Obvio que le gusta hablar de polo, de caballos, de La Natividad, de esa sensación incomparable de ganar el Abierto de Palermo. Pero Camilo Castagnola, para muchos, hoy por hoy, el mejor polista del mundo y que acaba de ser distinguido con el Olimpia de Plata, es capaz de mostrar su lado más sensible al hacer referencia a sus afectos. Acaba de cumplir 22 años y de volver de festejar con sus amigos y de dormir como le gusta. “Unas 10 horas. Me tuvieron que sacudir un par de veces, je”. Un mediodía soleado en Cañuelas, silencio en La Natividad y el ambiente ideal para un crack del que, se dice, le cuesta soltarse para hablar. No será así.
Jeta, como lo bautizó su padre (Lolo) de chico –”De nene era jetón”–, recorre su vida, su momento de esplendor, el superequipo que acaban de armar para 2025 con su hermano Barto y los Cambiaso, padre e hijo. También habla de su “fuerte carácter” y no esconde su alto grado de autocrítica y lo que le cuesta verse en un video, pero se afloja más cuando menciona a la madre (Camila) y a la hermana menor (Lola)…
–Tu mamá los acompaña siempre a vos y a tu hermano por el mundo y en el día a día, está ahí. ¿Cómo se valora su presencia?
–Y…, es muy importante mamá. Todos los deportistas tienen altibajos. Y en los momentos que por ahí no estás tan bien y necesitás una ayuda, la que está es mamá. Trato de hablar mucho con ella y la verdad que me hace muy bien. Ella, lo que ve, te lo va a decir. Y está bueno porque tiene razón casi todas las veces. Y de polo también nos dice todo lo que ve.
–¿Te gusta tener el mismo nombre que ella?
–Síiiii, me encanta. Está buenísimo.
La recorrida familiar pasa por Lola, la otra mujer de la casa donde hay cuatro hombres (Lolo, Barto y Benicio, además de él). “Lolita sí, no dice mucho, pero es lo más buena del mundo. La verdad que es buenísima. Y el día de la final de Palermo estaba recontraemocionada. A mí me emocionó cantidad. La verdad que verla así me llegó y es muy lindo”, apunta, disfrutando el recuerdo.
Jeta y Barto son hijos de Bartolomé Castagnola, siete veces campeón de Palermo (2 con Ellerstina y 5 con La Dolfina), y Camila Cambiaso, hermana de Adolfito, para muchos (Jeta incluido, el mejor de la historia). Son los cracks de hoy, junto con Poroto y la Leyenda del polo. Irrumpieron en 2019, con 16 y 18 años. Son figuras. Son chicos simples, educados, respetuosos. Competidores feroces. Que en 2025 abordarán otra experiencia: no sólo jugarán con su primo Poroto (un anhelo de siempre de los tres), sino que el cuarto integrante será el tío famoso. El equipo al que no le va a faltar ni polo ni hinchada. De eso y de mucho más habla Camilo, el que pudo ser golfista o…diseñador de ropa.
–¿Cómo eras de chiquito, Jeta? ¿Qué recordás de tu vida de infancia? ¿Qué te movilizaba, qué te divertía?
–Me acuerdo poco. Lo que sí te puedo decir es que siempre fui fanático de esto, de los caballos. Me gustaba mucho ir con papá al campo, mirar las prácticas buenas, reconocer los caballos. Estaba todo el día dedicado a eso. Siempre fue mi pasión.
–¿Te divertía alguna otra cosa, practicar otros deportes?
–Me gustaban mucho los deportes. Me acuerdo que iba acá a La Martona, un campo que tenemos al lado, a clases de tenis, de golf. Pero mi pasión era ésta y lo tenía más que claro.
–Con la técnica que tenés, nombraste dos deportes que son muy practicados por los polistas: el golf y el tenis. ¿Qué tal sos en eso?
–Ahora los tengo un poquito abandonados. Al haberlos jugado de muy chico, me defiendo. El golf me gustaba un poco más que el tenis y de chico me iba bastante bien.
–¿Cuánto de handicap?
–Llegué a 5 ó 6. Si en algún momento vuelvo jugar ya más de grande tengo la técnica.
–¿Y eras de mirar golf por televisión, te divertía? ¿A quién en particular?
