Al esperar la llegada de los All Blacks en la puerta del Hotel Emperador, un grupo de chicos del colegio Los Robles se sorprende al ver a los jugadores descender del ómnibus. No por su tamaño o su expresión temible, ni siquiera por su cordialidad para sonreír para una selfie o firmar alguna camiseta de Champa. A esta altura, después de dos semanas en Buenos Aires, y de 13 temporadas de venir año tras año al país, tales atributos son conocidos por todos. Esta vez el asombro nace de su atuendo: la mayoría está vestida con la camiseta de la selección argentina de fútbol. Hay también quienes llevan los colores de Boca, y uno, los de River, pero las camisetas de la Scaloneta son amplia mayoría: Ardie Savea, Rieko Ioane, Samisoni Taukei’aho, Ethan de Groot, Pasilio Tosi y Finlay Christie lucen orgullosos la celeste y blanca.
A 48 horas de la revancha ante los Pumas, vestir los colores del rival llama la atención. ¿Admiración por el campeón del mundo? ¿Identificación con la Argentina al cabo de dos semanas aquí? Un poco de eso hay, pero la razón última responde a lazos comerciales. “Nuestro patrocinador principal lo es también de Argentina, así que nos subimos al tren del fútbol argentino. Son campeones del mundo, el fútbol significa mucho para el país y estamos contentos de apoyarlos”, explica Scott Robertson, el entrenador de los All Blacks. “Como en cualquier deporte practicado profesionalmente, uno admira a los otros deportistas. La pasión y la obsesión de la gente acá son increíbles, no hay que ir muy lejos para darse cuenta de cuánto significa el fútbol. Jugadores como Messi y todo el equipo argentino son especiales».
El jueves es un día especial para Robertson: festeja su cumpleaños número 51. Nacido el 21 de agosto de 1974, no tuvo una destacada carrera como rugbier de Nueva Zelanda: 23 partidos entre 1998 y 2002 como tercera línea. Pero en la Argentina se lo recuerda bien: es el autor del try que sobre el final implicó el triunfo sobre los Pumas en el test match celebrado en la cancha de River en 2001. Enfrente estaba Felipe Contepomi. En cambio, se destacó como entrenador de Crusaders, equipo al que llevó a conquistar el Súper Rugby en tres ocasiones seguidas (la última de ellas, al vencer en la final a Jaguares, en 2019) y el Super Rugby Pacific cuatro veces, consecutivas.
Aquel try a los Pumas
Robertson celebra el aniversario preparando a su equipo en Newman y luego recibiendo a tres medios en una conferencia de prensa. Claro que los festejos empezaron un día antes: en Nueva Zelanda, el miércoles argentino ya era jueves local. Un asado a la estaca preparado por Christian Petersen en el Club San Fernando que incluyó costillar, cordero patagónico y mollejas, entre otras exquisiteces, fue una suerte de obsequio. “Estuvo increíble”, elogia Robertson. “Pablo [Matera], cuando vino [a Crusaders], pasó horas mostrándonos el proceso con muchísimo orgullo y alegría. Nos dimos cuenta de que lo importante es eso, casi más que la carne misma. Es todo un evento. Nos han atendido de maravillas. Estamos agradecidos”.
“Irreal”
–Ha estado varias veces en Argentina como jugador y entrenador. Aquí recordamos especialmente la de 2001. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos?
–En 1995 tuvimos el Mundial Juvenil acá, Argentina, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Yo jugaba en los Junior All Blacks y Felipe [Contepomi] era el 10 de Argentina. Fue muy especial; mis primeros recuerdos. También me entrenaba en los clubes, viendo cuánto significaba el rugby para la gente. Sus clubes están muy conectados, son una gran comunidad. Eso me marcó mucho. Y también vi lo grande que es Buenos Aires y la cantidad de tráfico; menos mal que tenemos escoltas para movernos. Fueron unas semanas geniales.
–¿Qué cosas le llaman la atención del rugby argentino?
–Tuvimos la suerte de entrenarnos en algunos de sus clubes, en sus canchas, en sus instalaciones. Las instalaciones, las canchas, la cantidad de jugadores, la profundidad en juveniles… La calidad del rugby de clubes acá es muy impresionante. Tuve la fortuna de entrenar en clubes argentinos y lo que más valoro es la estructura, cómo están formados los clubes, la cantidad de jugadores: más de cinco equipos en plantel superior, dos o tres equipos por cada división juvenil. Toda esa estructura de clubes es lo que más admiro del rugby argentino.
–Se enfrentó muchas veces con Felipe Contepomi, como jugador y como entrenador. ¿Lo conoce personalmente? ¿Qué puede decir de él?
–Es un hombre de rugby muy inteligente. Conoce el juego. Es muy apasionado, como todos los argentinos, por su país. Gran jugador, gran entrenador y una buena persona.
–Entrenó a Matera en Crusaders…
–Sí, obviamente. Mi amigo Pablo… Cuando Pablo aparece, Argentina aparece; lo sabemos. Es un jugador excelente.
Un cambio entre los titulares y regresos en el banco
El ingreso del gigante Simon Parker, de 1,97 metros y 117 kilos, como octavo es la única novedad que introdujo Robertson en el equipo titular de los All Blacks para la revancha contra los Pumas del sábado a las 18.10 en la cancha de Vélez. Será el debut internacional del tercera línea de Chiefs, de 25 años. En el banco reaparecen tras sendas lesiones dos jugadores de peso: el pilar Tamaiti Williams y el ala Wallace Sititi. Además, Quinn Tupaea se sentará entre los relevos en el lugar del lesionado Anton Lienert-Brown.
“Llevábamos un mes sin jugar y necesitábamos un poco de cohesión en el grupo”, justificó el director técnico. “La semana pasada el partido estuvo parejo. Ellos son un gran equipo en ataque. Y esta es la historia de jugar dos partidos seguidos: tenemos la oportunidad de responder y esperamos que así sea. Va a ser un gran partido”.
–¿En qué han trabajado esta semana pensando en ustedes y en los Pumas?
–En afinar algunos aspectos de nuestro juego. Seguir jugando a nuestros puntos fuertes, pero sobre todo aprovechar las oportunidades y ser disciplinados en la manera de jugar.
–¿Vio los cambios en el conjunto argentino, con Juan Martín González y Mateo Carreras entre los titulares?
–Carreras es un jugador único, de gran repertorio, muy rápido, muy escurridizo. Juan aporta experiencia y equilibrio. Sospechábamos que harían un par de cambios y así fue.