Tras retirarse el sábado pasado del rugby en su club, San Luis, Agustín Creevy habló sobre los valores del rugby con la contundencia con la que lideró a los Pumas durante más de una década. “Yo detesto decir ‘los valores del rugby’. Te hacen parar en una superioridad que no va”, sentenció.
Apenas unos días después de su retiro oficial, en un partido entre su club de origen y Belgrano por el Top 12 de la URBA, en la que el puntero se impuso por 22-17, dio una extensa entrevista para Clank!, donde habló sin complejos: “Los valores los tiene el fútbol, el vóley y vos en tu casa. No es que hay diferentes tipos de valores. Eso nos mata. El jugador de rugby tiene los mismos valores que cualquiera”, aclaró, desmontando uno de los pilares discursivos del ambiente ovalada.
La frase, lejos de ser una provocación, encierra una mirada crítica sobre la forma en que el rugby se narra a sí mismo. Para Creevy, la repetición de esa consigna refuerza un sentimiento de superioridad que no se corresponde con la realidad. “El valor del rugby es el valor del deporte, el mismo que el de todos los deportes. No por jugar un deporte vos los tenés. No es que somos unos extraterrestres que estamos en otro lado”, planteó. Y fue aún más lejos: “Hay gente hija de puta adentro del rugby como afuera, como en el fútbol, como en tu casa, como en cualquier lado”.
En ese mismo sentido, se refirió a dos episodios que marcaron a fuego la relación entre el rugby y la opinión pública: el polémico no-homenaje a Diego Maradona por parte de los Pumas en 2020 y el asesinato de Fernando Báez Sosa. Sobre el primero, fue directo: “No jugué en ese partido, no estaba. Fue evitable, sí. A nivel institución se debería haber hecho algo, a nivel equipo. Fue un golpe muy grande porque ahí agarra un colapso también con el rugby de nuevo”. La omisión de un gesto desató, en su momento, una oleada de críticas.
El segundo caso, el del crimen cometido en Villa Gesell por un grupo de jóvenes vinculados al rugby, marcó un punto de quiebre. Creevy no esquivó el tema al ser consultado por el entrevistador: “Lo de Báez Sosa, el asesinato, fue una locura. Eran tipos que decían jugar al rugby. Se agarran de los valores del rugby. Yo detesto decir ‘los valores del rugby’, me cansa”. Para él, ese tipo de hechos extremos pone en evidencia lo riesgoso de atribuir valores morales a una práctica deportiva sin examinar las conductas concretas de quienes la integran.
En esa línea, defendió la amplitud del deporte y su potencial de inclusión, sin necesidad de mitificaciones: “¿Sabés cuántos clubes pobres hay jugando al rugby y cuánta gente salió de la calle por jugar al rugby? Pasa con todo, no es solamente el rugby”, sostuvo. Lo que rechaza no es el impacto positivo que puede tener el deporte, sino la idea de que el rugby sea intrínsecamente superior al resto.
A sus 40 años, después de haber jugado en Europa y de convertirse en el primer Puma en alcanzar los 100 test matches, Creevy eligió retirarse en su club de origen. El sábado pasado jugó los 80 minutos completos en la cancha de San Luis, en La Cumbre, ante Belgrano Athletic, y al final fue homenajeado por compañeros, rivales y dirigentes. Recibió una placa, una camiseta firmada y una pelota conmemorativa, además del aplauso cerrado de su gente.
Pero en su recuerdo no está solo ese partido, sino otro mucho más lejano geográficamente, aunque igual de simbólico. Creevy identificó como su verdadero final, emocional y deportivo, al histórico triunfo ante los All Blacks en Nueva Zelanda en 2024 por 38-33. “Quiero retirarme en ese partido porque ya está, ya llegué a un punto que no quería más”, contó. “Ganarle a los All Blacks en Nueva Zelanda con un try, ya está. Después de 20 años. Parecía que era un sueño, porque yo lo he soñado bastante”.
El relato de aquel momento todavía lo conmueve. “Estaba tirado en el piso en un ruck, acá arriba lo tenía a Pablo Matera, lo miro con los ojos llorosos, digo, ‘ganamos’. Y todavía no podía creer que estábamos ganando. Todavía no había terminado, era patear la pelota afuera y ganábamos. Y yo lo miraba y le decía… ‘sí, ganamos, ganamos’. Y cuando se pateó la pelota afuera, te juro que era… Yo pensé que era un sueño y dije, bueno, ahora me van a levantar”, recordó.
La emoción fue tan desbordante que en plena nota postpartido soltó una frase en inglés que lo persigue hasta la actualidad: “Dije una taradez ahí en la tele, tenía una cámara rápida, empiezo a hablar en inglés. Y digo, this is fucking amazing. En medio de todo, mi mujer lo estaba viendo desde Londres y agarrándose la cabeza. Se cagaban de risa, pero sabían que como no hablaba inglés…”, contó, entre risas.
La carrera de Creevy se cierra con esa mezcla de épica deportiva, honestidad emocional y revisión crítica. Su legado trasciende los partidos jugados o los tries apoyados. Se retira como el Puma que no solo lideró desde adentro de la cancha, sino también desde afuera.