Todos los protagonistas del fútbol argentino, en cualquier categoría y lugar del país, afirman lo mismo: los clásicos son partidos aparte. Para Racing e Independiente, sin embargo, el duelo que los cruzaba en esta décima fecha del Clausura 2025 aparecía en el horizonte con connotaciones diferentes para ambos. No obstante, el empate sin goles que protagonizaron les dejó gusto a poco a los dos: la Academia, que llegaba con el envión de haberse clasificado a semifinales de la Copa Libertadores, no pudo desatar otra fiesta ante su público, mientras que el Rojo –en el debut de Gustavo Quinteros como su entrenador- lamentó haber desperdiciado algunas situaciones clarísimas para romper la sequía que sufre en este semestre.
El último martes, ante Vélez, Racing había sellado el pase a la instancia de los mejores cuatro de la Libertadores. El jueves próximo, en Rosario, se cruzará con River para animar el esperado clásico de cuartos de final de la Copa Argentina. Por lo tanto, y más allá de que el Clásico de Avellaneda siempre se presenta como el duelo que pone en juego el honor en la ciudad, enfrentar a Independiente no significaba el partido más concluyente del semestre.
Para el Rojo, que en este semestre sólo había acumulado decepciones adentro y afuera de la cancha, el derbi podía representarlo todo. Después de no haber ganado a lo largo del torneo y quedar último en la Zona B, haberse quedado afuera de la Copa Argentina -otra vez- de forma prematura y, principalmente, sufrir la descalificación en la Sudamericana (por los actos de violencia en su estadio, ante la Universidad de Chile), imponerse ante Racing configuraría la gran alegría de su convulsionada segunda mitad del año. En ese contexto, Quinteros hacía su estreno en el banco visitante, en reemplazo de Julio Vaccari.
Si Racing tiene de por sí un recambio escaso, al clásico lo encaró aún con menos variantes, debido a las lesiones de Juan Nardoni, Santiago Solari (ambos titulares) y Matías Zaracho, quien en los últimos tres partidos había tenido buenos ingresos. Con esas bajas, Gustavo Costas mantuvo la base titular que superó con autoridad a Velez, con los ingresos de Bruno Zuculini (jugó 65 minutos ante el Fortín) y Duván Vergara, por Nardoni y Solari, respectivamente. En el lateral derecho, en tanto, dispuso que Gastón Martirena –de flojo presente- ingrese por Facundo Mura.
Como era de esperar, la Academia salió con todo y tuvo una chance clarísima a los 20 segundos: Gabriel Rojas envió un centro al corazón del área, donde Bruno Zuculini y Rodrigo Rey fueron a disputar una pelota que le quedó servida a Tomás Conechny, cuyo remate fue rechazado sobre la línea por Facundo Zabala. La salvada del lateral del Rojo dejó el balón adentro del área, Agustín Almendra entró a la carrera y su remate se fue por encima del travesaño.
Con esa jugada inicial furiosa, Racing parecía encomendado a trasladar al certamen doméstico su mejor versión: la copera. Antes del primer cuarto de hora, Rojas llegó hasta el fondo nuevamente y envió un centro potente a la cabeza de Vergara, quien no impactó con la frente y mandó la pelota por los aires. Pero ese ímpetu inicial, que estuvo marcado por imponerse en las pelotas divididas y también por poner a varios jugadores en posiciones favorables, el dominio local después empezó a desvanecerse ante la paciencia y orden que intentó tener Independiente.
En su primer once como entrenador del Rojo, Quinteros bajó como premisa achicar espacios entre las líneas y aguardar a que el lógico adelantamiento de Racing abriera los espacios propicios para lastimarlo. Con Ignacio Pussetto como referencia principal de ataque, la visita armó un bloque entre el doble cinco de Felipe Loyola (el que más se desprendía) y Rodrigo Fernández Cedrés y una línea por delante de ellos con Santiago Montiel, Luciano Cabral y Matías Abaldo. Una pérdida de Martirena, a los 5 minutos, sirvió como muestra de cuál sería el plan de Independiente: Pussetto la robó, envió la pelota al corazón del área y un corte de Facundo Cambeses impidió que Loyola tuviera una chance.
Cuando la Academia salía desde el fondo, el Rojo anulaba las posibilidades de pases y dejaba libre a Nazareno Colombo, cuyos errores en la salida no terminaron con mayor gravedad para su arco por impericia de los visitantes. La mejor chance de los de Quinteros, en la etapa inicial, volvería a exhibir uno de los motivos que atormenta al equipo de Avellaneda: Santiago Montiel le pegó mordido adentro del área y paradójicamente habilitó a Pussetto, quien tampoco le dio de lleno al balón y le permitió salvar a Franco Pardo en la línea. En la acción que Pussetto sí definía bien y le anotaba a Cambeses, el línea marcó correctamente fuera de juego.
Adrián Martínez, el jugador más determinante de Racing, tuvo una tarde esquiva y falló su única oportunidad, mientras que la última opción del local fue en el primer tiempo, con un remate de Almendra que se fue desviado. En el complemento, el partido se configuró más favorable a Independiente, que tuvo opciones clarísimas ante el desconcierto y los cambios múltiples del local (a los 19 minutos, Costas hizo cuatro variantes juntas).
Cabral, el más claro con la pelota, no pudo con Facundo Cambeses, quien estaba vencido tras el rebote que tomó Santiago Montiel, pero Gastón Martirena salvó -con la cabeza- sobre la línea. Por estas cosas también seguían 0-0.
Racing se adelantaba sin criterio y el Rojo aguardaba agazapado para dar el golpe. Estuvo a punto de lograrlo en tiempo agregado, cuando Pablo Galdames se fue solo contra Cambeses, pero definió al lado del palo. Sus compañeros, tendidos en el césped del Cilindro, no podían creerlo. Los jugadores de Racing, de flojo partido, tampoco. De ambos lados, se quedaron con ganas de más.