–Me gustaba mucho Tiger. Ya lo agarré más de grande, pero siempre que veía golf quería que ganara él.
–Contame de la época de colegio. ¿Te gustaba estudiar?
–No me gustaba, pero me iba bien. Tenía facilidad y no me gustaba ir a desaprobar, así que me esforzaba y era bastante estricto. Riguroso, digamos, y con conducta para estudiar. Jugábamos al polo y después todas las tardes me encerraba a estudiar en casa solo.
–¿Y había algo que te salía más fácil de las materias? Viste que algunos odian las matemáticas, a otros les salen fácil.
–No, la matemática me salía más fácil. Por ahí me costaba más historia. Pero estudiando, me salía. No había que ayudarme en nada.
–Acá en Cañuelas ustedes y otros chicos son de jugar al polo en moto. ¿De dónde surge eso? ¿Lo tomaron de otros o lo inventaron ustedes?
–Lo arrancamos de muy chicos. Éramos un lote grande de amigos. Estábamos un día y vino Benjamín Panelo y trajo la idea. Me acuerdo que de ahí fuimos todos como locos a comprar una moto cada uno y nunca más paramos. Hasta el día de hoy sigo jugando en moto. Tendríamos entre 10 y 12 años. Fue así, de un día para el otro.
–Y ustedes jugaban todos los días, incluido antes de las finales de Palermo…
–Sí, todos los días. Ahora seguimos haciéndolo.
–¿Cuál es la regla fair play, digamos, como para evitar los riesgos? Porque no pueden “ir a pechar” como con un caballo.
–No, obviamente no te pechás. Lo importante creo que es que empezamos de muy chicos y siento que tenemos el control de la moto. Tiene sus riesgos, pero yo me siento seguro.
–Una vez tu hermana casi te deja afuera de una final de Palermo…
–Jajaja, sí, antes de la primera final, la del 2021. Me fracturé un poquito un hueso de la mano, pero por suerte pude jugar. Pero no fue en la moto, fue arriba de la ruedita, la del Roda Polo. Y ahí abandoné la ruedita. La moto es más segura.
–Te gusta la música. Tus historias en Instagram suelen estar acompañadas por algún cantante. ¿Cuál es tu artista preferido? ¿Qué ponés cuando te subís al auto?
–Escucho la música de ahora. Duki es el que más me gusta. Papá y mamá me odian cada vez que me subo al auto y les pongo esa música. Me quieren matar, pero bueno, a mí me gusta eso. También me gustan Emilia, María Becerra.
–¿Tus amigos son del polo o de otro ámbito?
–En el polo he ido haciendo amigos. Y tengo varios por afuera del polo, de acá de Cañuelas. Y están trabajando conmigo, así que está bueno y se hace más llevadero el día a día.
–Sos un virtuoso del polo, que hace cosas que no puede hacer nadie. ¿En qué momento te diste cuenta que tenías esa facultad? Porque no es normal.
–Creo que eso es natural. De chiquito, obviamente. Te querés dedicar al polo y ves a los alto handicap como tus ídolos, lo ves hacer esas cosas y vas y los querés copiar. Me acuerdo que desde bastante chico me salían las cosas y las practicaba. Es todo natural. Es lo que me sale en el momento.
–Cuando llevas la bocha en el aire y hacés todos esos malabarismos, ¿algún rival se enojó?
–No, no me dicen nada. Hay cada tanto algún cruce con un rival. No me acuerdo si alguna vez fue por algo de eso, pero la verdad que trato de no darle mucha pelota. Me enfoco en lo mío.
–Veías las finales de Palermo de la tribuna o los palenques. ¿Qué representa vivirlas adentro, jugando? Son partidos distintos, tienen otra adrenalina, además de la cancha llena
–Sí, es así. Es una sensación totalmente diferente a cualquier otro partido. Como la semi, donde también tenés una sensación diferente respecto de otros partidos.
–La semifinal lo decís por si te toca quedar afuera, ¿no?
–Claro. Capaz que hay un poquito más de nervios. Es muy lindo llegar a la final. Ya en la semana tenés sensaciones distintas, lo sentís en el cuerpo, te vas enfocando y pensando todo el día en eso, en la lista de caballos. Cuando llegás a la cancha, yo trato de disfrutarlo. Es lo que soñé de chiquito. Me crié acá con todo el entorno de caballos y polo y estar en los dos días más importantes que se puede estar en la vida de un polista es una locura. Por eso hay que disfrutarlo mucho.
