La tensión era enorme. Clásico de Madrid, definición por penales en un octavo de final, Champions League. El estadio Metropolitano ebullía por la posibilidad de que Atlético se impusiera por fin a Real Madrid en una serie del máximo campeonato de clubes de Europa.
Aleti tenía la mayoría del público; la Casa Blanca, la ventaja de patear primero en la serie. Las tres ejecuciones iniciales fueron casi idénticas: arquero a su derecha, y pelota suave al otro lado, abajo.
Hasta que llegó Julián Álvarez. El delantero argentino de Atlético de Madrid le imprimió al balón su calidad: remate alto, fuerte, inatajable. La serie quedaba 2-2. La gráfica de la televisación oficial mostró un círculo en verde en el segundo turno de Aleti, así que todo estaba OK. Pero hubo un reclamo del en ese momento capitán de Real Madrid, Lucas Vázquez, y el árbitro polaco Szymon Marciniak se demoró para permitir el siguiente penal. No estaba nada claro por qué; sí que estaban revisando acción.
Repitieron la imagen. Parecía todo correcto. Pero ya el sobreimpreso de la transmisión exhibía una equis en rojo en vez del círculo en verde. ¿Qué había pasado? El video mostraba que el cordobés se había resbalado al ejecutar, pero ninguna otra anomalía. Nada semejaba estar fuera de lugar, entonces. Sin embargo, el disparo fue dado por nulo.
Sucede que en la patinada, supuestamente Álvarez rozó el balón con el pie izquierdo luego de pegarle con el derecho. La acción es imperceptible en los videos. Pero oficialmente, ocurrió. Y entonces, el gol no valió.
Consecuentemente, el equipo colchonero quedó 1-2 en la tanda y con la presión de tener que convertir después de lo que hiciera su vecino de la capital española en cada turno. El uruguayo Federico Valverde puso el 3-1, el argentino Ángel Correa descontó a 2-3, Jan Oblak rechazó el tiro de Lucas Vázquez y Marcos Llorente tuvo la oportunidad de empatar en 3 para el local, pero Thibaut Courtois se interpuso. Después, Antonio Rüdiger convirtió, con suspenso, y una vez más Real Madrid frustró a su clásico adversario: 4-2, luego del 0-1 en los 120 minutos regulares y los adicionales.
El club merengue avanzó a la etapa de cuartos de final, en la que se cruzará con Arsenal, de Inglaterra; la llave se abrirá el martes 8 de abril en España y se resolverá el martes 15 en Londres. En cambio, Atlético volvió a quedar en el camino en una competencia que nunca conquistó, y dos de cuyas finales (4-1 en tiempo suplementario en 2014, tras un 1-1 en los 120, y 5-3 por penales tras otro 1-1 en 2016) perdió a manos de su máximo adversario, que es su bestia negra.
Como cada penal en el que hay dos toques de pelota por parte del ejecutor, el de Julián Álvarez hizo recordar al que Martín Palermo tomó contra Platense en 1999, y que fue avalado por Fabián Madorrán como gol para Boca Juniors, en el estadio de Vélez y por el torneo Clausura. En su momento aquello era lícito. El director de la Escuela de Árbitros de AFA de entonces, Juan Carlos Loustau, envió el video del gol polémico de Palermo a International Board, que definió la cuestión. “El gol es considerado válido. El jugador tocó accidentalmente el balón por segunda vez tras un resbalón, antes de que éste entrase al arco. Ese hecho no puede ser considerado un acto voluntario y, según el espíritu de las reglas de juego, el árbitro concedió correctamente el tanto”, señala aquel texto enviado desde Suiza a AFA.
El inolvidable penal de Palermo contra Platense en 1999
En cambio, muchísimo más acá en el tiempo, el 15 de febrero de este año, le fue anulado a Sebastián Villa uno por el estilo, pero más burdo: el delantero colombiano de Independiente Rivadavia pateó contra Tigre, ostensiblemente le dio con ambos botines al balón al desplomarse y la pelota no salió hacia el arco, sino que fue tomada por su compañero Victorio Ramis, que sí convirtió. Pero claro: no valía la acción. Ya no es legítimo anotar luego de dos toques del ejecutor en un penal. Y Tigre terminó venciendo por 4-1 en Mendoza, por el torneo Apertura.