Un grupo de gente joven con banderas blancas atadas a grandes palos y el número 24 en gorras y camperas, se agolpa con cantos frente a la puerta principal del canal O Globo en San Pablo. Son los partidarios del influencer de ultraderecha Pablo Marçal y ese su número de lista, un acaudalado empresario de pasado opaco y discurso violento, con 5 millones de seguidores en Instagram. Ha sido la sorpresa en la campaña de las elecciones por la alcaldía de esta gigantesca ciudad, el premio mayor de las más de 5.500 votaciones de este domingo en Brasil.
Es noche del último debate este jueves, y sus rivales en ese encuentro lo señalarán sin vueltas frente a las cámaras como el candidato de la mayor mafia narco brasileña, el Primer Comando Capital. Marçal, que ha tenido frases hirientes contra las mujeres y califica de comunista a casi todo, pero a la prensa en especial, incluyendo al influyente Folha de Sao Paulo, marcha con serias posibilidades de pasar a la segunda vuelta.
Desplazaría así desplazando a la derecha dura bolsonarista que defiende con poco entusiasmo la reelección del actual alcalde, Ricardo Nunes. El otro postulante con posibilidades es Guilherme Boulos, acompañado por Marta Suplicy, una exitosa ex alcaldesa paulista del PT y por el propio presidente Lula da Silva.
En las redes y en los sets, Marçal se ha lanzado contra este dirigente, en la suposición de que está ahí la pelea por el balotaje del 27 de octubre. No le fue bien. Su perfil fue suspendido por la Justicia después de que acusara sin pruebas y constantemente a Boulos de ser consumidor de cocaína. La noche de este debate, el delfín de Lula mostró un certificado médico que prueba que no es adicto “porque sabía que iba a regresar con los ataques y las mentiras”, dijo. Un efecto en cámara que violó reglas, pero logró impacto.
Jose Luis Datena y el sillazo a Pablo Marcal. Foto: archivoSegún las encuesta de Datafolha, uno de los institutos de mayor prestigio aquí y que pertenece al grupo Folha, Nunes, que es bolsonarista pero no pertenece al partido del ex presidente, reúne 27% de las intenciones de voto. Le sigue Boulos con 25%. Tercero está Marçal con 21%. Se verá el domingo si estos datos se confirman, pero para el influencer son inventos “de la comunista Datafolha”. Otra encuestadora, Big Data, eleva a Boulos al primer lugar con 26% y deja a los otros dos con 25% cada uno. Eso sería empate técnico. De eso no habló el candidato.
Marçal defiende a Bolsonaro, según dice, “porque está luchando contra un grupo de comunistas”, pero solo hasta ahí lo acompaña porque se promociona como el líder de la totalidad de la derecha brasileña, es decir, el relevo del polémico ex presidente. También se distancia incómodo de la comparación con el argentino Javier Milei que le plantean los periodistas.
Creciendo de la nada
Su notoriedad comenzó ya en 2022 cuando se postuló a la presidencia y enarboló un discurso semejante a Bolsonaro. Ahora, de vuelta al ruedo, ha crecido desde la nada galopando sobre una catarata de escándalos, bulos y agresiones muy duras que dispara contra sus rivales, en una escalada verbal que en un anterior debate acabó cuando un oponente furioso le descargó una silla.
Poco después uno de sus asesores, trompeó a otro de un rival, también frente a las cámaras. Promete que llegará a ser presidente y su primera tarea faraónica será trasladar la capital desde Brasilia hacia Maranhão en el Nordeste. Locuras pero que dan títulos, audiencia televisiva y atención en las redes.
El pasado de este hombre, que se presentó ante los periodistas entre ellos Clarín, acompañado de su esposa para intentar disolver las críticas de machista y misógino que le han llovido, es lo que afila las espadas de sus oponentes. Ha llegado a sostener que “las mujeres son inteligentes, no votan mujeres”.
Pablo Marçal en San Pablo, camino a las elecciones del domingo. Foto: AFP Tamara Amaral, la candidata a la intendencia paulista del PSB, una fuerza de centroizquierda, recordó lapidaria que Marçal fue “procesado por estafa por la justicia y, por lo tanto, no debería ser candidato a nada. Que esto suceda es una culpa colectiva de todos nosotros”.
El controvertido dirigente cuenta con una fortuna declarada de más de 36 millones de dólares, distribuida en una docena de empresas entre otros negocios. Un universo que amasó antes de los 40 años de edad. Detalles que promueven suspicacias, pero que no afectan su imagen. Busca que hablen de él y vaya que lo consigue.
Frente a ese panorama, la periodista Eliane Cantanhêde en Estadao escribió con picardía que ciertamente “nadie sabe cómo Marçal se lanzó en paracaídas en las elecciones a la principal capital del país… ni con quien y principalmente para qué. Pero ya todos saben que vino para perturbar, confundir, provocar, mentir y… dar saltos aún más altos”.
San Pablo, enviado especial
