Son más de las diez de la noche en Rumania. En Otopeni, una ciudad ubicada a dieciocho kilómetros al norte de Bucarest, Agostina Hein ya descansa -o al menos lo intenta- después de un día mágico, soñado. La nadadora de 17 años, nacida en Campana, dibujó una obra de arte en el agua. Se encumbró como campeona mundial juvenil de natación en la prueba de 400 metros combinado, en la primera prueba en la que compitió en el Mundial Juvenil, al que -encima- llegó después de destacarse en los Juegos Panamericanos Junior, en Asunción, en los que obtuvo ocho medallas, tres de ellas de oro.
“Todavía no lo puedo creer. Estoy muy feliz por lo logrado. Es parte de todo lo entrenado, de todo lo hecho en este tiempito. Muy, muy, muy feliz… muy agradecida con todos los que están acá, los que están en casa, los que vieron todas las carreras de Paraguay. Estoy muy contenta”, dijo Hein, a la distancia, con la mirada humedecida. Para triunfar, estableció un tiempo de 4m34s34, una marca de alto impacto para la natación nacional, triturando el récord argentino y sudamericano que ostentaba la cordobesa Georgina Bardach desde los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando nadó la distancia en 4m37s51.
No bien salió de la pileta, radiante, emocionada, Hein se abrazó con su entrenador, Sebastián Montero, “el padre de la criatura”, bromea Walter Rodríguez, jefe de la delegación en Rumania, en comunicación con LA NACION desde esa porción del sureste europeo. La atleta se colocó un buzo con los colores argentinos, se sentó en el piso sobre una toalla, a un lado dejó su bolso (del que todavía cuelga un ejemplar de los Phryges, la mascota de París 2024) y empezó a chequear los mensajes en su teléfono celular. Intentó estirar los músculos, dejó el celular por un momento y se tapó el rostro, todavía incrédula. No dejó de sonreír ni de agradecer las felicitaciones de otras competidoras.
Agostina, la atleta más joven de la delegación argentina en los Juegos Olímpicos del año pasado, con 16 años, es distinguida y señalada desde hace tiempo como la mayor promesa de la natación argentina. El dato genera escalofrío: el tiempo que empleó en Otopeni le hubiera alcanzado para lograr la medalla de bronce en la final de los 400 metros combinados en París 2024. Hein, preparada en Zárate y en las piletas del Centro Nacional de Alto Rendimiento (CeNARD), ya había hecho el mejor tiempo durante la mañana, en la prueba de clasificación, con una marca de 4m37s87, lo que representaba su récord personal. Pero por la tarde, en la final, hizo la diferencia en el estilo libre, el último de los cuatro [además de mariposa, espalda y pecho]. Así, se impuso ante la británica Amalie Smith por 1s15 y a la japonesa Shuna Sasaki por 4s60, que completaron el podio.
“Por la mañana vi que estaba cerca del récord sudamericano y después lo rompí. He estado entrenando mucho, ha sido duro, pero me encanta competir con las otras chicas”, contó Hein, que ya posee dos medallas en Mundiales Juveniles, ya que la dorada en Rumania se suma a la de bronce en los 800m libre en la edición de 2023, en Israel (y la marca A para el Mundial de Doha 2024, donde se destacó con un quinto puesto).
Después del festejo en el Complejo Acuático de Otopeni, un recinto con capacidad para 2400 espectadores e inaugurado con el Campeonato Europeo de Natación Junior 2022, Hein y el equipo volvieron al hotel Vienna, donde se alojan, a pocas cuadras del aeropuerto internacional Henri Coandă y donde también descansan las delegaciones de Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Nigeria. El festejo, pese a la ebullición, fue medido, porque la acción sigue este miércoles: Hein competirá en los 800 libre y, este viernes, volverá al agua para competir en la quinta serie de los 400 libre y en la última de los 200 medley.
“Hubo un festejo breve en la cena, pero con los pies sobre la tierra, tanto ella como su entrenador. Cenamos todos juntos, charlamos, chiste va, chiste viene, alegría… Hasta la hora de dormir. La felicidad fue muy grande. Agostina logró marcas que la pone entre las mejores del mundo y con grandes posibilidades de seguir creciendo. ¡Tiene apenas 17 años! Estamos disfrutando mucho del momento. Todavía faltan carreras. Ella tiene libre el jueves. Venimos de correr la semana pasada en Paraguay, vienen todos cargados de competencia, adrenalina y actividad”, le dijo Rodríguez a LA NACION, dando su punto de vista colorido de las horas posteriores al gran cimbronazo de Hein.

Vale recordar que Hein logró la primera medalla dorada para la Argentina en Asunción 2025 en los 400 metros libre, donde registró el récord de evento con 4m06s96. Claro que también ganó las pruebas de 200 y 400 metros combinado. La riquísima cosecha continuó con las medallas plateadas en las postas 4×100 libre mixto, 4×100 combinado femenino, 4×200 libre femenino y 4×100 combinado mixto, más las de bronce en la posta 4×100 libre femenino (se aseguró la clasificación para los Juegos Panamericanos de Lima 2027).
En agosto pasado, durante París 2024, Hein le contó a LA NACION que mientras se esfuerza a pura brazada canta canciones de rock de los ‘80 y ‘90. Durante esos minutos que le demanda cada prueba se arma una suerte de playlist mental, en la que mezcla letras de Deep Purple y Pink Floyd. “Canto ritmos que me mantengan arriba, pero además vez voy tirándome la buena onda, diciéndome: ‘¡Dale que podés, dale que podés!’”, confesó. Ese mismo optimismo y alegría la sigue acompañando.
En febrero del año pasado, la nadadora publicó un mensaje en redes sociales interpelando a los “odiadores”, a aquellos de las exigencias al deportista desde la comodidad de un sillón. En uno de los párrafos decía: “Para los que dudaron cuando no nos podíamos levantar. Para todos los que hablaron, sin saber lo que es estar, sin sentir una mínima parte lo que se siente. Para los que siempre tienen algo para opinar y nada para sumar”. Meses después, ya con unos Juegos Olímpicos (de París) en el bolsillo (y ojalá que varios más en el camino), amplió: “Ese mensaje que publiqué lo hice en un momento en que me puse a pensar mucho. Llegué muy chica a la selección y por ahí no se ve todo el esfuerzo que hacemos, tanto los juveniles como los mayores”. Ese esfuerzo toma cada vez más dimensión. Hein escribe una historia maravillosa. Y va por más.