Los últimos destellos de los Pumas en 2025 devolvieron la imagen de Justo Piccardo convertido en la revelación del año. Si existiera tal distinción no habría dudas de que él sería el acreedor. Su performance en los cuatro partidos finales terminó por confirmar lo que había insinuado al inicio de la temporada. Con sólo 23 años, se convirtió en una de las apariciones más promisorias para el futuro próximo de la selección, en un puesto donde el recambio escaseaba: el de centro. Una aparición tan explosiva como inesperada, ya que saltó directamente del semiprofesionalismo a dar la talla en el máximo nivel internacional, sin atravesar el filtro usual del rugby europeo. Un análisis más profundo, en cambio, permite apreciar que debajo de esa aparente relación causal que asoma en la superficie hay una historia oculta de incertidumbre, riesgos y sacrificios.
“En un momento no estaba convencido de ser jugador profesional”, reconoce Piccardo en diálogo con LA NACION desde Montpellier, en la costa mediterránea del sudoeste de Francia, su nuevo destino. “Siendo tan chico uno tiene que tomar decisiones que por ahí no está preparado, y al no estar seguro no lo quería hacer”.
Después de varias convocatorias sin ver acción, Piccardo debutó en el último partido de 2024, cuando ingresó a los 58 minutos del partido ante Irlanda en Dublín, que los Pumas cerca estuvieron de remontar. Su impacto fue inmediato. Pasaron siete meses para que la selección volviera a salir a la cancha y, ante diversas ausencias, fue titular en el mismo estadio ante British & Irish Lions: fue una de las figuras en un triunfo legendario. Se mantuvo en el XV inicial en la ventana de junio y, aunque perdió protagonismo en el Rugby Championship ante el regreso de Santiago Chocobares, en el último partido ante los Springboks se ganó un lugar como Nº13 y terminó siendo uno de los jugadores más destacados en la gira por Europa de noviembre, incluidos sendos tries ante Escocia e Inglaterra. Pese a su juventud e inexperiencia, demostró no sólo aptitudes físicas sino una gran determinación, al punto que pasó de ser una alternativa valiosa a pelear por un lugar entre los titulares.
Un impacto similar tuvo en Montpellier, poderoso equipo del Top 14 francés al que llegó luego del Rugby Championship para su primera experiencia 100% profesional. Un destino que no se imaginaba apenas tres años atrás, cuando luego de jugar dos años en los Pumitas se debatía entre seguir con su carrera de Administración de Empresas (se graduó en la Universidad de San Andrés a fines de 2024) y seguir jugando en el SIC o intentar el salto hacia el rugby profesional. Tras rechazar la convocatoria a integrar Jaguares XV en el Super Rugby Americas en 2023, aceptó un año más tarde el llamado de Juan Manuel Leguizamón para sumarse a Pampas. El presente prueba que no se equivocó.
“La gran diferencia entre el rugby internacional y el Super Rugby Americas es el ritmo de juego y la intensidad con la que se juega. Los primeros pasos en los Pumas me costaron un montón. Me estuve entrenando seis meses para jugar 20 minutos en el último partido del año”, advierte Piccardo. “Son los distintos pasos que hay que hacer, le guste a quien le guste. En un momento yo había dejado el profesionalismo porque no estaba tan convencido de que era lo que quería hacer. Tampoco me creía listo para encarar una carrera profesional”.
“Siendo tan chico uno tiene que tomar decisiones para las que por ahí no está preparado, y al no estar seguro no lo quería hacer. Tenía que dejar el club, los amigos. Me gustaba mucho jugar en el SIC. Estaba cómodo con recibirme, laburar en una oficina y jugar en el SIC los sábados. Era un proceso mío de madurar, de recibirme, hacer una cosa a la vez, estar seguro de que quería intentarlo”.
–Si te hubiera tocado jugar el año pasado en julio, ¿no habrías estado tan preparado como lo estuviste en noviembre?
–No, ni cerca. En julio los primeros entrenamientos no entendía ni lo que estaba pasando. Por un tema de intensidad, iba a otra velocidad. Llegás ahí viniendo de jugar muy bien en el Super Rugby Americas, pensando que te vas a comer la cancha, y ni cerca.
