Con más de 700 partidos al mando del Atlético de Madrid, Diego Simeone no había vivido nunca uno como el de este sábado: ganarle por primera vez a Barcelona de visitante. Tuvo que pasar mucho tiempo y dejar atrás 17 encuentros (10 derrotas y siete empates) -o 13 años- para que el Cholo, naturalmente efusivo, desatara la euforia que lo embargó en los últimos segundos de los seis minutos adicionados, cuando el noruego Alexander Sorloth coronó un contraataque hilvanado por Julián Álvarez, Rodrigo De Paul y el centro-asistencia de Nahuel Molina. Un 2-1 que no cabía en la imaginación de nadie por lo que había sido el desarrollo.
Una victoria increíble del Atlético de Madrid, que sufrió en gran parte de un encuentro que parecía decantarse para Barcelona por su superioridad futbolística y mayor cantidad de situaciones de gol creadas. Fueron 19 remates (siete al arco) del equipo de Hansi Flick contra cinco (cuatro) del rival. Atlético de Madrid aplicó el manual de Simeone: aguante, capacidad de sufrimiento, Jan Oblak para obrar el milagro con algunas atajadas y eficacia para contraatacar.
Estaba en juego la punta de la Liga de España y que quedó enteramente para el Atlético, que se va a pasar las Fiestas en medio de una dinámica inmejorable: sumó el 12° triunfo consecutivo por todas las competencias oficiales. Siete jornadas atrás estaba 10 puntos por debajo del entonces líder Barcelona, muy tierno en los últimos encuentros, con derrotas de local frente a Las Palmas y Leganés, y extrañando a horrores al lesionado Lamine Yamal, cuyas ausencias en cinco cotejos derivaron en cuatro caídas y un empate.
Al calor de la auspiciosa actualidad del Atlético se creó una definición de la que se desconoce su autoría: Asadito mecánico, en alusión a la influencia de la numerosa comunidad argentina en el plantel, con los Simeone padre e hijo (Giuliano), Molina, De Paul, Álvarez, Ángel Correa y Juan Musso. “Supongo que es algo del aura y la energía que estamos generando los argentinos, supongo”, intentó explicar entre risas De Paul. Al Asadito mecánico también se suma el uruguayo Josema Giménez y un Antoine Griezmann que tiene muy asimiladas las costumbres rioplatenses, con mate incluido.
Fue un ejercicio de sofocación el que realizó Barcelona sobre Atlético de Madrid en el primer tiempo. Presión adelantada, alta intensidad, pelota que viajaba rápido de los pies de un jugador a otro. El equipo de Simeone se vio obligado a disputar la clase de desarrollo que no desconoce y que muchas veces le dio rédito: líneas apretadas en su campo y ayudas constantes para reducirle espacios al rival. Un planteo que no tuvo el complemento necesario de descansar un poco con la tenencia de la pelota o la búsqueda del contraataque para al menos hacer dudar a Barcelona.
Con Raphinha en la posición de Yamal, Barcelona monopolizó el juego, pero por momentos se repitió demasiado con los centros cruzados para Lewandowski o los media-puntas que tomaban el área por asalto, como Gavi, Fermín López o Pedri. Iban tres minutos y Barcelona ya había tenidos dos situaciones de gol, no aprovechadas por fallas en el último toque.
Atlético de Madrid llegaba con el esquema y los intérpretes que en los últimos dos meses le dieron forma al mejor tramo de la temporada. Pero en los primeros 45 minutos se vio opacado por el despliegue local. Inferior en lo colectivo e individual, con De Paul sobrepasado por el tránsito en la zona media y Álvarez siempre en retroceso, sin posibilidad de establecer alguna conexión con Griezmann.
Lo mejor de Barcelona 1 – Atlético de Madrid 2
El sostenido dominio de Barcelona merecía premio. Lo tuvo a los 30 minutos, con un gol de su sello. Aceleración y recursos técnicos. Pedri combinó con Gavi, que con un giro de taco le terminó saliendo una asistencia para Pedri, con espacio suficiente en el área para la definición. Continuó el padecimiento del Atlético, con De Paul interceptando otra ocasión clara para los locales.
Recién en los últimos cinco minutos Atlético pudo estirarse un poco, con una combinación entre Julián y De Paul cerca del área rival. “Ellos lo hicieron muy bien. Nosotros tenemos que salir y presionar un poco más”, expresó Julián a la transmisión oficial, antes de comenzar el segundo tiempo. Y aunque la posesión fue un poco más repartida, las ocasiones más favorables siguieron siendo para Barcelona, con una tapada de Oblak a Fermín, un remate cruzado apenas desviado de Pedri y una emboquillada de Raphinha que dio en el travesaño, tras una estupenda asistencia de Pedri, la figura de Barcelona por su claridad para mejorar cada jugada.
Atlético sufrió otro contratiempo con la salida por lesión de Giménez, reemplazado por Witsel, que a los pocos minutos de entrar cometió un foul de tarjeta amarilla en la puerta del área. El encuentro estaba para el segundo de Barcelona, pero llegó el empate del Atlético, que retrató la endeblez de la defensa local en cuanto fue un poco exigida. La acción la comenzó De Paul en campo propio con una asistencia para la corrida de Álvarez, cuyo centro atrás no tenía un destinatario, pero Casadó, con una imprudente intercepción de taco, no hizo más que dejarle una asistencia a Paul, muy lúcido y certero para poner el 1-1 desde fuera del área con un disparo cruzado junto a un palo.
Fue el tercer gol de Paul en las últimas cuatro jornadas. Un cosecha por demás valiosa en un volante al que no suele dársele seguido el gol. La igualdad aumentó la combustión del encuentro. Simeone puso piernas frescas para seguir aguantando con los ingresos de Nahuel Molina (Llorente pasó de N° 8) por Giuliano Simeone y el histórico Koke por Gallagher.
Barcelona siguió creando situaciones de gol, pero la desesperación lo nubló, y también se topó con una figura habitual del Atlético en esta clase de partidos: Oblak, decisivo con sendas tapadas ante Pedri y Raphinha. Tampoco fue la noche de Lewandowski, errático frente al arco.
Atlético de Madrid ya daba por bueno el empate cuando despachó su arma predilecta del contraataque, recurso que siempre tiene a mano, y más para sobrevivir en partidos en los que parece desbordado. No fue en un Camp Nou aun en refacciones, pero a la vera de la montaña de Montjuic (cancha del Espanyol), el Asadito mecánico cocinó un triunfo histórico.