Destino es el seudónimo que utiliza Dios cuando no quiere firmar con su nombre. Pareció escrito cuando el zurdazo de Rodríguez se escurrió por debajo del cuerpo de Cambeses y se confirmó cuando el balinazo de Pardo rebotó en el palo. No debía ser y no fue. Instruido como pocos en la cultura del triunfo, Estudiantes se quedó con la final del Torneo Clausura de la Liga Profesional, el título y las sonrisas. Transcurridos los días de la frustración, porque lo único que se compara con perder es haber estado a punto de ganar, el sentimiento del hincha de Racing no movió ni una coma. Hay orgullo por un año inolvidable.
Gustavo Costas seguirá siendo el técnico de Racing por tres temporadas. Será el entrenador de toda la presidencia de Diego Milito y en teoría acumulará un lustro, sentado es una forma de decir frente a su hiperactividad, en el banco de la Academia.
La película del 2025 trajo una escena cumbre, llamada Recopa Sudamericana, con los últimos destellos de la espuma que dejó la Sudamericana del año pasado. Luego la historia se mezcló entre tardes inolvidables de fútbol doméstico y noches calientes continentales. Queda flotando la sensación de que por cantidad de calidad, el grupo con el que se ganó la Sudamericana era el que debía haber competido en la Libertadores y viceversa. Sin embargo, la profundidad del plantel, los momentos de los jugadores y un mercado de pases invernal errático obligaron al equipo a hacer de la épica una sana costumbre.
Nadie olvidará la noche de la chilena de Maravilla a Fortaleza, el cabezazo de Pardo a Peñarol o el suelazo de Martirena ante River, pero debe reconocerse que el almanaque comenzó arrancando la temporada sostenido en el flujo de su goleador y lo terminó apoyado en las atajadas de Cambeses. Todo lo que fue perdiendo de juego lo compensó con una combinación de adrenalina, una vitalidad emocionante y mucha mentalidad ganadora.
En el medio, al principio y al final, siempre Santiago Sosa fue la bandera. Con una ductilidad táctica y una comprensión del juego ideal para cualquier entrenador, Costas potenció sus habilidades y lo transformó en uno de los mejores jugadores del fútbol argentino. Corajudo como pocos y versátil como ninguno, su futuro lo proyecta inexorablemente al fútbol internacional y hasta a un empuje final por una chance mundialista. Rojas también puede sumarse a esa lista de los que multiplicaron peces, panes y fútbol y el cambio de arquero terminó siendo una decisión tan sensible como acertada del DT.
Racing aprendió a sentirse cómodo en el caos. Si la excitación y la efervescencia transitan sin dueño, cada partido en el Cilindro fue una franquicia de esa locura. Es admirable ver como ese técnico, repleto de ceremonias místicas y andar desencajado, puede mezclarse con los futbolistas como un par, sin perder autoridad ni voz de mando. Un cuerpo técnico muy presente en todos los detalles agrega su cuota parte indispensable y el resto surge por espontaneidad.
Once años después de ser la figura del campeón, el cierre del 2025 lo muestra a Diego Milito como el presidente que buscará sostener el proyecto del fútbol hasta el fin de su mandato. Ante el dominio de River y Boca y el crecimiento sostenido de instituciones como Vélez, Estudiantes o Lanús, Racing fue en estos años, el único de los grandes capaz de mantener y mejorar su status. Avanzó como ninguno hasta capitular en la Libertadores y dirá presente en la Sudamericana, peleó en todos la torneos locales y, aunque pueda parecer un calificativo modesto, haber sido el más regular en ese ecosistema repleto de verdades efímeras llamado fútbol argentino, es una distinción que puede lucir sin miedo y con orgullo.
Atrás quedaron los tiempos de quiebras, redoblantes en forma de protesta, profecías autocumplidas y esa sensación de que Murphy se ocupaba con sus leyes de que si algo podía salir mal, seguro así sería cuando estuviera involucrada la Academia.
A partir de 2024 el paradigma cambió y con él también el clima de época. El “Racing positivo” encontró un estadío superior y le dejó su lugar al “Racing convencido”. Con su estilo único, Gustavo Costas lo hizo posible.

