Y una noche de verano, en el moderno El Madrigal, hizo su presentación Julián Álvarez, la estrella del mercado europeo, bajo la camiseta número 19. Jugó el último tramo, unos 20 minutos, tuvo poca participación y un mundo de miradas sobre su figura. Ovacionado por el grupo de hinchas de Atlético de Madrid y bajo el calor de algunos hinchas de Villarreal que lo aplaudieron, su debut fue una anécdota que no olvidará en su vida. Arrancó la nueva era de la Araña, lejos de la Premier League, con Diego Simeone y otros campeones del mundo, en un eléctrico 2-2, que pudo tener más goles.
Fue saludado por los rivales, como el último gran invitado a una fiesta que por ahora no le pertenece. Le llevará un largo tiempo la adaptación. Mientras, fue suplente de un… noruego. Otra vez. Así como en Manchester City esperaba la salida de Erling Haaland, ahora le tocó el turno de Alexander Sørloth, a quien el Cholo lo sacó inmediatamente luego de convertir un gol. Toda una declaración.
Los minutos previos al espectáculo que brindaron Villarreal y Atlético de Madrid tuvieron la extraña sensación de mirar más al banco de suplentes que a los titulares, el equipo de gala. La presentación de Julián Alvarez, desde ya, tenía las cámaras con cierta exclusividad, pero a su lado, a la derecha del espectador, se sentó Nahuel Molina. Otro campeón del mundo. A su izquierda, Ángel Correa. Y al lado, Rodrigo De Paul. Los cuatro mundialistas de Qatar disfrutaron el desarrollo, en vivo, a un costado del Cholo. Y… hasta su hijo, Giuliano, esperaba paciente, recientemente citado a la selección de Lionel Scaloni.
Fue una misión imposible para los dueños de la TV combinar pacíficamente entre el partido (que realmente fue bueno) con las caras, los gestos, las sensaciones de los argentinos, con el último hombre, el cordobés que decidió rechazar la continuidad de la aventura en Manchester City con Pep Guardiola, por la irresistible tentación de jugar más partidos, más minutos. Sentirse importante, decisivo, como siempre lo fue en River y la selección. Y en algunos pasajes de la hiper competitiva actualidad del City, campeón de campeones. La nómina de fuera de serie es infinita. Erling Haaland, Phil Foden, Kevin De Bruyne, Bernardo Silva, Jérémy Doku, Savinho… Así, era imposible. Y así lo entendió.
Fue toda una sorpresa la primera formación del Atleti en el debut de la Liga de España. No tanto por la decisión de que Julián ingrese un rato más tarde, sino la determinación que todos los argentinos sean alternativas. De Paul y Molina, por ejemplo, fueron titulares la mayoría del recorrido de la temporada pasada. El conductor se inclinó por una línea de tres en la defensa (César Azpilicueta, de 34 años y Axel Witsel, de 35, fueron dos de ellos, acompañados por el sobrio Robin Le Normand) y por el noruego Alexander Sørloth en “el lugar de Julián”. El partido fue de ida y vuelta.
Cuatro goles y un disparo en el palo en el primer capítulo, pagaron la entrada, verdaderamente. Arnaut Danjuma abrió el marcador (¿Jan Oblak pudo haber hecho algo más?) a los 18, y un minuto y medio más tarde, Marcos Llorente acabó una enorme jugada colectiva: 1-1. El partido se frenó a los 30 minutos, para que los jugadores se refrescaran, más allá de que la temperatura a esa hora (minutos después de las 22), era de unos 26 grados.
En la efervescencia del ataque por ataque (una de las caras del moderno estilo del Cholo, con el 56 por ciento de posesión y de visitante), Koke no pudo frenar el impulso y marcó un gol en su propio arco. Al Aleti no le importó nada: siguió al ataque con los ojos bien abiertos. Un disparo de Lino chocó con un poste y, en el final de un primer capítulo maravilloso, el noruego que postergó a Julián selló el 2-2.
El segundo capítulo mantuvo la intensidad, con los ingresos desde el inicio de José María Giménez por Witsel (uno de los problemas del fondo) y Angelito Correa inesperadamente por Alexander Sørloth. Al 10, que en teoría pretende Marcelo Gallardo para su Súper River, le cometieron penal, pero el juez Guillermo Cuadra Fernández decidió ignorarlo. Otro argentino entró en la vorágine: Nahuel Molina, para darle potencia al andarivel derecho. Y a 30 minutos del cierre, Koke, el capitán, le dejó su lugar a De Paul. El último que faltaba ingresar era, justamente, la Araña.
Simeone le dio la bienvenida desde un micrófono un puñado de días atrás. “Fue todo muy rápido, llegó hace poquito, lleva cuatro entrenamientos. Se está adaptando, ha jugado Copa América y Juegos Olímpicos y tuvo poco descanso. Pero estos últimos 10 días de vacaciones que tuvo no fueron puros porque estaba pendiente si se iba el City, si se quedaba con nosotros… esas charlas no dejan relajarte del todo”.
El ex DT de Estudiantes, Racing y River agregó: “Lo veo bien, con mucho entusiasmo y mucha ilusión y sabiendo al lugar que viene, entendiendo el lugar donde está. Todas las características que tiene se acercan al ADN del Atlético. Así que esperamos con expectativa su rendimiento. Se ha ganado un lugar importante y ojalá que podamos formar un equipo para que nos ayuden sus características”.
Hace unos días, Julián se presentó con la sencillez que lo caracteriza. “No me siento un superhéroe”, afirmó el cordobés, cuando le mencionaron su decisiva participación en la conquista del Mundial de Qatar, que le permitió a Lionel Messi lo que había ansiado toda su vida. “Uno siempre sueña con ganar, le gusta ganar y competir. Vengo a aportar lo mío y a luchar por todas las competiciones. Desde el primer momento, incluso antes de que se hiciera oficial, la gente me mostraba su cariño y su apoyo. Cuando llegué a la ciudad me puso muy feliz el apoyo de la gente desde el primer momento y estoy muy agradecido”, agregó.
Lo curioso es que durante la etapa final (interesante siempre, aunque con menos vigor) mantuvo su esencia con el Atlético sin un delantero de área. Un número 9. Angelito, Lino y Griezmann gobernaban el ataque. Y justo cuando estaba a punto de entrar Julián…, el juez volvió a demorar el juego, para que los futbolistas puedan tomar algo fresco. El debut fue a los 32 de la parte final, en lugar del francés. Con la camiseta número 19 y todas las miradas sobre su figura, se mostró activo, de la izquierda al centro del ataque.
Buscó los espacios, apuntó en la mejor dirección, pero sus compañeros no lo citaron. No hubo complicidad en los primeros fogueos. Cometió una falta a Dani Parejo en la salida de Villarreal, con ese ímpetu permanente de buscar, querer, chocar. Al final, tuvo poco tiempo y participación para transformar el 2-2 definido largo tiempo antes.
LA NACION