–¿La noche previa te cuesta o la llevás tranquilo?
–Bueno, justo este año yo comía todos los días en casa y me venía a dormir acá, solo, a mi caballeriza. Pero durante Palermo volví a la casa, a dormir con la familia. Me hacía sentir cómodo. Pero soy tranquilo, la noche previa puedo dormir perfecto.
–¿Y venías acá a la caballeriza porque te querías aislar de qué?
–No sé. Me hice un lugarcito, tipo un departamento, y bueno, hace dos años ya estoy viviendo acá. Me levanto y tengo un mate, tranquilo.
–Podés escuchar a Duki sin que te digan nada…
–Jajaja, claro. Pero el último mes me quedé allá, como toda la vida, y me gustó.
–¿Vacaciones? ¿Cuánto tiempo necesitás para despejarte?
–No mucho, eh. Trato de aprovecharlas al máximo porque sé que después se viene un año larguísimo y en el que no parás. Pero a ver, cuando termino la temporada, estoy unos días cansado y recuperándome, y capaz que en 10 días o dos semanas ya tengo ganas de arrancar de vuelta. Sea entrenar, taquear. Me dan ganas muy rápido.
–¿Y dónde te divierte ir: playa, montaña, sierra?
–Vamos a ir a la playa seguramente. No soy tan fanático, pero está bueno para despejar un poco y estar tranquilo es bueno.
–¿Surfeás en la playa con el abuelo Adolfo y los chicos?
–Noooo. Desde chico intenté ahí con mi abuelo, pero soy pésimo. No saqué nada del abuelo.
–Dicen que sos de carácter fuerte, de tomar decisiones. ¿Cómo te sentís vos con eso?
–Si, es cierto. Pero las decisiones las tomamos entre todos. Obvio que yo voy a decir siempre lo que a mí me parece. No me gusta guardarme cosas, digo lo que pienso, vamos opinando entre todos y viendo qué hacemos.
–Sos de escuchar.
–Sí, de escuchar, sí.
–¿Y cuando se hace algo que no es lo que vos pensás, ¿qué pasa?
–Y bueno, lo banco. Me gusta tener mi opinión, pero después hay que tener la humildad para escuchar lo que opinan los demás y lo mejor para todos va a ser lo que terminemos opinando en general.
Show de goles de Jeta
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Hace unos meses, Lolo Castagnola nos contó sobre el grado de autoexigencia que tiene Camilo. Volvían de Palermo, de un partido en el que había marcado 12 goles, y le decía que “no había jugado todo lo bien que quería”, provocando la risa en su padre, que no lo podía creer. ¿Qué siente Jeta? Veamos.
–Barto dijo que vos y Poroto son los mejores, que hacen cosas distintas que no puede hacer el resto. ¿Qué pensás de eso?
–De mí no te puedo hablar, pero sí te puedo decir que lo que hace Poroto es increíble. Ya está hace varios años compitiendo al máximo nivel y parece que ya es un tipo de veintipico de años y la verdad que no, es todavía un chico y no es normal lo que hace.
–¿Y por qué no podés hablar sobre vos?
–Me cuesta reconocerme las cosas, me exijo bastante.
–Sé que sos autocrítico.
–Muy autocrítico, no me gusta verme en los videos, me caliento y no puedo terminar de mirarme en un partido.
–Qué le quedará al resto entonces…
–Es que me pasa eso. Capaz que es bueno para estar concentrado y mejorar lo que tenés que mejorar. No me gusta mirarme cuando hago cagadas…
–Foules por ejemplo.
–Foules o jugadas, un montón. Me caliento y me voy, no puedo mirar los videos, es raro.
–A nivel nutrición, el año pasado contaste como que empezabas a tomarte la cosa más profesionalmente.
–Sí, este año hicimos un trabajo muy bueno con mi grupo. Toda la vida comimos bien, pero tenemos ahora un nutricionista que nos ayudó mucho a ser un poquito más estrictos. Esto es comer las cuatro comidas ordenado, evitar la galletita de la tarde de la caballeriza, esas cosas que te terminan mejorando. Y después hice un cambio también en el físico, entrené un poquito más fuerte en épocas de no competencia. Me dediqué más a mi físico y me cambió bastante. Y puedo mejorar más todavía. Voy tras eso.
