Franco Colapinto vive su hora más feliz desde que piloteó por primera vez un vehículo de cuatro ruedas. El pilarense de 21 años, que marcha sexto en su primera temporada en la Fórmula 2, disfruta cada día más de su ascendente carrera internacional. De visita en el país, la joven promesa del automovilismo argentino comentó para LA NACION su presente en la segunda categoría de FIA y habló de su vida alejada de las cámaras y los autos de carrera: los mensajes de Instagram con Lionel Messi, el amor a Boca, las charlas con su psicólogo deportivo, lo que siente cuando los aficionados lo reconocen por la calle y, tras su debut en Fórmula 1 en la primera práctica (FP1) del Gran Premio de Gran Bretaña, en el mítico circuito de Silverstone, el sueño de afianzarse definitivamente en la élite del deporte mundial.
Relajado y de muy buen humor, el hijo de Aníbal Colapinto, quien supo correr en Speedway de autos y de motos y estuvo a cargo de JC Competición, equipo en el que corrieron Franco Girolami y Lucas Benamo, entre otros, dice “no caer” por momentos en la realidad que le toca vivir. “Es todo una gran locura”, repitió, tras recorrer calles de Palermo a bordo de un Ford Cobra como parte de un Gulf Tour Buenos Aires. Al llegar a la meta, unos 50 chicos y no tan chicos aguardaban en el predio de Costa Salguero para fotografiarse con su ídolo. “Hace unos años podía ser el yo el que muriera por sacarse una foto con un piloto y hoy no solo me toca competir contra los mejores, sino también ocupar ese rol de ídolo y hacer felices a otras personas. Jamás lo imaginé y ahora no quiero que se termine nunca”, contó Franco, algo ojeroso pero feliz luego de una maratónica jornada de actividades.
–¿Cansado del trajín?
–Muerto. Estos días en Argentina no paré ni un segundo, aunque me encanta estar en mi tierra y disfruto de cada momento. Me queda poco tiempo en el país y trataré de hacer la mayor cantidad posible de cosas antes de volver a Europa.
–Va a faltarte solamente ir a la cancha…
–Sí, me quiero morir. Para colmo, con Cruzeiro va a ser un partidazo [Copa Sudamericana, este jueves], pero me toca volar antes.
–¿Bostero desde la cuna?
–Sí, muy bostero y desde muy chiquito. Iba mucho a la cancha y se extraña mucho. Ahora desde hace bastante no voy porque no me dan los tiempos. La última vez fue hace menos de dos años y estaba feliz como un nene. Lo que se siente en la Bombonera es único, una sensación que no había sentido nunca en ningún otro lugar. Los hinchas contagian esa locura y uno sale de la cancha con otra energía. En 2022 tuve la posibilidad de pisar el césped del estadio y me fui full equipado. Tengo muchísimas ganas de volver a la cancha y ojalá pueda ir pronto.
–¿Mejor piloto o futbolista?
–Mirá, yo me veo bien siempre, ja. De chico era bastante bueno jugando al fútbol, pero cuando decidí dedicarme al automovilismo empecé a soltar un poco la pelota porque corría el riesgo de lastimarme. Además, uno tiene que hacer aquello para lo que está hecho. Me habría encantado estar hecho para el fútbol, pero no se me dio. Nací con muñecas buenas y rápidas, pero los pies de cualquier persona, ja.
–Has dicho más de una vez que no tenés ídolos en el automovilismo, sino referentes. ¿Y en el fútbol?
–En el fútbol sí, por supuesto. La vez pasada un patrocinador me trajo una camiseta firmada por Riquelme, que era uno de mis máximos ídolos, y fue muy loco recibir esa reliquia. Desde chico también soy superfanático de Leo Messi, y al día de hoy sigo considerándolo un ídolo. Aún no tuve la chance de conocerlo, pero hemos cruzado unos mensajes y alguno que otro regalo. Conocerlo sería un sueño: es una de las personas más talentosas del planeta.
–Desde hace más de ocho años hacés terapia con el psicólogo deportivo Gustavo Ruiz. ¿Cuánto tuvieron que ver esas charlas con el presente que estás viviendo?
–Muchísimo, sin dudas. Yo diría que la parte psicológica y mental es mucho más importante que la parte física. Lo tomo como algo natural porque desde hace mucho tiempo vengo trabajando con él, y eso habla de la relevancia de la terapia en mi día a día. En la vida hay que estar preparado para todo: para el éxito y para el fracaso. Yo hace dos años era un pibe más y hoy hay chicos de 10 o 12 años que se despiertan de madrugada para verme correr. El cambio es brusco y hay que estar siempre bien acompañado.
–¿Qué es lo que más te sorprende de tu vida actual?
–Esto: estar sentado acá con vos, que sos periodista y estás haciéndome preguntas sobre mi vida. O salir a pilotear un auto por la calle y que dos chicos me sigan en bicicleta durante todo el recorrido. A medida que uno crece y va cosechando logros hay cosas que van cambiando demasiado, ¿no? Desde que subí por primera vez a un kart hasta hoy han pasado millones de situaciones que me hicieron madurar de golpe. A los 14 años me fui solo a vivir en Italia, a perseguir mi sueño de correr en Fórmula 1. Sin mis padres, sin mis amigos, sin nadie. Tenía que cocinarme solo, por ejemplo. Parece una pavada pero para mí fue un cambio brutal, y de esa manera fui creciendo y haciendo mi propio camino.
