Más allá de la clasificación para los cuartos de final de la Copa Argentina, tras eliminar a Talleres el último sábado, Boca vivó un sabor amargo por la lesión de Brian Aguirre. Después de anotar el gol que significó la apertura del marcador, el atacante salió reemplazado en el entretiempo producto de una molestia en la rodilla izquierda. Sin embargo, quedó descartada la preocupación por una posible lesión grave. El jugador, finalmente sufrió un esguince que le demandará aproximadamente un mes de recuperación.
Se disputaban 43 minutos del primer tiempo con el partido 1 a 1. Después de haber convertido el polémico gol del 1 a 0 para el Xeneize, corrió para captar un pelotazo enviado por Lautaro Blanco. Pero en el inicio de la carrera perdió la estabilidad y automáticamente quedó tendido en el piso. Los médicos ingresaron para atenderlo. Luego de revisarlo, volvió al campo de juego, pero se determinó que no estaba para seguir y en el inicio de la segunda etapa fue reemplazado por Exequiel Zeballos.
Una vez que comenzó el segundo tiempo, Aguirre regresó al banco de suplentes con hielo en la zona donde sintió el dolor y además, renqueando. Luego, los dirigidos por Diego Martínez terminaron igualando el partido 1 a 1 en el tiempo regular, pero se quedaron con el pase a la próxima instancia tras ganar 8-7 en una definición por penales cargada de tensión ,en la que remataron los once futbolistas de ambos equipos.
Lo concreto es que este lunes se le realizaron los estudios correspondientes y el resultado arrojó que tiene un esguince del ligamento lateral interno de la rodilla izquierda. Aguirre zafó de lo peor y solo estará ausente por cuatro semanas en los que el Xeneize tendrá un importante calendario.
De este modo, el delantero se perderá el partido con Racing del próximo sábado y el Superclásico ante River del 21 de septiembre. Su regresó recién podría darse en la fecha 16, ante Belgrano en Córdoba, o en la siguiente contra Argentinos en la Bombonera. Además, habrá que ver si en el medio del calendario, Boca se mide ante Gimnasia por los cuartos de final de la Copa Argentina.
La novedad le genera un nuevo dolor de cabeza a Diego Martínez, sobre todo considerando que el picante punta de 21 años venía en ascenso y de marcar dos goles en sus últimos dos partidos, aunque puertas adentro hay cierta tranquilidad de que no fue más grave. De esta forma, se despejó el temor por una ruptura del cruzado anterior o posterior que hubiesen encendido definitivamente las alarmas.
El sábado significó un verdadero alivio para Boca, que respiró y se sacó una mochila de encima, luego de una maratónica definición por penales, con once ejecutantes por cada lado. En medio de una incertidumbre interminable, la historia fue cerrada por los dos arqueros. Leandro Brey, ante la ausencia del lesionado Sergio Romero, convirtió su remate y enseguida Guido Herrera desvió el suyo. Fue 8-7 para Boca, en una serie que la tuvo para ganar antes, en el penal de Pol Fernández (atajado) y estuvo a punto de perderla en los disparos de Kevin Mantilla y Franco Moyano, ambos afuera de los tres palos. La resolución era una moneda al aire que paralizaba los corazones.
Sin despejar las dudas futbolísticas que arrastra, Boca avanzó a los cuartos de final de la Copa Argentina y enfrentará a Gimnasia La Plata. A poco más de dos semanas de quedar eliminado por penales en la Copa Sudamericana, la imagen final de Diego Martínez testimonia la presión y angustia que carga sobre sus hombros. En un momento en el que recibe cuestionamientos desde distintos frentes, el entrenador de Boca se dejó caer boca abajo y con una mano golpeaba el piso. Cuando se levantó, se marchó a los vestuarios con el rostro desencajado. Una eliminación, si bien tenía el atenuante de las numerosas bajas entre lesiones y convocados a los seleccionados, habría tornado más inestable su situación. Su Boca hizo valer la serie positiva que tiene contra Talleres en definiciones por penales por la Copa Argentina: se impuso en las últimas tres; las dos anteriores fueron en 2021 y 2023.
Sin embargo, la Copa Argentina pagó dos altos precios: que el VAR no sea utilizado y la mala visión de Merlos para no advertir que la pelota había salido no menos de 15 centímetros por la línea de fondo cuando Aguirre le ganó la posición al zaguero colombiano Mantilla y encaró hacia al arquero Herrera, al que eludió para definir con un tiro rasante. Un error que comprometió más a Merlos que a su juez asistente, ya que Pablo Gualtieri controlaba el sector opuesto y tenía más difícil advertir que la pelota estaba afuera.
LA NACION