El refrán de origen español se repite como si se tratara de una verdad absoluta, sin margen: “Segundas partes nunca fueron buenas”. Aunque es cierto que existe una tendencia negativa con las películas y en otros ámbitos de la vida, el fútbol tiene sus singularidades. Y la historia de River, en particular, exhibe ejemplos que ratifican esa máxima; otros desmienten la contundencia de esa suerte de mandamiento que puede condicionar la opinión de los hinchas, sobre todo en una época en la que el equipo que dirige Marcelo Gallardo experimenta dificultades con muchos futbolistas que en el primer ciclo escribieron páginas doradas.
Mientras el técnico atraviesa su segunda etapa en River con el deseo de revalidar las hazañas y conquistas a nivel local e internacional, varios futbolistas tuvieron que armar las valijas e irse por la puerta de atrás, opacando el envidiable currículum de otros momentos. Incluso existe otro casillero para los casos especiales de Matías Kranevitter, multicampeón en el periodo 2014/15, y Manuel Lanzini, uno de los pocos que llegaron a un tercer ciclo: ambos protagonistas se entrenan a contraturno, a la espera de una propuesta económica y deportiva que esté acorde a sus pretensiones.
Dos aciertos
Cuando asumió como DT de River por primera vez, el 6 de junio de 2014, Gallardo tomó algunas decisiones fuertes, que involucraban una segunda oportunidad para distintos futbolistas. Prescindió de David Trezeguet, que debía regresar de su préstamo en Newell’s luego de marcharse enfrentado con los referentes del vestuario en aquel momento, y consideró que los uruguayos Carlos Sánchez y Rodrigo Mora, cedidos al Puebla y a Universidad de Chile, respectivamente, merecían otra chance. Acertó con los dos porque fueron indispensables en la obtención de la Copa Libertadores al año siguiente, y también hicieron valiosos aportes en la Sudamericana conseguida previamente.
Sin pena ni gloria
A diferencia de Sánchez y Mora, relegados en el último ciclo de Ramón Díaz, las vueltas de dos figuras exitosas en Europa como Javier Saviola y Pablo Aimar no estuvieron a la altura de las expectativas que provocaban sus nombres luego de brillar a fines del Siglo XX con la banda roja. El delantero, de pasado en el Barcelona y Real Madrid, no anotó goles y hasta quedó en el recuerdo una situación insólitamente desperdiciada contra Vélez, mientras que el actual ayudante de campo de Lionel Scaloni tan sólo ingresó en dos compromisos oficiales ante Rosario Central, en el estadio Monumental, y Liniers (Bahía Blanca), en Formosa.
Aunque se esforzó por recuperarse de una lesión ósea que le impedía jugar con frecuencia, Gallardo no dudó en dejarlo afuera de la lista para las semifinales de la Libertadores 2015, un hecho que generó ruido cuando se filtró un audio de WhatsApp en el que Aimar se quejaba por aquella determinación: “Llega un día que se termina. Me cansé de tomar antiinflamatorios, pastillas, infiltrarme y renguear en los entrenamientos. Y después, que de cinco lugares que había para la Copa, de seis jugadores fui yo el que quedó afuera… todo bien, lo entiendo, estoy rengo, pero es una clara señal que si de seis entran cinco, de los cuales uno está lesionado de un gemelo, que va a poder jugar una hipotética final, que es (Nicolás) Bertolo, es una clara señal que no va más el tema”. El Conejo, en cambio, intentó hasta enero de 2016, cuando se dio cuenta que no era una prioridad para el DT, quien siempre mantuvo la misma línea de poner al jugador que mejor estuviera, sin distinción de trayectorias. “Sabía que Marcelo no me iba a regalar nada y que tenía que ganarme el puesto. Pero no se dio como esperaba, no me sentía útil en el equipo”, admitió en ese momento.