–¿Entonces no estabas tan convencido de seguir el camino profesional?
–Después de mi primer año en Pumitas tuve la oportunidad de jugar en Jaguares XV en el Super Rugby Americas y le dije que no. No estaba convencido de que esto era lo que quería hacer en mi vida. Siendo tan chico uno tiene que tomar decisiones que por ahí no está preparado, y al no estar seguro no lo quería hacer. Soy de hacer las cosas si estoy convencido. Tenía que dejar el club, los amigos. A mí también me gustaba mucho jugar en el SIC, lo disfrutaba mucho. Estaba perfectamente cómodo con recibirme, laburar en una oficina y jugar en el SIC los sábados. Era un proceso mío de madurar, de recibirme, hacer una cosa a la vez, estar seguro de que quería intentarlo. Una vez que estaba listo, por suerte, me volvió a llamar el Legui [Juan Manuel Leguizamón], me volvieron a dar esa oportunidad y ahí sí no me quería quedar con las ganas de no haberlo probado y fui.
–¿En qué momento te convenciste de que querías dedicarte al rugby?
–Fue progresivo. Estar listo mentalmente para encarar algo así. Yo también me tenía confianza y me gustaban mis chances. Me tenía fe de que si arrancaba podía llegar a ser algo más serio. Si lo iba a hacer, lo iba a hacer a fondo. Tener que venir a vivir afuera, dejar amigos, familia. Se me venía todo ese proceso a la cabeza antes de que pase. Por suerte se me dio lo que pensaba que podía llegar a pasar y bueno, acá estoy.
–¿Cuánto te sirvió la experiencia en Pampas para llegar al rugby profesional?
–En mi caso fue muy importante desde el lado disciplinario, de lo físico, lo nutricional. De encontrar esa disciplina de comer bien, entrenar bien, descansar bien. A mí en ese sentido fue lo que más me aportó. Y también estar cien por ciento pensando en rugby y entrenando rugby. Durante el primer año yo estudiaba, entonces después de Pampas me iba a estudiar, pero eso depende de cada uno. Pero tu obligación era Pampas y era tu laburo. Es literalmente un trabajo profesional. La diferencia es que dura seis meses y después volvés al rugby amateur. Cuando terminó Pampas tuve la suerte de entrar en varias concentraciones de Pumas y pude mantener el ritmo profesional que traía antes, pero no es lo mismo que volver al club sin hacer nada de lo que venías haciendo en Pampas.
–Tuviste varias convocatorias con los Pumas ese año. Terminaste debutando en noviembre ante Irlanda. ¿Te esperabas que fuera tan rápido?
–No, así tan rápido creo que no fue. Los primeros pasos en los Pumas me costaron un montón. Me estuve entrenando seis meses para jugar 20 minutos en el último partido. Y al final es como dice Felipe [Contepomi], él pone a los jugadores cuando los cree listos, no por darles una oportunidad o porque se merecen un cap. En ese momento me sentía bien. Con los argentinos ya había compartido plantel y eran mis ídolos, pero ya los había humanizado. Pero a los irlandeses, de verlos en la tele a estar jugando contra ellos en el Aviva, fue increíble, estaba muy contento.
El boom Piccardo
–Tuviste un año increíble con los Pumas, empezando con un partido histórico en Dublín contra los British & Irish Lions. ¿Qué recordás de esa semana y de esa experiencia?
–Esa semana salió todo perfecto, hasta el partido. El hecho de no tener el equipo completo me gustaba, esa idea de ir de punto. Había varios chicos que venían del Super Rugby Americas y a mí esa idea me encantaba. Esa semana le dio mucha confianza al resto, el equipo nos bancó una banda. A mí me tocó ir de titular desde el minuto uno y todos me ayudaron, me dieron confianza. Todos empujamos para el mismo lado. Adentro de la cancha se sentía una conexión increíble, todos conectados y sabiendo lo que tenía que hacer cada uno. La defensa fue increíble en ese partido. Me acuerdo mucho de estar defendiendo gran parte del encuentro sabiendo que había pocas chances de que ellos entraran.
–¿Cómo viviste el desarrollo del partido y el ambiente en la cancha?
