ASUNCIÓN (Enviado especial).- Esta vez si de algo no podrá quejarse Lanús es de la compañía de su gente, que se esfuerza al extremo para llegar a esta ciudad de temperaturas tórridas y anfitriones amables. En parte, por unas horas, Asunción se mueve alrededor de la final de la Copa Sudamericana, con una hotelería colmada, restaurantes bien ocupados y que, según los primeros cálculos, tendrá unos ingresos totales por casi 45 millones de dólares generados alrededor del partido. La espera se hace larga en la costanera, donde se acercan torcedores de Atlético Mineiro e hinchas, y algunos menos, de Lanús, al pie de una rueda de la fortuna que mide unos 50 metros. Sucede que el grueso de los hinchas argentinos está en camino. Se estima una llegada masiva entre la madrugada y las primeras horas de este sábado. Hay shows. Hay alegría. Hay ansiedad.
“Este es un momento muy particular por la conmoción que generó en la gente haber llegado a la final. Estamos hablando algo impensado, pero la gente hizo un esfuerzo enorme y estamos hablando de miles y miles de hinchas de Lanús que se trasladan. Más otros que llegan desde distintos lugares, por su cuenta”, le dice a LA NACION Nicolás Russo, presidente del club granate.
En el fan fest que organizó la Conmebol todo transcurre en calma. Unos y otros conviven sin molestarse. Algunos hasta se animan a la camaradería y bromean. “No, no. De fútbol no hablemos. Mejor hablemos de política argentina, de religión, de cualquier cosa menos de fútbol. ¿Para qué”, dice risueño Fred, un brasileño con la camiseta de Hulk, a un grupo de argentinos que le responde con los pulgares hacia arriba.
La seguridad se ve por cada rincón de la zona, ya que las autoridades locales desplegaron un operativo policial de 6000 agentes hasta después del encuentro.
Sasha Marcich, lateral izquierdo, elude los eufemismos cuando habla del respaldo. “Los hinchas de Lanús están enfermos. Solo hay que agradecerles. Cuando íbamos a practicar al club muy temprano veíamos filas de gente de varias cuadras y era muy emocionante. Uno se pone a pensar muchas cosas y trata de devolverles el esfuerzo”, cuenta el futbolista y suspira.
Cerca de 15.000 hinchas de Lanús se reunirán este sábado en el estadio Defensores de Chaco. Algunos con pocas horas de sueño, tras un viaje de 17 o 18 horas en uno de los 60 ómnibus que contrató el club. El costo del traslado y de la entrada fue de 350.000 pesos, pagaderos en hasta seis cuotas. También se completaron 18 vuelos chárter, cada asiento con una localidad a cambio de 1.080.000 pesos, también con la posibilidad de financiación. Tanta fue la demanda que, en un par de oportunidades, el club debió ponerla en pausa hasta reordenar la logística.
Algo parecido, aunque con menos repercusión, lógicamente, había ocurrido en la aventura en el Maracaná, ante Fluminense, por los cuartos de final, etapa en el que el precio del viaje y una entrada incluía, además, una camiseta original del club. Esta vez la campaña incluyó una prenda, pero de una manera distinta, ya que el club lanzó un 2 por 1 en camisetas en las tiendas oficiales del club. Todo sea por los colores.
“Esto lo supera todo –sostiene Russo– Una cifra que movilizar en esta situación del país con los problemas que tiene la gente. Mucha de la gente que vive en Lanús hizo un gran esfuerzo. Eso se ve en la calle. Hasta los que no pueden ir a Paraguay están enloquecidos. Eso lo generó este equipo con estos jugadores que son valiosos, un cuerpo técnico muy austero y muy serio. Y los hinchas. Sobre todo ellos”, profundizó Russo.
Hubo motivos de preocupación por el retraso en la salida de los ómnibus desde el playón del estacionamiento del estadio de Lanús. Algunos con una demora de hasta cuatro horas. Pero se estima que todos llegarán en hora para el encuentro. A lo sumo, irán directo al estadio Defensores del Chaco.
La última vez que Lanús jugó un final, justo de Copa Sudamericana, fue el 23 de enero de 2021, en medio de la azotadora pandemia de coronavirus. En Córdoba, Defensa y Justicia, por entonces con una arrolladora marcha de la mano de Hernán Crespo, le dio una paliza al Granate, dirigido por Luis Zubeldía. Eran tiempos de tribunas despobladas, aún con miedo e incertidumbre, en busca de aquella mentada “nueva normalidad”.
En un estadio Mario Kempes casi vacío, solo poblado por dirigentes, algunos allegados y familiares de los jugadores del Halcón, a Zubeldía le quedó una imagen dando vueltas por la mente. No se trató únicamente del juego. “Algo nos faltó. Ellos –por Defensa- estaban con sus familias. Tenían quienes los acompañaran. Creo que fue un punto extra y, en ese sentido, nos quedamos. Más en estos tiempos tan difíciles”.
“Esta movida a Paraguay requiere de más de 100 directivos que vivieron las últimas semanas trabajando en el armado. Cada uno tiene que coordinar un micro, un avión. Otro se debe ocupar de la seguridad. Insisto, estamos hablando de más de 100 dirigentes abocados a todo esto”, explicó Russo.
Frente al hotel donde se hospeda el club del sur hay una guardia intermitente de simpatizantes. Todos son cánticos en alusión a la final. Van y vienen nerviosos.
Los hinchas hicieron de todo para llegar a Paraguay. Gastaron sus últimos ahorros o pidieron dinero prestado. Otros vendieron pertenencias lo más rápido posible y otros organizaron rifas cuyos números se ofrecieron por las redes sociales. Los premios eran de lo más variados. Camisetas, utensilios, artículos para el hogar y hasta alimentos, como picadas, empanadas y pan dulces artesanales.
Lanús va en busca de su gran día. Y vaya que tiene con quién ir de la mano.


