La polémica alrededor de Claudio Úbeda y el ya famoso cambio de Alan Velasco por Exequiel Zeballos sumó un nuevo capítulo después de la eliminación de Boca ante Racing en la Bombonera. Ya no se trata solo del resultado ni del gol de Adrián Martínez que dejó al Xeneize afuera de la final del Torneo Clausura, sino de una secuencia de decisiones —y ahora, de imágenes— que siguen erosionando la figura del entrenador interino, cuyo futuro en el cargo pende de un hilo.
El primer foco estuvo en el tiempo y el sentido del primer cambio. Úbeda esperó hasta los 30 minutos del segundo tiempo para mover el banco y la elección fue explosiva: sacó al Changuito, el futbolista más peligroso de Boca en un partido chato, para que ingresara el exIndependiente, quien volvía a jugar después de casi tres meses de inactividad por lesión. La reacción fue inmediata. Las tribunas se llenaron de gestos de incredulidad, hinchas agarrándose la cabeza y murmullos que rápidamente se transformaron en reproches. Más claro: nunca en la historia se escuchó un “Nooooooooooooo” generalizado de toda la Bombonera ante una modificación.
La escena se amplificó con otra imagen potente: Leandro Paredes, capitán y referente, levantando los brazos, pataleando y protestando hacia el banco, en una clara señal de desacuerdo con la decisión del cuerpo técnico. No fue un gesto menor ni pasó inadvertido. En una semifinal, en casa y con el marcador todavía en cero, la salida del Changuito resultó incomprensible para gran parte del estadio… y también para alguien que estaba dentro de la cancha. De hecho, el reemplazó del número 7 liberó a Facundo Mura, que estaba amonestado y sabía que jugaba al límite de irse expulsado cada vez que lo encaraba el santiagueño.
Tras la derrota, Úbeda intentó cerrar la discusión con una explicación concreta: “Exequiel estaba cansado. Vimos gestos y por eso tomamos la decisión de sacarlo. Si se fijan, es algo que también habíamos hecho en los tres partidos anteriores”, sostuvo en la conferencia de prensa. Sin embargo, lejos de calmar las aguas, sus palabras abrieron una nueva grieta. Desde el entorno de Zeballos no tardaron en desmentir esa versión: afirmaron que el jugador no estaba exhausto, que no pidió el cambio y que, a lo sumo, tenía un “toquecito” que no justificaba su salida. “No estaba cansado. Todo TOCUEN”, escribió en Instagram un integrante del equipo de trabajo del Chango. La polémica quedó encendida.
Pero cuando parecía que ya no había mucho más para agregar, apareció un video que terminó de exponer al entrenador. Las imágenes, difundidas por el programa F90 de ESPN, muestran claramente a Juvenal Rodríguez —ayudante de campo de Miguel Ángel Russo y continuado en su cargo junto a Úbeda tras el fallecimiento del entrenador— repitiéndole al DT en más de una oportunidad: “Palacios, Palacios”. La escena se da con Úbeda de brazos cruzados, de frente al campo, instantes antes de realizar la modificación que desató el conflicto. “El Chango está muerto”, decía antes Juvenal.
Según la interpretación del propio programa, ese diálogo se habría producido en la previa inmediata del cambio de Zeballos. El dato no es menor: para Rodríguez —y para muchos hinchas de Boca— el jugador que debía salir era el chileno, de flojo rendimiento durante esa noche. Finalmente, el que dejó la cancha fue Zeballos.
El video no invalida por completo la explicación posterior del entrenador, pero sí deja grietas evidentes. De mínima, debilita la idea de una decisión claramente consensuada dentro del cuerpo técnico, como había intentado plantear el propio Úbeda. “Lo que estábamos viendo con gestos que se veían en Exequiel es que estaba cansado”, insistió el DT. Sin embargo, la imagen sugiere que, puertas adentro, no todos leían el partido del mismo modo.
Nada de esto prueba que Zeballos no estuviera fatigado. Pero sí pone en cuestión el proceso de toma de decisiones. Para el ayudante, el cambio pasaba por otro lado. Para el entrenador, no. Y el resultado terminó siendo lapidario: apenas cuatro minutos después llegó el gol de Maravilla Martínez, hubo una nula reacción del DT de Boca, el Xeneize quedó eliminado, la gente se fue enojada y el foco dejó de estar solamente en Racing para posarse sobre el banco local.
La decisión de sacar al mejor jugador del equipo, la reacción pública de los referentes, las contradicciones posteriores y ahora un video que añade combustible a la discusión conforman un combo delicado.
No solo reavivan la polémica, sino que también exponen a Úbeda en un momento clave. En Boca, donde los márgenes son mínimos, este tipo de escenas no pasan inadvertidas. Y, puertas adentro, ya nadie descarta que el costo pueda ser mucho más alto que una semifinal perdida.


