Lionel Messi y su Inter Miami abren los playoffs de la Major League Soccer (MLS) ante Nashville desde las 21, hora de Argentina, en el estadio Chase, de Fort Lauderdale, la casa de las Garzas. Se trata del primer juego correspondiente a la serie que pondrá en las semifinales de la Conferencia Este al que resulte ser el mejor de tres cruces. En caso de que el cotejo termine en empate, habrá una tanda de penales para determinar al ganador de esta noche, que quedará a una victoria de la clasificación.
Inter Miami y Nashville vienen de enfrentarse el sábado pasado en el “Decision Day”, la última fecha de la etapa regular, en la que el conjunto rosa se impuso como visitante por 5-2, con un triplete del rosarino.
El nuevo duelo tuvo lugar pocas horas después del anuncio de la renovación del contrato de Messi, que fue escenificada en un video desde la obra de construcción del Miami Freedom Park, que será el nueva hogar de la franquicia que es copropiedad de David Beckham. El campeón del mundo firmó hasta 2027, con opción a extender por otro año el vínculo.
Unos minutos antes de la salida de los equipos, el 10 fue único invitado al campo de juego para recibir un premio significativo. Una de las autoridades de la MLS lo esperaba para darle el Botín de Oro por haber sido el máximo goleador de la etapa regular de la liga estadounidense, galardón que obtuvo gracias a 29 tantos en 28 partidos.
A diferencia del ritmo frenético del sábado, esta vez comenzaron las acciones con mayor prudencia, midiéndose en cada movimiento. Eso sí: algunos patrones se repitieron. La primera oportunidad peligrosa estuvo del lado del visitante: un exceso de confianza de Noah Allen le permitió a Jacob Shaffelburg irse mano a mano, pero la definición fue deficiente, con una caída del atacante; el arquero Rocco Ríos Novo detuvo la pelota sin problemas. Parecía que otra vez Nashville sería una pesadilla, pero lejos estuvo de eso en la primera mitad.
Inter Miami contó con la conducción de un Messi encendido. Gambeteando, cambiando el ritmo y generando alguna infracción. Y el resultado no tardó en romperse por su constante genialidad. A los 18 minutos, Rodrigo De Paul encontró al capitán detrás de los mediocampistas y el rosarino comandó el ataque veloz. Condujo en velocidad, abrió rápidamente hacia la derecha para Luis Suárez y se metió en el área. El uruguayo envió un centro a la espalda de un defensor central y el capitán produjo una palomita con la que venció el achique del arquero Joe Willis.
Inter no dependió en el primer tiempo de las espectaculares maniobras individuales de su máximo referente, sino que dispuso del manejo prolijo de De Paul y Sergio Busquets en el eje y algunas chances peligrosas desde los pies de Suárez. Fue más colectivo y tuvo total protagonismo a través de la posesión y los acercamientos. Esta vez, su rival fue espectador. Pero restaba la segunda parte.
Más allá de que Mascherano le hablara a Messi sobre cuestiones tácticas que parecieron pasar por la marca pegajosa sobre el centrocampista Bryan Acosta, del que se ocuparon entre él, De Paul y Suárez, la estrategia completa pareció posarse sobre otro de los peligrosos rivales.
Sam Surridge, el segundo goleador de la liga, empezó a ser el objetivo. El uruguayo Maximiliano Falcón lo empezó a buscar con agarrones y lo encontró, trenzándose en un tenso abrazo que los llevó al piso. Entonces, el exvolante de Atlético Madrid profundizó la doble búsqueda: mantener al inglés con la cabeza en otro lado y encontrar ese enemigo que siempre dice necesitar para potenciar su nivel. Se le acercó, le buscó el dorsal para conocer su nombre, provocó el empujón sin pelota (aunque el árbitro los amonestó a ambos) y, más tarde, le mostraría la pelota con una ligera pisada.
Hasta que la ampliación del marcador fue suficiente para terminar con aquello. A los 16 minutos de la mitad final llegó la segunda conquista de las Garzas. Messi tomó el balón recostado sobre la derecha y, ante la mirada de los jugadores de Nashville, Ian Fray se desdobló y pasó como un tren, recibió un pase y lanzó un centro perfecto de primera que cayó entre los dos zagueros centrales. Ahí estaba Tadeo Allende, que venció a Willis con otro cabezazo cómodo.

