Un, dos. Un, dos. Un, dos. Un, dos. La mirada enfocada y a paso firme. Así ingresó Julia Paternain al estadio olímpico de Tokio para recorrer los últimos metros de la maratón femenina del Mundial de Atletismo. Y así continuó, movilizada por la ovación del público y, al mismo tiempo, sin tener la más mínima idea de lo que estaba logrando.
Y entonces, cuando finalmente cruzó la meta y hubo más aplausos y ella miraba para todos los costados buscando a sus contrincantes, un oficial le gritó que había llegado en el tercer lugar. Exhausta y todavía sorprendida, se llevó la mano derecha a la frente y luego exhibió tres dedos, como intentando confirmar y asimilar lo realizado.
“¿Tercera?”, pareció pensar en ese instante, que mutó de inmediato a una felicidad desbordante. Acto seguido, Julia se tomó fuerte la musculosa celeste, la agitó, volvió a tomarse la cabeza con las dos manos, miró de nuevo a todo el estadio japonés, rio a carcajadas y gritó ante las cámaras: “¡Uruguay! ¡Vamos Uruguay!”.

Horas después escribió en su Instagram: “¡¿QUÉ ACABA DE PASAR?! Todavía me cuesta poner en palabras lo que siento después de la carrera de ayer. Nunca en mis sueños más locos pensé que algún día diría esto: soy medallista de bronce en el Campeonato Mundial”.
El podio logrado por Paternain es un un hito que reescribe la historia del deporte uruguayo. Esta maratonista de 25 años y con una vida tan nómade como su espíritu competitivo conquistó la medalla de bronce en el maratón femenino del Mundial de Atletismo que se realiza en Tokio. Absolutamente nadie pronosticaba esta conquista, que, jugando con aquel Maracanazo de 1950, bien puede bautizarse como un “Tokiazo”.
Su proeza quedará marcada para siempre en el calendario deportivo del país vecino y de toda Sudamérica. Este 14 de septiembre no será a partir de ahora un día cualquiera para la pasión charrúa. El bronce representa la primera medalla para Uruguay en un Campeonato del Mundo de mayores. Con un dato más que asombra: es la segunda vez en su vida que Julia corre un maratón.
El escenario, el mismo donde se celebraron los Juegos Olímpicos en 2021, fue testigo de una carrera que puso a prueba la resistencia humana bajo un clima “agobiante” por la combinación de calor y humedad en el verano tardío de Tokio.
De las 73 atletas que largaron, solo 63 lograron finalizar, muchas de ellas lejos de sus marcas habituales. Pero nada detuvo a Paternain, que al cruzar los 10 kilómetros aparecía en el puesto 30.
Sin dudas, la planificación y la táctica empleadas fueron un gran acierto. La uruguaya se mantuvo al acecho del grupo líder, oscilando entre los puestos 10 y 15 hasta el kilómetro 30. Fue entonces, en el famoso “muro”, cuando las fuerzas empezaron a flaquear para muchas de las contendientes. Y entonces, como si fuera un relojito, Julia conservó su ritmo y su plan de carrera, que terminó con un tiempo de 2 horas, 27 minutos y 23 segundos.
El podio la ubicó detrás de dos estrellas indiscutibles de la disciplina: la campeona olímpica en Tokio 2020, Peres Jepchirchir de Kenia, quien se alzó con el oro con un tiempo de 2h24:43, y la subcampeona olímpica en París 2024, Tigst Assefa de Etiopía, que obtuvo la plata con 2h24:45.
Los dos segundos de diferencia entre ambas expone la definición dramática y emocionante que se dio en la lucha por el oro, que recién se definió en la última curva. Curiosamente, Jepchirchir, a sus 31 años, revalidó su idilio con Japón, donde ya había ganado el oro olímpico en 2021. Aunque ese desenlace de película fue en parte eclipsado por la hazaña de Paternain, quien se convirtió en la sensación de la jornada y acaparó los flashes.
Lo más sorprendente de esta gesta fue la propia reacción de Julia. Al cruzar la línea de meta en soledad, rodeada de celebraciones, Paternain, según contó después, no tenía claro ni siquiera si había terminado la carrera.
“Estaba aterrada de que no fuera la meta”, confesó medio en broma en declaraciones a World Athletics. Y agregó: “Todavía pensaba que quedaban otros 400 metros para el final. No me lo creía. Uno de los oficiales me tuvo que decir que había terminado”.
Su incredulidad era tal que ni siquiera ella sabía que había terminado tercera. “Sólo quería completar la carrera, a esa altura ya me dolía todo… Cuando se acercó un oficial y me dijo que había ganado la medalla de bronce no lo podía creer”.
Ella misma explicó que esa falta de conocimiento fue una ventaja: “Creo que eso fue bueno porque así me ahorré estar pensando en que tenía una medalla y que la podía perder. En ese momento yo no pensaba, solo quería llegar al final porque me dolía todo. Solo estaba pensando en hacer mi carrera y terminar donde terminara”.
Más allá de la sorpresa, su amor por Uruguay resonó en cada declaración. “Me encanta correr para Uruguay”, afirmó Paternain. “Es un país chico pero con mucho corazón, es un orgullo y sé que a mis padres los deja muy contentos”.