–En el ambiente del polo hay mucho consumo de carne, de proteínas. Ordenaron eso también.
–El nutricionista habla con Vale, que es la chica que nos cuida desde que nacimos. Se pone en contacto y le va mandando lo que tenemos que comer por día y le metemos con eso. Hacemos lo que nos dice él.
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Cuando La Natividad estaba por encarar la temporada 2024 ya sabían, internamente, que sería la última con la formación campeona de Palermo 2023. Los Castagnola ya estaban para jugar con su primo Poroto, un tema del que venían hablando desde hacía varios años. Adolfito siempre hacía referencia a un futuro “en veremos”, dependiendo de lo que decidiera su hijo. Le daría libertad de elección: si continuar con él o si emprender su propio proyecto. Como había que encarar la Triple Corona, cada uno atendió sus prioridades del momento. La resolución final quedaría para después del Argentino Abierto.
En el medio, los nombres y los rumores iban y venían. Lukín Monteverde, por la afinidad con los tres, tenía una luz de ventaja. Pero sonaba también el nombre de Antonio Heguy, con quien Camilo había compartido formación en Inglaterra y ganado el British Open. Se mencionaba la posibilidad de que el viejo La Dolfina, con Mac Donough, hiciera una suerte de “last dance”. Hipótesis varias. Una semana antes de la final, luego de hablar los tres, Jeta le dijo a Poroto que le preguntara al papá si quería jugar con ellos. “Quiero jugar con el tío”, le dijo a Lolo. “Lo que ustedes decidan”, respondió el padre. Estaba en camino se concretarse aquel sueño que Cambiaso deslizó en diciembre de 2019 en una celebración del Comité Olímpico Argentino: jugar con su hijo y sus sobrinos. Un bombazo para el 2025. Los Castagnola y los Cambiaso. Lo que parecía que nunca se concretaría por cuestión de edad de Adolfito (tendrá 50) llegó finalmente. Con detalles todavía por acordar, entre ellos, el nombre del equipo. Algo que parece sencillo pero por ahora no lo es tanto.
–Hace años que se viene hablando del equipo de los primos. ¿En qué momento dijiste, bueno, llegó la hora de jugar con Poroto?
–Teníamos todos muchas ganas de hacerlo, sabíamos que en algún momento se iba a dar. Pero él estaba en su equipo y nosotros en el nuestro. Dos equipos de punta en los que hay que estar concentrados en maximizar las chances que tenés y pensar en lo tuyo. Por suerte es ahora. Llegó ese momento.
–El cuarto de la lista supuestamente podía ser Lukín Monteverde, Antonio Heguy y algún otro. De pronto apareció Adolfito, tu tío. ¿Qué pasó, por qué él?
–Nos juntamos con Poro y Barto, hablamos un poco y pensamos que lo mejor era jugar con Adolfito. Sigue demostrando que está a un nivel altísimo. Para mí sigue siendo el mejor. Así que va a estar buenísimo jugar con él, lo vamos a disfrutar mucho y creo que la experiencia de él adentro de la cancha a nosotros tres nos va a potenciar un montón.
–También hay una cuestión generacional. Vos con Barto y Poroto podés jugar los años que quieran obviamente, pero a Adolfito le quedan uno o dos años más quizás. ¿Hubiera sido una picardía si no se daba esta oportunidad, un reproche para el día de mañana?
–Podría haber pasado cualquier cosa, pero bueno, se dio así y ahora obviamente de nuestro lado tenemos que disfrutarlo al máximo. Vamos a estar jugando con el mejor polista de la historia.
–¿Qué te imaginas a nivel juego de ese equipo? Es un equipo que tiene variantes de todo tipo. Vos y tu hermano demostraron que pueden jugar con cualquiera y salir campeones. Ahora se juntan con otros dos jugadores extraordinarios.
–Sí, sí, ni hablar. Los dos Cambiasos son impresionantes, es tremendo lo que hacen dentro de la cancha y también afuera en el día a día con los caballos, con todo. Así que bueno, ya veremos cómo nos ordena Adolfito dentro de la cancha. Creo yo que va a salir todo muy natural.
