A nadie le cae mal un regalo. Independiente necesitó uno del árbitro brasileño Paulo César Zanovelli en forma de penal por una infracción inexistente a los 23 minutos, para sacudirse las telarañas de la decepción y resolver sin demasiados problemas el pase a los octavos de final de la Copa Sudamericana. Lo hizo con una goleada a Nacional Potosí, de Bolivia, por un abrumador 7-0 que marca un récord en la larga trayectoria internacional del Rojo.
Hay partidos que tienen la pinta de caer a contramano. Este, con carácter de decisivo para atrapar el primer puesto en la fase de grupos apenas cuatro días después de la dura eliminación en el torneo Apertura, en una noche fría y con menos público que el habitual en el Bochini, parecía ser el caso. Y sin embargo, resultó ser el bálsamo ideal para hacer catarsis y cerrar el semestre con una sonrisa de oreja a oreja.
Había dolido mucho en el Rojo la caída ante Huracán luego de vivir una semana de ilusión disparada por la victoria en la Bombonera. Lo mostró Julio Vaccari en sus declaraciones al borde del llanto en la conferencia de prensa posterior, y se reflejó en las redes sociales con mensajes que mezclaban la tristeza con el apoyo incondicional a un equipo que le había hecho recuperar la autoestima a su sufrida hinchada.
Restaba saber cómo había impactado el traspié en el interior del vestuario. Las primeras noticias de la semana, para colmo de males, hablaban de jugadores que arrastraban dolores y lesiones: Rodrigo Rey, Felipe Loyola, Álvaro Angulo, Luciano Cabral y Sebastián Valdez, que será operado y estará dos meses de baja.
Los futbolistas suelen decir que ante una derrota difícil de digerir no hay nada mejor que volver a jugar cuanto antes para intentar la revancha. Esta vez, hacerlo fue el mejor remedio para curar las heridas. Con la ayuda, eso sí, de un rival que fue derritiéndose a medida que pasaban los minutos, hasta casi desaparecer.
El Rojo le puso color al estreno de una indumentaria negra, sobre todo a partir del descanso, para terminar destrozando la débil resistencia que en los primeros 20 minutos intentó levantar el conjunto potosino.
Ese inicio algo dubitativo de Independiente llevó a suponer que en la cabeza de todos todavía rondaba el desencanto, hasta que a los 23 minutos Moisés Acuña le cruzó levemente el cuerpo a Diego Tarzia, que le había ganado la cuerda por la izquierda. El brasileño Zanovelli vio falta, nadie protestó, el VAR hizo mutis por el foro y, después de que el arquero Said Mustafá le tapara el disparo a Santiago Montiel, el propio número 7 aprovechó el rebote para abrir el marcador de cabeza.
El gol destapó neuronas y piernas e invitó al estadio a una noche de alegrías y reconocimientos. El primero en llevarse el suyo fue Kevin Lomónaco. Apenas pasada la media hora y tras una de sus muestras de categoría para defender y salir jugando, el público aclamó el nombre de quien posiblemente haya sido el mejor jugador del fútbol argentino en estos meses, en un grito que bien pudo ser un pedido de que prolongara su paso por el club.
Más tarde, cuando a los 5 minutos de la segunda mitad consiguió el 3-0 con un derechazo cruzado, fue el tiempo de Loyola. Por entonces el chileno ya se movía como lateral, pero apareció en el medio del área ajena para sacudir la red en el que tal vez fue su último partido en el Rojo. Y después siguieron los aplausos. Para Cabral, al ser sustituido por Lautaro Millán; para Tarzia, autor de un gol y gestor de otro; para el chico Jonathan De Irastorza, autor del centro en el 4-0 establecido por Montiel, e incluso para Matías Giménez, pese a seguir negado frente al arco, y Braian “Chaco” Martínez, en su reaparición en el primer equipo.
Ante la liviandad del adversario, los dirigidos por Vaccari sacaron a relucir varias de las virtudes que fueron motivo de elogio a lo largo del semestre. La intención de progresar formando sociedades y cuidando la pelota, la incorporación masiva de jugadores al ataque, la seguridad que ofrece la dupla de defensores centrales. También, inevitablemente, apareció una de sus carencias, quizás la que lo apartó de la definición del Apertura: ni Giménez, ni Gabriel Ávalos, que lo reemplazó en la media hora final, lograron anotar sus apellidos entre los goleadores de la noche.
Compacto de Independiente 7 vs. Nacional Potosí 0
En una noche gélida, Independiente logró dejar atrás la pena para irse de vacaciones con la satisfacción de un semestre positivo y la promesa de un futuro positivo, que a corto plazo dependerá de lo que ocurra en el mercado de invierno, con los que se vayan y los que lleguen. Ganó por 7-0, se metió a los octavos de la Sudamericana y se fue ovacionado de la cancha. ¿Qué más puede pedir?