Con tres pasaportes (Uruguay, México e Inglaterra) y una green card (el documento oficial de los Estados Unidos que otorga a un extranjero el derecho a vivir y trabajar permanentemente en el país), Julia se definió como “una trotamundos”, pero afirmó: “Mi sangre es uruguaya, aunque mi acento sea un poco raro. Mis padres son de Uruguay, toda mi familia es de allí, yo nací y crecí afuera pero estuve yendo allí. Para las fiestas, al Parque Rodó…”.
Con una sonrisa, bromeó sobre su único defecto charrúa: “No me gusta el mate, creo que es lo único, pero por lo demás soy uruguaya”. Un detalle que no pasó desapercibido fue que compitió con las uñas pintadas de celeste y exhibió orgullosa su musculosa con el nombre de Uruguay ante las cámaras.
La historia de Julia Paternain es tan particular como su triunfo. Nacida en León, Guanajuato, México, el 29 de septiembre de 1999, es hija de dos uruguayos, Graciela Muñiz y Gabriel Paternain.
Sus padres, ambos graduados de la Universidad de la República, emigraron de Uruguay hace tres décadas. Gabriel es un calificado profesor de Matemática que enseña en la Universidad de Cambridge, mientras que Graciela es profesora de la cátedra de Envejecimiento, Salud y Métodos en la Universidad de Edimburgo.
Su infancia y adolescencia transcurrieron en Gran Bretaña, país al que representó deportivamente en un Campeonato Europeo juvenil hace seis años. Compitió por Gran Bretaña en eventos importantes como el Europeo Sub 20 de carreras de calle de Oderzo en 2018 y el Europeo Sub 23 de Gávle, Suecia, donde obtuvo un sexto puesto en los 10.000 metros.
Posteriormente, se trasladó a Estados Unidos para continuar su formación académica y atlética en universidades de renombre como Penn State primero y Arkansas después.
Hasta principios de 2023, su único vínculo con Uruguay eran sus padres. Sin embargo, ese año tomó una decisión trascendental: “Me puse a pensar qué quería hacer con el atletismo”, declaró. Entonces, decidió representar al país de sus padres, un proceso que la llevó a cambiar su nacionalidad ante World Athletics, dejando atrás a Gran Bretaña.
Los trámites duraron más de un año. Fue su madre quien se comunicó con la Confederación Atlética del Uruguay (CAU) en mayo de 2023 para manifestar la intención de Julia de correr por su país.
En diciembre de ese año Julia visitó Uruguay para las fiestas, renovó su pasaporte uruguayo y se hizo socia de Nacional, el club del cual es hincha toda la familia Paternain.
Tras una larga gestión administrativa y burocrática por parte de la CAU y la Secretaría Nacional del Deporte (SND), la aprobación de World Athletics para que Paternain compitiera por Uruguay llegó en agosto de 2024. Sin embargo, su debut oficial con la Celeste se concretó el 19 de enero de 2025 en la media maratón de Houston. En esa competencia, Julia arrasó con los récords nacionales, batiendo las marcas de 5k, 10k, 20k y media maratón.
Con un tiempo de 1:12:01 en media maratón, pulverizó el récord anterior de Lorena Sosa (1:17′13″) y también estableció nuevas marcas en los parciales de 5 kilómetros (16′53″), 10 kilómetros (33′34″) y 20 kilómetros (1:08′15″).
Luego, en marzo, llegó su debut en la distancia madre. Corrió el primer maratón de su vida en Valley Cottage, Nueva York, en el evento McKirdy Micro Road to Tokio. Allí ganó con amplitud y dejó atrás el récord uruguayo por más de veinte minutos, estableciendo un impresionante tiempo de 2 horas, 27 minutos y 9 segundos. Esta marca le otorgó el boleto y los puntos clasificatorios para este Mundial de Atletismo en suelo japonés.
La medalla de Paternain no es solo un logro personal; es un hecho sin precedentes para Uruguay y se convirtió en la conquista más grande en la historia del atletismo uruguayo.
Nunca antes el país vecino había alcanzado una medalla en el atletismo olímpico o en los Mundiales, que se realizan desde 1983. Hasta ahora, los mejores resultados habían sido el 12º puesto de Ricardo Vera en la final de los 3.000 metros con obstáculos en Stuttgart (1993) y el 9º de Emiliano Lasa en la final del salto en largo en Londres 2017. La medalla de Julia sacudió al atletismo uruguayo y esta gesta solo es comparable a la medalla de plata en ciclismo lograda por Milton Wynants en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
Actualmente, Julia Paternain vive y se entrena en Flagstaff, Arizona, bajo la dirección técnica de Jack Polerecy. Esta localidad es un reconocido centro de preparación para corredores de mediofondo y fondo en Estados Unidos, donde se entrena en altura, a unos 2300 metros sobre el nivel del mar.
“Eso te deja preparada. Cuando bajás desde ahí, estás preparada. También en los últimos tiempos hice muchas subidas para estar preparada para los últimos cinco kilómetros del recorrido en el circuito de Tokio”, explicó la atleta tras la carrera.
A pesar de este éxito impresionante y con los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 en el horizonte, Julia prefiere no hacer planes a corto plazo. “No sé qué voy a hacer ahora. Si me hubieran preguntado hace un año si iba a correr un maratón, no lo hubiera sabido”, reconoció.
Lo que sí tiene claro es el mensaje que quiere transmitir. “Me encantaría ser un ejemplo para las jóvenes de Sudamérica, para que vean que todo es posible. No importa de dónde vengas. Solo necesitás un par de zapatillas”.