“Veían que tenía un potencial muy fuerte… pero responsablemente no tiraba mucho”. Así resume Gabriel Santiago Fernández, alias Baby, una trayectoria que comenzó como una gran promesa del fútbol en la Masía, y terminó alejada de los primeros planos. Delantero precoz y talentoso, nacido en Sant Adrià de Besòs, rápidamente fue señalado como el gran proyecto del FC Barcelona, previo a la llegada de Lionel Messi. Hoy, a los 39, su nombre resurge no por logros deportivos, sino por una confesión tan íntima como contundente: “Yo daría la mano entera por volver atrás”.
Baby fue figura destacada durante sus años en la Masía. Goleador habitual de los torneos juveniles más prestigiosos, encabezó su generación por talento y rendimiento. “Durante ocho años fui el centrodelantero titular. En el Barça hay un recambio constante, y mantenerse tanto tiempo es difícil”, recordó. En ese contexto, su nombre era más citado que el de un joven Lionel Messi, quien arribó a las categorías formativas del club un año después y compartieron entrenamientos y partidos. “La gente decía que era la quinta del Baby, no la de Messi”, remarcó.
En una entrevista concedida al canal ToniPadillaSports360 y replicada por medios deportivos internacionales, reconstruyó su historia con una mezcla de orgullo, arrepentimiento y autocrítica.
Su irrupción en los torneos de Brunete y de Canal+ fue determinante: fue elegido mejor jugador y goleador durante dos ediciones consecutivas. “De los que jugaban en mi posición no me hacía sombra nadie. Cuando vi llegar a Messi y lo vi entrenarse, entendí que venía algo diferente. Pero él jugaba de enganche y yo de nueve, así que no competíamos por el mismo lugar”, explicó. A pesar de esa convivencia posicional, entre ambos se forjó una relación cercana. “Compartimos todo: habitación, vestuario, el autobús. Éramos los dos juntos a todos lados”, rememoró.
Ese vínculo continuó incluso fuera de las canchas. Baby recordó una anécdota que revela la cercanía entre ambos: “Me casé un jueves, y Messi no pudo venir porque el Barcelona jugaba fuera por la Champions el día anterior. Pero el sábado fui a jugar un partido con la Damm y él se vino a verme. Después nos fuimos a comer juntos”, contó.
Sin embargo, la relación se fue enfriando con el tiempo. Según él, el distanciamiento comenzó cuando Messi dejó a Horacio Gaggioli, su primer representante, quien también era vínculo común entre ambos: “Cuando Leo se alejó de Horacio, dejamos de hablar. Hace mucho que no tengo contacto con él”, admitió.
El quiebre en su vínculo con el Barcelona fue, según sus palabras, una decisión personal. “Yo me fui. Jugaba todo, pero cambió la directiva y empezaron a aparecer otros nombres. En el fútbol hay padrinos, enchufes… y empezó a jugar Oriol Riera. Yo no entendía por qué. Cuando el partido era complicado, me ponían. Si era fácil, no”, dijo. Pese a esa situación, el club le ofreció un contrato por ocho años, pero él lo rechazó: “Les dije que no, y me dieron la baja. Pero con una cláusula: no podía irme al Real Madrid ni al Atlético. A cualquier equipo, menos a esos dos”.
Después de salir del club, Baby inició un recorrido por el ascenso español: pasó por la Damm, el Figueres (donde fue dirigido por Tito Vilanova), Gavá, Almería, entre otros. Cuando estaba por fichar por el Mallorca, un accidente selló su destino. “Habíamos cerrado un buen contrato, pero faltaba mi firma. Una semana antes de hacerlo, jugando con mis primos, me rompí la tibia. Como no estaba firmado, lo perdí todo”, reveló.
La lesión lo dejó inactivo durante un año y medio. “Entré en depresión. Me dolía la pierna, no quería saber nada del fútbol”, reconoció. Tras la recuperación, pasó por Formentera y luego decidió regresar a Cataluña, donde terminó su carrera en equipos de divisiones menores.
Hoy, alejado del fútbol profesional, valora su presente desde otro lugar. “No me arrepiento. El fútbol es difícil, pero gracias a eso estoy con mi mujer y tengo tres hijos. Si pudiera volver atrás, con lo que sé ahora, seguro que habría llegado”, concluyó.