En un torneo históricamente diseñado para equipos juveniles, la Argentina afrontó la competencia de una manera experimental que seguramente le dio mucho provecho y vuelve de España con conclusiones positivas y objetivos cumplidos. La selección Sub 17 se midió contra rivales hasta tres años mayores, de categoría Sub 20, y estuvo a la altura a pesar de ese handicap de la edad. El proceso formativo pegó un salto con la obtención del Torneo COTIF, también conocido como de L’Alcudia, por el municipio de la comunidad valenciana que lo organiza anualmente.
En la final en el Estadio Municipal Els Arcs, el equipo dirigido por Diego Placente venció por 2 a 0 al local, Valencia, y obtuvo por cuarta vez el título, que se suma a los de 2012 (Marcelo Trobbiani era el entrenador), 2018 (con Lionel Scaloni, que consiguió un impulso hacia la selección mayor) y 2022 (Javier Mascherano).
La Argentina tomó esta competencia como un laboratorio para el Mundial Sub 17 de Qatar (del 3 al 27 de noviembre de este año). Placente había fijado las prioridades desde un comienzo: “Vinimos para seguir creciendo en la personalidad y la solidez que da jugar contra rivales de más edad. Necesitamos otros atributos para poder ganar esos duelos individuales y un partido. Y la verdad es que lo hicimos muy bien, conseguimos lo que nos faltó en el Sudamericano de este año [la Argentina terminó en el 5° puesto]. Jugar contra chicos más grandes va preparándonos para cuando toque enfrentarnos con equipos físicamente superiores. Nos da un crecimiento importante».
El cuadro de participantes en el certamen fue bastante heterogéneo. Intervinieron selecciones nacionales, como las de Argentina, Chile, Venezuela, Arabia Saudita y Mauritania; combinados regionales (ADH Brasil y Alboraya), y un equipo de club, Valencia. Fueron cinco partidos cada dos días, con dos tiempos de 40 minutos cada uno y la posibilidad de hacer 11 cambios, en no más de dos ventanas en los segundos períodos.
La campaña de la Argentina no tuvo fisuras: cinco victorias, con 12 goles en favor y solo uno recibido. En la etapa de grupos venció a Chile (2-0), Valencia (2-1) y ADH Brasil (3-0); en las semifinales le ganó por 3-0 a Alboraya y en la final se impuso sin apuros, tras sacar una diferencia de dos tantos en la primera etapa.
Para Placente fue un banco de pruebas en función del Mundial; un alto porcentaje de este plantel irá en búsqueda del único título que le falta a la Argentina en las diferentes categorías. El entrenador comentó que se sumará un par de jugadores que no pudieron estar.
El “Tanque” Thomas De Martis (Lanús) fue el máximo goleador del equipo, con tres tantos. Frente a Valencia marcó el 2-0, tras aguantar la pelota de espalda, girar y definir con un remate cruzado. La apertura del marcador fue por una proyección del lateral derecho Misael Zalazar (Talleres, de Córdoba).
Lo más destacado de Argentina 2 vs. Valencia 0
Los otros goleadores albicelestes en el torneo fueron Tomás Parmo (Independiente, 2), Uriel Ojeda (San Lorenzo, 2), Ramiro Tulián (Belgrano, 1), Matías Satas (Boca, 1), Can Armando Güner (Borussia Moenchengladbach, 1) y Facundo Jainikoski (Argentinos, 1).
En líneas generales, la Argentina tuvo firmeza en la pareja de zagueros centrales (Fernando Closter, de Independiente, y el capitán Satas). En el medio, el volante Santiago Espíndola (River) mostró despliegue y buen manejo, Parmo aportó gambeta y De Martis ofreció potencia en el área.
En un campo de césped sintético, la alfombra hacía correr más rápidamente la pelota, que también picaba más alta que lo habitual. Un escenario que obligaba a ajustar más el control y el pase. La Argentina se adaptó mejor, recuperaba por presión en campo ajeno e imponía una capacidad técnica superior. Colectivamente también estaba mejor organizada que su rival y cometía escasos errores: apenas un pelotazo frontal que el arquero José Castelau (Real Madrid) midió mal y se le fue al córner.
El dominio y juego argentino mejor estructurado se reflejaron en los dos goles conseguidos en los primeros 25 minutos. La selección hizo un partido muy serio, casi sin distracciones. Por el cansancio acumulado (quinto cotejo en 10 días) y el calor de una noche de verano, en el segundo tiempo reguló el despliegue, conservó la ventaja.
Con hinchas propios entre los 3000 espectadores, desde los últimos minutos en el banco argentino se empezó a escuchar el “dale, campeón; dale, campeón”. Los pibes festejaron y se abrazaron. Por edad y por jugar en divisiones inferiores, todavía no tienen mucha exposición pública. Sus nombres empezarán a ser más conocidos, pero ya se agregan a renombrados campeones de 2012 (Giovanni Simeone, Mauro Icardi, Matías Kranevitter, Lisandro Magallán), 2018 (Agustín Almendra, Leonardo Balerdi, Facundo Colidio, Fausto Vera, Adolfo Gaich) y 2022 (Valentín Barco, Nicolás Paz, Lautaro Di Lollo y Román Vega).