Alguna vez, tiempos bastante lejanos, la selección se frustraba porque Messi no era Messi, porque con los colores celeste y blanco no podía ofrecer el mismo rendimiento que tenía en Barcelona. El camino del pase era espeso, casi no había conexiones ni sociedades (salvo las que podían generar entre Di María y el 10, o entre el 10 y Agüero o Higuaín). Ráfagas que no llegaban a tener una continuidad sostenida. La ecuación se intentó modificar con Alejandro Sabella, pero cambió sobre todo con Lionel Scaloni después del 2019 y se pulió antes del Mundial 2022. Scaloni armó una selección que suele repetir pasajes de fútbol total con la mayor naturalidad del mundo, como si eso fuera sencillo. El logro no fue de un día para el otro, el equipo que ganó la Copa América 2021 no lo hacía igual que el que tocó el cielo con las manos en Qatar. Pero hoy, luego de la Finalíssima ante Italia y con otra Copa América en el bolsillo (2024), ya es ley. Más allá de la búsqueda de estrategias y diferentes tácticas en función de los rivales de turno, esta es la selección del “pase”. Ante Chile no fue la excepción, aun poniendo en contexto las dificultades del rival. Pero con la mira al 2026 la evolución no se detiene, se sigue perfeccionando el recurso y también se agregan nombres que pueden ejecutarlos.
“Intentamos jugar siempre igual. El equipo se mueve a través de la pelota”, dijo Scaloni luego de la victoria por 1-0 en Santiago de Chile, triunfo que le aseguró a la Argentina llegar al Mundial con el liderazgo de las Eliminatorias. El gol que convirtió Julián Álvarez a los 15 minutos del segundo tiempo tuvo 9 pases, nació con una recuperación de Exequiel Palacios ante Gabriel Suazo y ahí la secuencia: el apoyo de Palacios hacia Cuti Romero, Cuti-Molina, Molina-Palacios, Palacios-Cuti; pase lateral interior de Cuti a Almada (ahí asumió un riesgo), Almada-De Paul, De Paul-Balerdi; Balerdi-Almada (el pase que rompe líneas hacia adelante) y Almada-Palacios, luego de la aceleración y cambio de ritmo del exVélez. El décimo pase fue el que le hizo Julián al palo y la red.
No es una cifra que sorprende, sí es algo que confirma. En el 2-0 del 4-1 ante Brasil, la asistencia de Molina encontró a Enzo Fernández tras otra jugada descomunal de pases y precisión, con 33 toques. Si hay algo que caracteriza a la selección son las variantes para atacar, pero siempre con el pase como aliado.
Porque hasta cuando la Argentina juega “largo” es con un pase. No hay pelotazos. Son pases. Como el que le hizo Cuti Romero para dejar mano a mano a Giuliano Simeone, en la acción que finalizó con un remate por encima del travesaño, todavía en el primer tiempo de la noche del jueves ante Chile. El equipo asume riesgos (juegan tan bien que, claro, hay veces que asumen riesgos innecesarios, algún pase de más con “mucho para perder y poco para ganar”) pero hicieron normal que se vean triangulaciones defensivas de apoyos y juego corto porque a cada entrega se le viene un posterior desmarque. Y la jugada sigue con fluidez como si nada, como si el rival no estuviera.
Salida del fondo y golazo de Julián Álvarez a Chile
Dentro de este mundo, en la selección del “pase” hasta puede pasar inadvertido Messi. Frente a Chile, el capitán jugó 33 minutos y sólo aportó 16 de los 741 pases que el equipo sumó. Y no es solamente la intención del pase, sino la eficacia en las entregas. La precisión en los pases del equipo fue del 90,7%, según datos de Opta Stats Perform, pero sumando todas las Eliminatorias también redondea un promedio altísimo de buenos pases: 87,9%.
Siguiendo con los datos que ofreció el partido ante Chile, vale remarcar que la selección fabricó 26 secuencias de 10 o más pases, otra cifra elevada. Una pequeña comparación con lo que sucedió en el torneo Apertura, Argentinos Juniors (uno de los equipos que mejor jugó) hacía un culto de ese tipo de secuencias y sumó 185 en 16 partidos, un promedio de 11,5, según datos de LPF data. Ojo, la secuencia de pases por sí misma no es un indicador positivo: Boca, uno de los equipos que peor jugó en el último certamen, sumó 161, pero terminaba lateralizando demasiado entre los centrales y los volantes defensivos, dependía demasiado de que fuera Milton Delgado quien tomara el balón para intentar un pase filtrado hacia adelante, para que el equipo tuviera esa “secuencia” y pudiera avanzar algunos metros. En la selección lo hizo Balerdi con Almada en el 1-0, pero el pase vertical y hacia adelante es una fija para Cuti, Otamendi (ni que hablar para Lisandro Martínez) o quien juegue más retrasado en el campo, incluso para Dibu Martínez.
Sólo ante Chile, Cuti Romero tocó la pelota 127 veces y sumó 106 pases exitosos. Lo siguieron en buenas entregas Rodrigo De Paul (99), Exequiel Palacios (94), Leonardo Balerdi (89) y el primer futbolista ofensivo que aparece en la tabla es Thiago Almada, con 46. Sólo entre Cuti, De Paul y Palacios tocaron el balón 356 veces. Hay veces que parece que la Argentina duerme al espectador con pases intrascendentes y de repente rompe la modorra. Messi no se queda afuera del “baile”, obviamente, si hasta es capaz de tirarse atrás como un mediocampista interior y filtrarle una pelota como la que dejó a Simeone mano a mano para el 2-0 (que no fue).
La Argentina no fue un vendaval ofensivo: apenas generó seis situaciones de gol ante Chile y cuatro de ellas fueron en el primer tiempo. Pero el punto está en que sabe cómo jugar y que trata de no revolear la pelota ni siquiera en el bloque bajo. Ahí donde hay muchas urgencias, los jugadores argentinos siempre buscan encontrar el hueco para un pase. No siempre sale bien y eso es una carnada para las presiones altas, como la chance que tuvo Alexis Sánchez y salvó Dibu, pero por lo general hay tan buena técnica y movimientos coordinados para no superponerse y poder escalar con esa secuencia en salida que terminan desanimando a los adversarios que pretenden irlos a buscar lejos. Ojo, la oposición para ejecutar esto en un Mundial será mayor.
La selección del “pase” alcanzó su mayor esplendor futbolístico juntando a muchos números 10, a jugadores que fueron enganches en sus nacimientos: Paredes, De Paul, Lo Celso, Papu Gómez, Joaquín Correa, Ángel Correa, Messi, Enzo Fernández, Mac Allister. Y ahora buscar su lugar en el engranaje Nico Paz, Almada, Mastantuono… Pero sería injusto reducir la virtud de los pases sólo a los mediocampistas, porque las asistencias también pueden nacer de los laterales (con desbordes y centros atrás) o lanzamientos largos de los defensores centrales. Ni que hablar del entendimiento que generan entre Lautaro, Julián, Dybala o el delantero de turno que se sume a la estructura. En definitiva, se trata de una selección de “todocampistas” que tienen mil formas diferentes para atacar desde la estrategia colectiva y los déficits del rival, pero todo nace, continúa y se termina con los pases. Quién los inicia y dónde, es lo de menos.