Los venezolanos fueron sorprendidos por la salida del país de Edmundo González, quien llegó a Madrid el domingo en un avión de la Fuerza Armada Española, tras secretos trámites de asilo e intensas negociaciones que duraron un mes.
Aunque la posibilidad de un asilo para el ex diplomático de 75 años estaba sobre la mesa cuando arreció la ola de represión contra los disidentes, especialmente contra los más cercanos a María Corina Machado, para muchos fue una sorpresa constatar ese viaje que “deja más sola” a la líder de la oposición en un país con todo en contra.
“Se preveía que iba a ocurrir y está bien por la integridad física de este señor que se metió en todo esto como héroe designado…Pero siento que esto arrastra a la gente a la decepción de pensar: ‘otra vez nos volvieron a engañar y otra vez se volvió a ir la persona’. Siento que esa va a ser la prueba más dura a superar” para la oposición, resume Rebeca Calaforra, una experta en redes sociales.
González era un absoluto desconocido cuando en marzo pasado fue escogido por Machado y la Plataforma Unitaria, una coalición de partidos opositores, como el candidato único para enfrentar a Maduro en la elección del 28 de julio.
Pero la líder opositora, cabeza de un fenómeno de desobediencia civil inédito, logró endosarle su popularidad e intención de voto de millones de seguidores, según politólogos.
“En realidad, el 80 por ciento de la gente quería votar por un cambio político y hubiera apoyado a cualquiera que representara esa posibilidad real, ya que Machado estaba inhabilitada”, resumía un experto en encuestas.
“¡Coño! Estoy golpeado como todos. No me esperaba que él se fuera, pero entiendo que fue muy rudo” estar en su situación, dijo un profesional independiente que trabajó en la campaña electoral muy cerca de González.
Ese fenómeno electoral ocurrió pese a que la oposición no tiene desde hace años acceso a la radio ni a la televisión abierta; pese a las limitaciones de acceso a Internet que hay en el país, a que la campaña la hicieron recorriendo Venezuela por tierra (Machado tiene prohibido abordar aviones), y bajo permanente acoso policial, con limitados recursos económicos y humanos.
Varios colaboradores o trabajadores informales fueron encarcelados por apoyar en la organización de actos y concentraciones, alquilarle equipos de sonido al partido Vente Venezuela o trasladar en bote o motocicleta a Machado y a González.
La salida del país “fue una decisión muy pensada y analizada por las características de Edmundo y nos favorece porque afuera tendrá mayor libertad de movimiento. La gente al principio lo ha tomado como de huida, pero tras el primer impacto ves que hace más falta afuera que adentro y eso va a tranquilizar al grueso de la población. Pero sí, es una decepción, y mucha”, dijo a Clarín una de las activistas que participó en los llamados ”Comanditos”, organizados por Machado para cuidar y defender el voto ese día de la elección.
El régimen de Maduro considera hoy a los Comanditos como una “organización terrorista” y está a la caza de quienes trabajaron en ellos. La mayoría de estos activistas se fueron del país o pasaron a la clandestinidad.
Las redes sociales y medios internacionales fueron determinantes para difundir las denuncias de Machado de que hubo “un fraude masivo” en la elección y el mensaje de que el verdadero ganador por abrumadora mayoría fue González, como habían anticipado encuestas previas y después el día de la elección.
Ya antes las redes habían sido herramientas fundamentales para a mover la campaña electoral, a transmitir las palabras y desafíos de Machado a policías y militares en remontas alcabalas, cuando le bloqueaban el paso en sus recorridos. También ayudaron a dar a conocer a González, y a organizar la defensa del voto.
Pero hoy están silenciadas o limitadas por la censura y la autocensura. Todos los medios digitales independientes, que son la vanguardia del periodismo en Venezuela, están bloqueados por orden del gobierno en los servidores de Internet y solo es posible acceder a ellos con programas antibloqueo VPN que no todo el mundo sabe usar.
Maduro también prohibió el uso de la red X (antes Twitter) y ordenó a los funcionarios públicos que dejen de usar WhatsApp. Policías y militares en cualquier momento detienen a cualquiera para revisarle sus teléfonos de manera ilegal y si consiguen algún mensaje que consideren subversivo, incitador al odio, o de “terrorismo” el dueño del teléfono se expone a 10 o 20 años de cárcel.
Un puñado de casos bastan para propalar el miedo. Por eso la gente prefiere no compartir mensajes de WhatsApp, aunque sean de una simple convocatoria a una concentración de encabezada por Machado, mucho menos reenviar como antes lo que les llegan por X, a la que se accede con VPN.
En estas condiciones la hegemonía comunicacional del chavismo, con su pleno acceso a todos los medios de radiodifusión tradicionales y digitales, a sus cuentas en Instagram, Facebook, y redes internas de ministerios y empresas estatales, tiene terreno fértil para la desinformación y para tratar de desmoralizar a la oposición.
Por estas horas trata de convencer a la gente común de que todo se acabó y dice que el movimiento opositor que llevó a Edmundo González al 28 de julio no tiene futuro y “ha sido derrotado”, como lo probaría la salida al exilio.
En grupos de WhatsApp o otras redes continuaba el debate a fuego lento. La mayoría de los que se expresan dicen comprender el paso que dio González, pero muy pocos conocen bien o han compartido los mensajes de Machado explicando que la estrategia es que “el presidente electo” asuma el 5 de enero, y que en esa dirección se mantendrá trabajando afuera, y ella desde dentro, con todos los riesgos.
“Consumaron el golpe de Estado. Así de simple. Ahora hay que ver las reacciones de los demás países. Las consecuencias que traerá todo esto”, dice un ama de casa desde el anonimato de un mensaje privado, porque teme comentar estas cosas abiertamente en Facebook, y en X.