–Mucho no tiene que decirles…
–Sí, pero nos va a servir, nos va a servir. Ha jugado muchos años este nivel y la tiene más que clara. Nosotros no tenemos tantos años en este nivel y obviamente que lo vamos a escuchar cantidad.
–Hablame de Barto, tu hermano. ¿Lo ves jugar y qué te llama la atención, que admiras de él?
–Es completo, pero más que nada creo yo que es impresionante en las difíciles. Es un tipo muy frío que en los momentos calientes aparece siempre. Como que la cabeza está más clara. No sabría decirlo, la ve clarita. Después, tiene todo. Lo que más me impresiona es eso.
–Los dos son educados, esto es una cosa que viene de familia, a través de los consejos de tu madre, de tu padre. No le protestan a los referís, no se putean con los rivales. ¿Cuánto les ayuda eso en el juego? Muchos jugadores derrochan tiempo y energías en pelearse, en discutir con los jueces. Y ustedes no se desenfocan.
–Es importante eso que decís. Me parece que nos tenemos que enfocar en lo nuestro, que es lo que nos enseñaron acá. Te hace mal pensar en otras cosas o enojarte, no te ayuda en nada. Y la realidad es que a nivel de referatos el polo está creciendo un montón, están haciendo un trabajo impresionante. Podés estar tranquilo. Se pueden confundir, pero van a cobrar lo que les parece, no te van a hacer nada en contra ni a favor. Entonces, hay que estar tranquilo y mirar para adentro y que se pueda mejorar en el juego, porque si te calentás es probable que no lo mejores.
–Acabás de cumplir 22. Ya ganaste 3 veces Palermo. Pienso en tu viejo, en todo lo que les viene remarcando de chicos a vos y a Barto. ¿Cómo valorás todo eso hoy?
–Agradeciéndole. Papá tiene una personalidad muy fuerte, pero nos fue dando el ejemplo. Al haber sido un jugador profesional y también estando un montón de años en el máximo nivel, nos marcó cómo era el camino. Y como nosotros siempre fuimos fanáticos de este deporte, todo fluyó con naturalidad.
–Le hiciste una apuesta en Inglaterra este año: que si ganabas la Copa de Oro tenía que dejar de fumar. Y ganaste. ¿Cumplió?
–Estaba fumando bastante en esa época y no me gustaba. La cumplió… hasta Palermo. Arrancó medio a escondidas y después, ya en el último partido, fumaba como un escuerzo de vuelta. Y se lo dije. Ahora se lo voy a tener que decir de vuelta.
–¿Y tu otro hermano, Benicio, es el líder de la hinchada confirmado?
–Sí, maneja la barra de La Natividad, jajaja. Un crack, casi que vive más los partidos que nosotros. Se junta un grupo de amigos muy lindo, muy sano, que son los que hacían la hinchada. Y eso nos llega a nosotros. Hay una energía muy linda.
–Te hubiera gustado, me imagino, jugar la Triple Corona con él también, ¿no?
–Sí. Ahora está entusiasmado y el otro día le dije que le metiera. Hay que ver hasta dónde. Nunca sabés qué puede pasar.
–La abuela Susy es otro personaje importante en tu vida.
–Una genia, siempre al pie del cañón. Desde chicos, siempre bancando, no nos soltó nunca la mano y bueno, es muy lindo verla disfrutar.
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–Vamos al tema caballos. ¿Qué tipo de animal buscás?
–En la Triple Corona buscamos todos el mismo caballo. Lo que no me puede faltar en un caballo, si querés, es boca, que los caballos sean bien blandos y bien explosivos en la corta. Me fijo más que nada en eso, no tanto en la fuerza. En Argentina siento que sin fuerza no podés jugar, pero bueno, si tengo que elegir entre un caballo con fuerza y no tanta boca y uno bien fácil y sin tanta fuerza, te elijo el bien fácil.
–La Santa Anna es australiana. En 2022 fue a Inglaterra. La probaste, te gustó, la trajiste a Palermo y brilló ya en 2023. Entiendo que es tu mejor yegua. ¿Qué tiene de distinta?
–Sí, es mi mejor yegua. Es completa, tiene todo. Es re fácil. Lo que más me gusta de la yegua es que no te abandona nunca. Los chukkers esos que salen corridos y que por ahí no se da para cambiar, es la yegua que sigue corriendo, y eso es importante.