–Lo tengo grabado… el ambiente era increíble. Nosotros hablábamos de que iba a ser una marea roja, como suelen ser los partidos de los Lions, más de locales. Fue increíble.
–Tuviste mucha participación a lo largo del año. ¿Lo esperabas?
–Poder jugar me pone muy contento. Con los increíbles jugadores que hoy en día tenemos, cada chance es una oportunidad y una manera de levantar la mano. La competencia interna está buenísima y recontra sana, pero al mismo tiempo no podés regalar un metro. Eso te lleva a ser mejor y a mejorar el equipo. Ya sea que me tocara entrar ocho minutos o jugar de titular, iba a fondo y trataba de ganarme un lugar. Disfruté muchísimo este año. Ahora estando acá solo en Francia valorás cada vez más juntarte con los chicos. Hay un gran grupo humano donde todos tiramos para el mismo lado.
–En el juego se te notó siempre con mucha confianza. ¿Cómo lo vivís vos?
–Yo trato de salir a disfrutar. Tengo una foto que me mandó un amigo que estoy saliendo a la cancha con una sonrisa. Trato de disfrutar desde donde me toca, de lo que me tocó este año, los estadios, los rivales, de hacer lo que uno mejor hace. No inhibirse y tratar de ser lo mejor posible para el equipo. A veces sale, a veces no, pero trato de seguir con la misma mentalidad.
–Empezaste jugando de 12, pero también lo hiciste de 13 por algunas lesiones, y en Pumitas y en el SIC jugabas de wing. ¿En qué puesto te sentís más cómodo?
–Estoy más acostumbrado al puesto de 12, que es el que más me toca frecuentar. Cuando jugué de 13 marcaba como 12, así que era más un tema posicional de ataque. Obviamente estoy más cómodo de 12, pero donde me toque jugar estoy feliz.
–¿Cómo es Contepomi como entrenador? ¿Qué te aportó?
–Más allá de lo técnico, valoro que es una persona directa y clara para comunicar. Eso hace que su mensaje llegue. Siempre fue honesto lo que me decía. En varias entrevistas dijo que en los Pumas no está para regalar partidos sino para poner jugadores cuando los ve listos. Ese mensaje se respeta mucho. Como entrenador, la manera que ve los partidos y el plan de juego que nos trae él y el staff, se nota que están preparados y que saben un montón de esto. Se nota en la cancha.
–¿Qué balance hacés de lo que fue el año?
–Fue un año muy bueno. Siempre hablamos de seguir mejorando e ir por más. Nos hubiese encantado ganar contra Inglaterra, nos hubiese encantado ganar contra Australia en Townsville y no nos gustó nada perder con Sudáfrica en Durban. Es un equipo que siempre está en busca de mejorar y a eso vamos. Tampoco miramos los resultados, hablamos mucho de no prestar atención al resultado. Hay una forma y un cómo, pero buscamos mejorar siempre y tratar de sacar siempre la mejor versión.
“No hablamos del ranking en nuestras charlas. Si jugaba Australia con Italia, lo veíamos y queríamos que perdiera Australia, no voy a mentir. Pero fuimos a la ventana de noviembre sin pensar en clasificar en el primer bombo al Mundial. Fuimos a ganar los tres partidos”.
–Era un año con mucho foco en el ranking y el sorteo del Mundial. ¿Cómo les afectó esa circunstancia?
–No hablamos del ranking en nuestras charlas. Si jugaba Australia con Italia, lo veíamos y queríamos que perdiera Australia, no voy a mentir. Pero fuimos a la ventana de noviembre sin pensar en clasificar en el primer bombo al Mundial. Fuimos a ganar los tres partidos. Dentro de nuestra concentración no se hablaba del ranking. Parece una declaración un poco de cassette, pero es así.
–¿Qué objetivos se propusieron para 2026?
–Buscamos mantener la vara a la altura de donde la dejamos en noviembre, o incluso mejorarla. A eso vamos a ir. Después veremos lo que pase el año que viene. Queremos arrancar desde donde dejamos este año y seguir creciendo.
–Más allá de los resultados, han conseguido que la gente se identifique con cómo juega el equipo. ¿Lo perciben a eso?
