón. No una, varias veces sonó. Voces de aliento del otro lado de la línea, de empatía y complicidades en privado. No de alineamiento… “Hasta la puerta del cementerio”, ese umbral nadie lo traspasa. Como también hubo contactos entre algunos referentes y capitanes de clubes para conversar sobre lo que había ocurrido en el ‘pasillo de honor’ en el Gigante de Arroyito y discutir si convenía mostrar una reacción o proyectar una estrategia. Concluyeron que no.
Nadie se anima a rebelarse contra el ‘Comandante Tapia’. Es más, desde los clubes se apresuran y esmeran por exponer su genuflexión en las redes, como organizadamente lo hicieron muchas entidades del ascenso desde el miércoles por la noche. Todos juntos, en simultáneo, en coreográfica complicidad con los encendidos discursos que ofrecían Tapia y otros dirigentes como Marcelo Achile, vicepresidente de AFA y presidente de Defensores de Belgrano, en la entrega de los Premios Alumni en el predio de Ezeiza. Por cierto, allí Tapia recibió la distinción de platino -nunca se había entregado- por su “labor dirigencial”. Desde el escenario, anunció (desafió) que le quedan muchos años en el cargo.
El miércoles se montó un operativo clamor, a través de las redes y a partir de las instituciones del ascenso, el brazo armado del poder de Tapia/Toviggino. Los clubes -el escudo y los colores traen el impulso y la legitimidad de la historia, nadie se los podría adueñar- se prestaron con secuaz alineamiento. El pedido de la AFA fue directo sobre los presidentes y vicepresidentes, y estos obedecieron a través de los community manager de las cuentas oficiales. No era para Primera, pero por las dudas… Central Córdoba de Santiago del Estero también tuiteó… un par de días antes de su cruce con el enemigo Estudiantes por los cuartos de final del Clausura. Y también Aldosivi… que estuvo al borde de volver a la segunda categoría. Textos desbordantes de gratitud hacia el ‘Comandante Tapia’, dirigentes disfrazados de paladines del injustamente bastardeado patrón.
Clubes de espalda a la gente, a su gente, la que de manera mayoritaria condenó en las redes esos comunicados que no los representaba. Esos hinchas, en este caso los del ascenso, que sufren atropellos arbitrales y ridículos esquemas de competencia. Esos hinchas y socios que pagan mensualmente la cuota y son víctimas de torneos deformados, que se quedaron sin competencias en octubre y no volverán a jugar hasta febrero de 2026. Hinchas que sienten que los excluyen de su pasión, hoy, un sentido de pertenencia casi irremplazable para muchísimos argentinos.
Una grieta crece desde la indignación. Nunca, como ahora, hubo tanta distancia entre la obediencia servil de muchos clubes y el sentimiento de hastío y repugnancia de sus propios hinchas. La cancha y el escritorio en sentidos opuestos. A la par de los manoseos y escándalos que encadenó la AFA en los últimos diez días, muchos simpatizantes eligen expresarse, motorizados por la sensación de ultrajo. En las redes, sí, inundadas de descalificaciones para Tapia, pero también en los estadios, ese ámbito que siempre encierra una resonancia única. Es verdad que la masa y el anonimato envalentonan, pero también es un síntoma: hasta hace poco no sucedía.

Hasta se puede presentar una cadena casi diaria de estallidos, reacciones de rechazo que exceden al ámbito futbolístico. Porque la figura de Tapia se anota entre las más populares del país. El tema es el desprestigio que cosecha en la consideración pública. Vale un repaso veloz:

Tapia ya había recibido todo tipo de insultos en las canchas de Estudiantes y Talleres, clubes enfrentados… Bueno, al menos hasta que el presidente cordobés, Andrés Fassi, firmó un armisticio con Viamonte hace un par de meses cuando se encontró al borde del descenso.
Un posteo de estas horas, en particular, graficó el contraste entre los dirigentes y la tribuna. Y ese club fue Morón, que también se sumó al circo de fidelidad pese al recuerdo cercano de las manipulaciones que sufrió contra Madryn, en las semifinales del Reducido. En las redes estallaron los hinchas del ‘Gallo’, indignados, más desprotegidos que hace unas semanas porque ahora también se sintieron traicionados por la conducción de su club. La lealtad ciega y la reverencia burda asquean tanto como una administración escandalosa. Los hinchas, el monstruo de mil cabezas, están furiosos. Cada día más.


