Inter venció en forma agónica a Urawa Red Diamonds, de Japón, y encarriló su clasificación a octavos de final del Mundial de Clubes. El subcampeón de la Champions League perdía por 1-0 por un sorpresivo gol de Ryoma Watanabe, pero dio vuelta el marcador con dos goles argentinos: Lautaro Martínez. a doce minutos del final y de Valentín Carboni, en el segundo minuto de descuento, le dieron al conjunto italiano una victoria necesaria. Los japoneses quedaron eliminados. A las 22, por el mismo Grupo E, River enfrentará a Monterrey: si gana, el equipo de Gallardo abrochará su pase a octavos. El miércoles, en la última fecha, italianos y argentinos se enfrentarán en Seattle, en el cierre de la zona.
Le costó demasiado a Inter imponerse ante un rival de mucha menos jerarquía. Porque su juego no fluyó y porque de mitad de cancha hacia adelante siempre se nubló. Que Lautaro Martínez, el faro de ataque del equipo, la nave insignia, haya tenido que bajar más allá de la mitad de la cancha para tocar la pelota resultó todo un síntoma.
La buena noticia para el equipo italiano -que no está clasificado pese a los 4 puntos que tiene- fue el gol de Valentín Carboni. El argentino, que padeció una rotura de ligamentos cruzados y se perdió 40 partidos en toda la temporada -volvió en febrero de Olympique, de Marsella– encontró una pelota suelta en el área y pensó dos veces antes de tirarla a la tribuna. Optó por un remate cruzado, bajo, de derecha. Y ningún rival pudo evitar el gol. Que valió tres puntos.
Los goles del partido
En la primera jugada de peligro, Inter estuvo a un botín de conseguir la primera ventaja. Los protagonistas fueron los dos extremos: Nicola Zalewski fue profundo por la banda izquierda y tiró un centro-tiro al arco que, en el otro lado, Luis Henrique estuvo a nada de conectar para estampar el 1-0.
Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando Kaneko tiró un centro al corazón del área luego de un slalom en la banda izquierda y Watanabe convirtió. El equipo japonés, tras esa gran acción de Kaneko con caño incluido y el gol de su 9, se ponía en ventaja.
A los 19 minutos, Lautaro Martínez tuvo el empate, tras una pared entre Frederico Dimarco y Asllani. El polaco tiró el centro y el capitán de Inter cabeceó al gol. Pero la pelota explotó en el travesaño. Urawa, cada vez más atrás en el campo, sufría los embates del equipo italiano. La jugada marcó la tendencia: Inter con la pelota y sin oposición hasta la zona de tres cuartos. Y, mientras tanto, el reloj corría…
Tanto corrió que el primer tiempo se extinguió sin que Inter pudiera armar otra maniobra de real peligro para el arco de los asiáticos. Urawa se defendió con la típica enjundia japonesa. Sin pegar patadas. Sin juego sucio. Esa intensidad desconcentró a Inter, que no encontró nunca las cartas ganadoras en su mazo. El 0-1 en el marcador con el que se fue al vestuario fue un castigo a sus escasas ideas durante toda la primera parte.
Las estadísticas de los primeros 45 minutos mostraron un dominio abrunador de los italianos: 70% contra apenas el 22% de los asiáticos en la posesión (el 8% del tiempo la pelota estuvo en disputa). El equipo nipón dio sólo 72 pases en toda la parte inicial, mientras que Inter… 431. Es decir caso seis veces más. El problema de los dirigidos por el rumano Cristian Chivu fue que no le acertaron al arco: no tuvieron ni un remate entre los tres palos en esa primera etapa.
Para el segundo tiempo, Chivu movió el banco para conseguir mayoer potencia ofensiva. Francesco Pío Espósito reemplazó a su hermano y el armenio Henrikh Mkhitaryan suplantó al polaco Zalewski. El equipo italiano, de todas formas, comenzó mal. Errático en los pases y sin ideas para encontrar las grietas defensivas de su ordenado rival. Una volea de Dimarco que pasó cerca y una media vuelta de Espósito configuraron lo mejor de Inter en los primeros 15 minutos de la segunda parte. Lautaro Martínez, la referencia ofensiva del equipo italiano, debió bajar varias veces hasta más allá de la mitad de la cancha para tomar contacto con la pelota.
Para colmo, la conexión Matsuo-Watanabe volvió a funcionar a los 25 minutos de la segunda parte. Fue en un contragolpe de transición rápida que el 9 desperdició al rematar sobre el travesaño. En la jugada siguiente, el armenio Mkhitaryan abrió demasiado su pie izquierdo para colocar la pelota cuando estaba solo en el medio del área. Fue una oportunidad inmejorable para convertir el empate.
El argentino Valentín Carboni tuvo, por fin, minutos en Inter. En su primera participación intentó un remate de zurda desde el vértice del área. La pelota se fue lejos del arco de Urawa. A quince minutos del final, Inter no sabía cómo atacar a los japoneses. Y seguía perdiendo por 1-0.
A trece minutos del final, el desahogo. Córner de Barella y remate de espaldas al arco de Lautaro Martínez para el 1-1 de los italianos. El ex Racing lo festejó con todo; un desahogo, más que una celebración. Con más voluntad que cerebro y a puro centro, Inter hostigó a Urawa en busca de la victoria que le diera aire en el grupo. El equipo italiano puso ganas, pero con poco cerebro. Al minuto 90, la mejor jugada elaborada de Inter, con pared Bastoni-Mkhitaryan incluida. Espósito llegó al centro del armenio, aunque su remate fue a las manos del arquero del equipo nipón.
En el primer minuto de descuento llegó la victoria. Fue la redención de Valentín Carboni. Tras una temporada en la que una durísima lesión -rotura de ligamentos cruzados- lo dejó afuera de ¡40 partidos! el joven encontró la pelota en el área y dio un pase a la red para el gol del triunfo. De derecha, remate cruzado. Una bola lisa para una celebración 100% argentina. Hubo tiempo para una atajada de Yann Sommer, pero el éxito ya era del Inter. Sufrido. Trabajado. No le sobró absolutamente nada, pero sumó tres puntos valiosísimos.