–¿Qué extrañás de tu vida en el anonimato?
–Uff… El tema de la alimentación es complicado, ja. El otro día fui a comer pizza a El Cuartito y lo redisfruté. Comer una pizza de mozzarella llena de grasa es lo mejor que puede pasarme. Soy fanático de esas comidas, pero la realidad es que al ser un deportista profesional tengo que cuidarme de algunas cosas. En mi vida privada y también cuando estoy en público. No me da comer una hamburguesa con cheddar y bacon en un McDonald’s lleno de gente. Ojo: tampoco lo hago en casa, porque sé que el perjudicado soy yo.
Aunque la escudería Williams firmó contratos multianuales con los pilotos Alex Albon y Carlos Sainz (h.), Colapinto no pierde la esperanza de competir en Fórmula 1. Su objetivo de ahora en más es pelear los primeros puestos en F. 2, y luego resolverá su futuro. Por lo pronto, a fines de agosto volverá a correr, en el circuito de Monza, donde ya ganó en F. 3.
–¿Qué viene a partir de 2025?
–Mi plan es ganar la F. 2, pero hay que preguntarles a mis managers. Yo sé bien lo que quiero hacer, pero hay que evaluar qué se puede hacer de acuerdo con el presupuesto y con un montón de factores más, que van más allá del deseo de cada uno. Viendo que Carlos [Sainz] firmó con Williams, me encantaría hacer otro año de Fórmula 2, con la chance de pelear por el campeonato desde cero, sin esas tres primeras carreras en las que no anduve bien y que afectaron mi colocación en la tabla. Obviamente, mi sueño es correr en Fórmula 1, pero sin dudas la llegada de Carlos es un paso adelante para la escudería.
–¿Tu deseo de competir en F. 1 no puede tornarse una presión?
–Siempre hay presiones en estos ámbitos. Hace algunos años, la presión pasaba por si iba a competir al domingo siguiente, porque no tenía el presupuesto. Si chocaba o rompía algo, no corría. Eso era presión de verdad. Hoy tengo la chance de estar en Williams, de contar con un montón de auspiciantes y de fanáticos que me apoyan y a mí me queda solamente disfrutar. Cuando subí a un Fórmula 1 me preguntaban cómo estaba tranquilo, y yo decía que estaba disfrutándolo. Ese día me fui muy feliz porque tuve buenos resultados, pero sobre todo porque lo disfruté. Además, uno no sabe cuántas veces va a volver a pasarle. A veces a los argentinos nos cuesta disfrutar porque somos muy apasionados y tenemos sangre caliente. Pero estoy tratando de mejorar eso, porque la sangre fría es la clave de todo.
–¿Y el apoyo de la gente?
–Bueno, tiene que ver un poco con eso. Con la pasión que siente por el deporte. Hoy uno entra a las redes, aparece un posteo de Fórmula 2 y los comentarios están llenos de banderas argentinas con mi nombre. Esas cosas me ayudan un montón, me encanta el respaldo que me brindan. Pero cuando no me va bien por cualquier factor aparecen comentarios negativos contra los equipos y eso está mal. Hay que entender que somos humanos y a veces las cosas pueden salir mal. Yo me equivoqué en las primeras tres carreras en Fórmula 2 y luego empecé a manejar muy bien, y en las últimas tres carreras tuvo errores el equipo y no sumé puntos. Pero es así y no hay que enojarse por eso.
–¿Te sentís 100% preparado para la Fórmula 1?
–Estoy más que listo. Quizás lo único que necesitaba para estar seguro era ese test, en que por suerte las cosas salieron muy bien. Silverstone es uno de los circuitos más difíciles para manejar un F. 1 porque es de muy alta velocidad. Son todas curvas a fondo arriba de los 250 kilómetros por hora, con muchos cambios de dirección. Yo no estaba acostumbrado a eso y en cuatro o cinco vueltas estaba muy cerca de los tiempos de Alex [Albon], que es el piloto titular, y eso me mostró que estoy preparado. Ante cualquier situación voy a estar listo para subirme al auto. Espero que a Alex y a Carlos les vaya muy bien, son muy buenos pilotos.
–¿Cómo es la convivencia con el resto de los pilotos? ¿Te sorprendió que alguno te reconociera?
–Tengo buena relación con todos. Pero creo que a ese respeto que uno les tiene a los [Lewis] Hamilton, [Max] Verstappen y [Fernando] Alonso, un poco tiene que perderlo. Porque si está compitiendo contra su ídolo, no va a ganarle en su p… vida. He compartido momentos con ellos y, si bien los admiro un montón, sentí que eran como yo, de carne y hueso, y que también quieren ganarme.
–¿Entienden el fanatismo que despertás en las redes?
–No lo sé. Estarán celosos, ja. Siempre me dicen “che, ¿cómo puede ser que subo una foto y me aparecen banderitas argentinas? Deciles a tus fans que se calmen un poco”. Está buenísimo el apoyo de la gente en las redes. No todos los pilotos lo tienen y es un orgullo para mí leer esos comentarios.
–¿Esperás una próxima FP1 en el año?
–La verdad, no sabría decirte. La vez pasada me enteré una semana antes. Sería hermoso tener una nueva chance de subirme, pero creo que en Silverstone la prueba era más importante porque en ese momento no había ningún piloto firmado [contratado por Williams] y era una buena oportunidad de mostrarme ante el equipo. Mi deber es hacer un buen trabajo en Fórmula 2, y luego se verá el resto.