Alejandra “Locomotora” Oliveras, múltiple campeona mundial del boxeo femenino, será recordada, entre muchas razones, por dos momentos inolvidables: su título más importante, obtenido ante Jackie Nava en mayo de 2006, cuando conquistó el cinturón supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), y su KO más brutal, ante la colombiana Calixta Silgado en abril de 2013, en una noche en la que defendió el cinturón pluma de la Organización Mundial de Boxeo en Jujuy. Ambas jornadas marcaron para siempre su legado deportivo.
La jujeña, recientemente fallecida con solo 47 años, protagonizó una carrera fulgurante, con una proyección internacional tan sólida como desafiante. Luego de debutar profesionalmente en 2005, apenas un año después dio el golpe de su vida: viajó a Tijuana con apenas seis peleas como respaldo y noqueó a la mexicana Jackie Nava, considerada por entonces una de las estrellas del boxeo femenino, en el octavo asalto de una batalla vibrante.
Y, como para sumarle épica, lo hizo con la mano quebrada. “En el tercer round me quiebro la mano, y peleé cinco rounds con tres fracturas”, declaró en 2020, por el aniversario de los catorce años de aquel combate.
Fue el 20 de mayo de 2006, cuando Oliveras alcanzó la gloria al consagrarse campeona mundial supergallo del CMB. La pelea, disputada en el Palenque del Hipódromo de Tijuana, fue detenida por el árbitro en el octavo asalto, tras una ráfaga de golpes que superaron por completo a Nava, referente indiscutida del boxeo mexicano, que años después sería diputada del Congreso de la Unión de México.
Con un estilo frontal, cruzados potentes y una convicción feroz, la “Locomotora” se impuso en un combate parejo, pero con un desenlace contundente. Fue una victoria histórica: la primera consagración mundial de una boxeadora argentina fuera del país, y uno de los triunfos más emblemáticos en la historia del boxeo nacional. “Yo sabía que iba a ganar porque nadie entrenaba como yo: hacía 10 horas por día, de lunes a lunes”, afirmó en su momento Olivera.
El contexto que rodeó aquella pelea también la convierte en una postal dramática. Diez días antes de subirse al ring, la Locomotora atravesó uno de los golpes más duros de su vida personal: descubrió a su marido en la cama con su hermana. Años después, contó lo que vivió al enterarse: “Me fui a México con el corazón destrozado, creo que me vengué con Jackie Nava por lo que me había pasado. Me quería morir, fue una puñalada por la espalda. Para no llorar, entrenaba, porque sentía que no podía suspender el sueño de mi vida», contó.
“Demoré como un año en estabilizarme, en recuperarme. En ese momento, él era el amor de mi vida. Que te traicionen de esa manera duele hasta los huesos”, dijo Oliveras en 2022 para Radio Urbana, aunque admitió haberlo perdonado con el tiempo, pero no volvió con él.
Siete años más tarde, escribió otro capítulo inolvidable. Fue en abril de 2013, en el estadio de la Federación Jujeña de Básquetbol, ante una multitud en su provincia que la ovacionó desde su entrada. Allí defendió la corona pluma de la OMB ante la colombiana Calixta Silgado.
El desenlace fue tan rápido como demoledor. En el minuto inicial del quinto round, un cruzado de derecha impactó de lleno en el rostro de Silgado, que se derrumbó sin respuesta. No hubo cuenta de protección posible, el nocaut fue inmediato, de una limpieza escalofriante. El estadio, colmado, estalló en un grito unánime. Oliveras levantó los brazos en señal de triunfo, consciente de haber protagonizado uno de los KO más espectaculares de su carrera.
La pelea marcó la quinta defensa consecutiva del cinturón que había conquistado en enero de 2012 ante la mexicana Jessica Villafranca, también por la vía rápida. En aquella victoria, Oliveras no solo ratificó su reinado en la categoría, sino que selló un hito sin precedentes hasta la actualidad en el boxeo argentino: fue la primera y única boxeadora —hombres incluidos— en conquistar cuatro títulos mundiales en distintas categorías (supergallo del CMB, pluma de la OMB, ligero de la AMB y superligero del CMB), consolidando su figura entre las referentes a nivel internacional.
Su récord profesional es tan contundente como su estilo: 33 victorias (16 por KO), 3 derrotas y 2 empates, incluyendo seis coronas mundiales en total. Pero más allá de los números, Oliveras será recordada por su fiereza, su coraje, su solidaridad, y la capacidad de transformar el dolor en combustible para la gloria.
Su legado dentro y fuera del boxeo quedarán como símbolo de una carrera marcada por la potencia, la resiliencia y la historia. Una vida a puño limpio, una leyenda nacida del combate.