Hace 20 años, los Pumas festejaron como un título el empate ante los British & Irish Lions. Esta vez no se habrían conformado con menos que una victoria, las derrotas dignas quedaron atrás hace tiempo. Los triunfos épicos, también. El primer éxito en la historia ante el estelar combinado de las Islas Británicas es la confirmación definitiva de que la Argentina pertenece al ámbito de las potencias. Los Pumas sacaron ventaja en un primer tiempo casi perfecto, se recuperaron de la reacción de los locales al inicio del segundo y terminaron rubricando el éxito por 28-24 en Dublín a puro tackle. Fue el primer triunfo ante los Lions en ocho enfrentamientos.
Poco importó que faltaron ocho de sus mejores jugadores y el plantel debiera completarse con 11 jugadores del medio local. En los 80 minutos del duelo en Lansdowne Road, repleto por una marea roja de 51.200 espectadores que colmaron el estadio, los Pumas resumieron las virtudes de un recorrido de 115 años. La entrega, ese condimento indispensable, estuvo acompañada de un juego que conjuga vértigo con precisión, efectividad e inteligencia. El equipo de Felipe Contepomi doblegó en actitud a un rival más potente físicamente y ampliamente más experimentado en contextos de esta índole durante casi todo el partido, y además le ganó el duelo táctico.
Es un triunfo que quedará a la par de esos que fueron marcando el camino ascendente del rugby argentino, como aquel 11-6 ante los Junior Springboks en Ellis Park de 1965, que los puso en la escena internacional y les dejó el bautismo como Pumas; el 28-24 (mismo resultado) en Lens ante Irlanda en el Mundial de 1999 para pasar por primera vez a cuartos de final; el 17-12 a Francia en el estreno del Mundial 2007 en el Stade de France, camino a la medalla de bronce, o el 25-15 de 2020, primer éxito en la historia ante los All Blacks en plena pandemia, en la burbuja de Sydney. La selección argentina, que nació precisamente enfrentando a un combinado británico en 1910 (cuando todavía no eran ni Pumas ni Lions), creció en los márgenes de los “países centrales” del rugby mundial y se forjó a fuego lento, demostró esta vez que alcanzó ese estrato.
Los resultados de los últimos años, con victorias ante los tres gigantes del sur en 2024, por ejemplo, el rendimiento desplegado en los templos más emblemáticos de este deporte, coronados con esta victoria ante el estelar combinado de las Islas Británicas, permite afirmar que los Pumas no son ajenos a las potencias. ¿Tendrán los Lions un partido más difícil que éste en su inminente gira por Australia?
En este momento puede sonar anecdótico, pero no es un dato menor. En las 12 presentaciones anteriores en este estadio, los Pumas sólo habían sumado derrotas, 11 ante Irlanda y una ante Francia en los cuartos de final del Mundial ’99. En Dublín también jugaron en 2018, cuando cayeron en Croke Park ante la selección local, cuando Lansdowne Road estaba en remodelación.
El scrum fue el único aspecto donde los Pumas verdaderamente padecieron, entendible en parte por las ausencias y la talla del rival. En cinco envíos de los Lions, cometieron cuatro penales que los pusieron contra las cuerdas. Sin jugadores de élite de la talla de Juan Cruz Mallía, Santiago Chocobares, Marcos Kremer o Guido Petti Pagadizábal, Contepomi recurrió a los del medio local. Hubo tres debuts y actuaron otros tres que apenas tenían un partido en su haber. Incluso durante algunos minutos debieron jugar con un tercera línea entre los backs por los golpes de Matías Moroni y Lucio Cinti, quien eventualmente pudo regresar. En ningún momento se sintió esa diferencia.
Es más, cuando entró Boris Wenger, pilar izquierdo de 22 años surgido de Jockey Club de Villa María, en su primera convocatoria a la selección, el scrum mejoró y le ganó el duelo a Tadhg Furlong, el mejor pilar derecho del mundo en los últimos años, viviendo su tercera convocatoria a los Lions. Simón Benítez Cruz, medio-scrum de CUBA, y Bautista Bernasconi, hooker del CASI, también debutaron. Justo Piccardo, centro del SIC, Joaquín Moro, de Argentino de Bahía Blanca y Belgrano Athletic, y Francisco Coria, pilar de Brive, son los otros que no llegaban a dos partidos internacionales.
La entereza para salir de un momento de incertidumbre al inicio del segundo tiempo da cuenta de la mentalidad que alcanzó este equipo de la mano de Contepomi. La ventaja de nueve puntos conseguida en el primer tiempo se esfumó en 13 minutos en un reinicio furioso de los locales, que se largaron a jugar e hicieron temblar la estantería de los argentinos, lapso en el que sufrieron una amonestación y dos tries y de golpe se vieron en desventaja 24-21. Entonces apareció la figura del partido. Dentro de un rendimiento altísimo de todo el equipo, por una luz el apertura Tomás Albornoz fue el mejor. Rodrigo Isgró (otro punto altísimo, autor de 17 tackles) recuperó una bomba aérea, el tucumano la rescató, amagó, se cortó e inició un contraataque que continuaron Piccardo y Moroni, quien puso un kick quirúrgico al fondo para que Santiago Cordero se zambullera sobre la pelota.
En los últimos 20 minutos los dos equipos mostraron signos de cansancio. El partido se desvirtuó. Los Pumas cometieron algunos penales innecesarios que los pusieron contra su in-goal, pero lo compensaron con actitud y, sobre todo, tackle.
En un primer tiempo sublime, los Pumas habían conseguido dos tries espléndidos. El primero en una jugada de primera fase posterior a un line-out que definió en gran forma Ignacio Mendy en la punta opuesta. El otro fue con el tiempo cumplido, cuando Juan Martín González recuperó una pelota suelta en campo propio y, en lugar de patearla afuera, inició una contra que Rodrigó Isgró manejó con gran tempo y, tras pasar por Santiago Carreras, derivó en la conquista Albornoz.
Los Lions mostraron algunos desacoples propios de un equipo que no se conoce entre sí, sobre todo en el line-out. Sin embargo, fue la intensidad, la presión, y la sorpresa para jugar de toda la cancha que impusieron los Pumas, lo que los hizo confundir.
En 2005, los Pumas habían logrado un empate heroico ante los Lions en Cardiff. Esta vez, la épica fue un condimento más. Si a alguien lo sorprende es porque no vio jugar a la Argentina en los últimos años.