–Sí, hablamos mucho de inspirar a la gente con lo que hacemos, con cómo nos portamos. Después, eso se traduce en el juego. Me lo han mencionado y eso te pone contento, que a alguien le está llegando, porque muestra que va por buen camino.
El rugby en la sangre
Justo lleva el rugby en la sangre. Su abuelo materno Mariano Molina fue apertura del CASI y jugó tres partidos en los Pumas en el Sudamericano del 64. “No tuvo influencia en que vaya al SIC”, aclara. Su padre Juan Cruz jugó 10 años en la primera de Champagnat y llegó a ser capitán. Pero Justo optó por el club de Boulogne cuando su familia se trasladó a Zona Norte, llevado por sus amigos del colegio Pilgrims de Pacheco.
Recibió su primera convocatoria a los Pumitas en 2019, pero la pandemia interrumpió su desarrollo. No hubo mundiales por tres años, aunque sí integró el equipo que jugó el Oceania U20 Championship en 2022. Al año siguiente rechazó una convocatoria a Jaguares XV y terminó siendo campeón con el SIC (jugó la final ante Alumni como wing). Se sumó a Pampas en 2024 y, tras varias convocatorias en los Pumas, debutó en el último partido del año ante Irlanda en Dublín.
Después del Rugby Championship de este año firmó con Montpellier por un año. Hasta hoy, lleva disputados cinco partidos (cuatro como titular) y marcó un try en su debut ante Lyon. No tardaron en surgir rumores de otros clubes interesados en contar con sus servicios, pero recientemente extendió su vínculo con el equipo del millonario Mohed Altrad hasta 2029. Un equipo ambicioso, que siempre busca pelear arriba y está acostumbrado a hacer desembolsos importantes por figuras internacionales como el inglés Billy Vunipola, los escoceses Ali Price y Stuart Hogg y los franceses Arthur Vincent y Mohamed Haouas, además del apertura tucumano Domingo Miotti.
“Vivo en una casa a cinco minutos del club”, cuenta. “Es una ciudad muy linda, con playa, aunque por el clima todavía no me tocó disfrutarla mucho. Todavía no estoy del todo instalado, porque no estuve ni un mes de corrido. Llegué, jugué tres partidos, me fui a los Pumas, volví para jugar un partido y después tuve una semana de vacaciones en Argentina… todavía no terminó de arrancar. Ahora sí se viene un mes y medio seguido a fondo acá, así que estoy con ganas.
–Más allá de que ya estabas en un entorno profesional en Pampas, ahora es algo distinto: vivir solo, estar en otro país y jugar en el Top 14. ¿Cómo viene siendo tu adaptación?
–Vivir solo es un lindo desafío. Por el momento viene más o menos bien. El torneo también es divertido, es otro tipo de rugby, más desestructurado a lo que es un Test Match. Está bueno, es increíble cómo se vive acá, lo pasional que es, y eso a uno lo motiva. Estoy disfrutando, es un muy lindo desafío el que me toca y estoy tratando de pasarla bien y de ir aprendiendo.
–Rugbyísticamente te fue bien: en el primer partido ya hiciste un try y también jugaste de titular a pesar de la intermitencia de ir y volver. ¿Cómo lo viviste?
–Me costó un poco adaptarme a lo que era el sistema de juego. El try fue más de nueve goleador, pero obviamente siempre es lindo arrancar así. Parece que es más fácil o que me fue mejor de lo que realmente fue, siendo realmente objetivo. Un sistema nuevo, jugadores nuevos, idioma nuevo… uno trata de salir a jugar y hacer lo que sabe, pero también se encuentra con distintas cosas. Honestamente estoy realmente contento y apuntando ahora a instalarme definitivamente y consolidarme mejor adentro de la cancha.
–Tenés un argentino en el plantel, Domingo Miotti…
–Sí, claro, Mingo. Me recibió de 10, es un crack. Se portó muy bien conmigo. En su momento vino con mi papá para ayudarme a instalarme. Siempre está a disposición y estoy recontra agradecido porque me ayudó a integrarme y a entender todo. Y adentro de la cancha está teniendo un gran año, y me sirve tener un argentino que me ayude, además de que al ser 10 y 12 es importante entendernos.

