BOLONIA (Enviado especial).- El BolognaFiere es una suerte de pequeña ciudad dentro de esta mismísima capital de la región de Emilia-Romaña, en el norte italiano. El centro de exposiciones, con pasillos interminables y una superficie total de 375.000 metros cuadrados (equivalente a siete predios de La Rural), tiene veinte pabellones climatizados, con entradas independientes que permiten la realización simultánea de distintos eventos. Esta semana y hasta el domingo es el hogar del Final 8, la exclusiva y última etapa de la Copa Davis, donde la Argentina será uno de los países protagonistas, midiéndose este jueves con Alemania. Sin Jannik Sinner, el gran referente local, que el mes pasado anunció su ausencia, Carlos Alcaraz era el imán, pero el español terminó la final del Masters de Turín con dificultades físicas y, tras una resonancia que mostró una lesión en el isquiotibial de la pierna derecha, renunció al equipo.
“Siento muchísimo anunciar que no voy a poder jugar con España la Copa Davis en Bolonia… Tengo un edema en el isquiotibial de la pierna derecha y la recomendación médica es no competir. Siempre he dicho que jugar por España es lo más grande que hay y me hacía mucha ilusión poder ayudar a pelear por la Ensaladera. Me voy dolido a casa…”, publicó Alcaraz en sus redes sociales, a las diez de la mañana de esta ciudad, sacudiendo el mundo de las raquetas. Lo que eran informaciones periodísticas la noche anterior, el protagonista lo hizo oficial. El equipo capitaneado por David Ferrer, que el jueves se enfrentará con la República Checa, por la misma llave que la Argentina, sufrió un mazazo. El brillante murciano, que en su cuerpo tiene tatuajes de fechas o trofeos simbólicos, había dicho que soñaba con grabarse una Ensaladera de plata, pero, al menos por esta temporada, seguirá siendo una cuenta pendiente.
“Carlos tenía un edema que venía arrastrando de Turín y jugando la final se resintió. Vino, se hizo la resonancia y los dos equipos médicos, el de él y el del equipo, coincidieron en que corría muchísimo riesgo si jugaba. Es una pena para el equipo. Claro lo que lo resentimos. Pero, bueno, si estamos aquí en las finales es gracias a todos ellos y lo quiero resaltar”, sentenció Ferrer, durante una rueda de prensa, señalando y ensalzando a los cuatro jugadores que competirán en Bolonia, Marcel Granollers, Jaume Munar, Pablo Carreño Busta y Pedro Martínez (Alejandro Davidovich Fokina, 14° del ranking, tuvo diferencias con el capitán y no estuvo disponible). “Ayer fue un día duro, pero hoy vengo a ver la luz, tengo fe y confianza de que podemos hacer buenas cosas”, añadió Ferrer, con el mismo ímpetu que lo caracterizaba como jugador (3° en 2013).
Antes de dejar la concentración boloñesa y regresar a Murcia, el líder del ATP Tour envió un mensaje de despedida y apoyo en el grupo de WhatsApp del equipo. “Más que nunca somos un equipo entre nosotros y eso puede hacer la diferencia”, en envalentonó Pedro Martínez, 95° del ranking. En otro contexto, una retirada como la de Alcaraz, directamente tendría un efecto fulminante para un equipo. Pero España conoce de remontadas épicas. Lejos de intimidarse y sentirse derrotados antes de jugar contra los checos, los españoles recurrieron a un recuerdo que marcó un antes y un después en la historia del país en el torneo por la Ensaladera: la victoria en la final de 2008 ante la Argentina, en Mar del Plata, sin Rafael Nadal, que se bajó once días antes de la serie, por tendinitis. Entre subestimación y conflictos internos (por el premio y la velocidad de la superficie), el final ya es -tristemente, para los albicelestes- sabido: 3-1 de los visitantes y celebración española en la costa bonaerense.
Entonces, ¿por qué no pensar en un éxito frente a un rival que tiene a tres singlistas fortísimos (Jiri Lehecka, 17° del mundo; Jakub Mensik, 19°; y Tomas Machac, 32°)? España busca recurrir a ese mismo espíritu épico.
“Estuve en el equipo, no pude jugar, pero fue una de las experiencias más fuertes que vi”, rememoró Granollers, que tenía 22 años en 2008. Hoy, con 39 y una ilustre/longeva carrera como doblista, compañero de Horacio Zeballos, amplió: “Cada uno de nosotros hemos demostrado que somos buenos jugadores, que podemos competir en cualquier situación; todo puede pasar y estamos preparados”. Munar (36°) se sumó: “Aquella de Mar del Plata fue una victoria apoteósica para nuestro país. Obviamente nuestro equipo puede parecer más débil ahora, sin Carlos, pero nuestro ambiente es bueno y el tenis, por suerte o por desgracia, es entrar en la cancha y demostrar quién es mejor. Eso tiene que prevalecer por sobre todas las cosas”. Carreño Busta, de 34 años, el más veterano de los singlistas con los que cuenta Ferrer, remató: “Si miramos el ranking de los checos no tenemos nada que hacer, pero eso no juega”.
Tras el cimbronazo por la inoportuna lesión de Alcaraz en este final de temporada, España recurre a sus memorias más movilizantes para nadar contra la corriente. La Argentina, que podría ser el rival español en las semifinales del sábado, observa de reojo, pensando -primero- en Alemania, pero sin dejar de atender la buena chance que se le abre a los capitaneados por Javier Frana.