–¿La Santa Anna podría jugar el chukker entero, al margen de que el rival cambie?
–Es una yegua grande ya: tiene 15 años. Pero tiene salud. Nunca terminé remando una yegua que no pudiera. Siempre que la jugué, me dio todo. Creo que sí, que si se me diera un chukker en el que no pudiera cambiar, podría jugarlo entero. Perfectamente.
–¿Es mejor que la Callaway, esa que brilló un par de años?
–Uffff. ¿Mejor que la Callaway? La Callaway en su mejor momento… Creo que no me voy a volver a subir a una yegua igual. Era una cosa impresionante. En su mejor momento la exigimos y lo sintió, y ahora se la nota un poquito más apagada. Hoy está mejor la Santa Anna. No sé cuál elegiría.
–Además del color, ¿las tordillas tienen algo diferente en cuanto al rendimiento? A veces pareciera que cuentan con mayor fuerza. A lo mejor es una cuestión óptica.
–No, capaz que resalta más por el color. Es lindo tener unas tordillas buenas. Yo no me doy cuenta si son diferentes. Diría que no.
–Si tuvieras los caballos que tienen los equipos menos competitivos del Abierto, sin que suene peyorativo para ellos, ¿serías menos jugador? Por lo de la influencia del 70 / 80 por ciento te digo.
–Podés jugar igual. La verdad es que cada vez se están emparejando más. En este nivel todos los equipos tienen caballos buenos. Sí, quizá, a esos jugadores le falte la yegua buena-buena, que es la que te hace ganar un torneo. Por ahí competirías en todo, pero ganar, no sé si ganarías un torneo.
–Jugaste con Polito Pieres, con Nachi Du Plessis, con Facu Pieres, con Pablo Mac Donough, todos polistas con experiencia, algunos más ganadores que otros. ¿Qué te dejaron en general?
–Tuvimos la suerte de contar con unos compañerazos. El primer equipo de La Natividad fue una cosa increíble, se vinieron todos a cuidar acá en Cañuelas, éramos una familia. Y nos fue muy bien, lo disfruté mucho. Después tocó terminar esa etapa y arrancar un proyecto nuevo con Pablo y Facu. Que fue increíble, un ejemplo de humildad. Adentro de la cancha ya sabemos lo que son, pero me impresionó afuera. Me hicieron sentir supercómodo.
–Fue muy linda la convivencia.
–Sí, me hicieron sentir cómodo, muy simples los flacos. Para la experiencia y todos los abiertos que ganaron y por el mundo, quizá podés llegar a pensar otra cosa. Pero cuando los conocés más, son supersimples y todos tirando para el mismo lado. Eso se vio reflejado en la cancha.
–¿Alguno de los tres equipos campeones de Palermo que integraste fue mejor que el otro?
–El equipo que más me gustó, si querés así hablando polísticamente, fue ahora, el del último año. Creo yo que el último partido jugamos muy bien.
–Pareció como que le sobraron dos chukkers a ese partido.
–A ver, adentro no sentís eso. Estás jugando contra La Dolfina, que son un equipazo y en cualquier momento se te pueden venir, así que hay que estar concentrados y hasta que no toca la campana del octavo no termina. Sí tuvimos un par de chukkers, quinto y sexto, en los que la sensación fue muy linda. Pudimos jugar bien a lo que queríamos y por eso ganamos.
–Se armaron lindos equipos, además el de ustedes, para el año que viene. ¿Qué te parece la temporada? Ya la que pasó fue entretenida, hubo batacazos, partidos lindos, se equipararon los caballos.
–Se está poniendo lindo. Cada vez hay más equipos que compiten arriba. Veremos cómo andamos todos. Hay que esperar a jugar.
–Si no hubieras sido polista ni tenido caballos, ¿qué te imaginas que hubiera sido de tu vida?
–Y no sé, capaz que algo con la ropa. Me gusta mucho la ropa.
–¿Sí? ¿Pero qué, diseñador?
–Me imagino otra cosa, pero puede haber sido eso. O bueno, en su momento, cuando era chico, me gustaba mucho el golf. Lo hacía casi a la par que el polo. Después, bueno, me decidí por el polo, pero golfista pude haber sido también.