Al igual que Saviola, Luis González también retornó a mediados de 2015, tras una década en el exterior —en Europa triunfó tanto en el Porto como en Olympique Marsella— y un largo tiempo como integrante de la selección argentina. El mediocampista fue pieza de recambio en los partidos decisivos de la Libertadores y dejó en el haber un golazo espectacular frente a Estudiantes en La Plata. Sin embargo, poco a poco perdió terreno y en 2016 rescindió su contrato para sumarse a Athletico Paranaense.
Un regreso esperado y una sorpresa
A principios de 2016, cuando ya tenía otra espalda como entrenador, Gallardo incorporó dos conocidos como Andrés D’Alessandro, a préstamo desde Inter de Porto Alegre, y Nicolás Domingo, proveniente de Banfield. La vuelta del Cabezón, quien unos años antes había actuado en San Lorenzo, generó sorpresa, porque su arribo se negoció en absoluta discreción. Más allá de que su rendimiento tuvo algunos altibajos, fue una carta fundamental para River, cuyos títulos de ese año fueron la Recopa Sudamericana y la Copa Argentina: su registro, además de los trofeos mencionados, dejó 30 partidos oficiales y cinco goles. En cambio, el mediocampista central, resistido por los hinchas, no logró asentarse pese a iniciar el primer semestre como parte del once inicial.
Otros dos regresos sin éxito
Al cabo de un año y medio en México vistiendo los colores de Cruz Azul, Ariel Rojas volvió luego de irse libre en julio de 2015, antes de las semifinales ante Guaraní. Los primeros partidos del volante zurdo fueron auspiciosos, pero en el segundo semestre se le hizo cuesta arriba la exigencia física y en 2018 quedó relegado en la consideración de Gallardo.
La otra cara conocida que tuvo un segundo ciclo fue la de Germán Lux, con el pase en su poder tras finalizar su vínculo con Deportivo La Coruña. A 11 años de su partida, empezó a ser el dueño del arco inmediatamente, porque la apuesta del entonces joven Augusto Batalla había sido sin los resultados esperados. Lejos de ser una solución, Poroto tampoco ofreció la seguridad que pretendía el Muñeco, quien terminó depositando su confianza en Enrique Bologna. A fines de 2021, Lux se retiró después de ir al banco de suplentes en la goleada 4-0 sobre Colón, por el Trofeo de Campeones.
Una leyenda
En 2021, contra cualquier pronóstico previo, Jonatan Maidana regresó a River después de estar dos temporadas en el Toluca. Aunque había asegurado que su retorno al Monumental sería como hincha, el zaguero vio la posibilidad de tener un segundo ciclo y no lo dudó. Ganó tres títulos domésticos en ese año, actuó entre los once iniciales en compromisos relevantes y ratificó su condición de líder en silencio, pero a fines de 2023 se tuvo que ir prácticamente sin rodaje porque no formaba parte de los planes de Martín Demichelis. Aun así, su último episodio fue la conquista del Trofeo de Campeones frente a Rosario Central, en Santiago del Estero, ovacionado al igual que una semanas antes en el Monumental.
Las sorpresas de 2022
El último año de Gallardo en el primer ciclo incluyó cuatro regresos. Uno, el de Lucas Beltrán, repescado exitosamente desde Colón, tal como sucedió en 2021 con Enzo Fernández, ganador de la Sudamericana y de la Recopa con Defensa y Justicia. Los tres restantes fueron el impensado Leandro González Pirez, sin lugar en la consideración de Gallardo cuando asumió a mediados de 2014; Emanuel Mammana, libre del Sochi ruso, y Juan Fernando Quintero, a préstamo desde el Shenzhen chino.
Ninguno, en sintonía con el equipo, tuvo una temporada para destacar, pero el caso del colombiano fue diferente porque no continuó al año siguiente, el único sin el Muñeco como DT de River. En ese lapso, retornaron Ignacio Fernández, Kranevitter, Ramiro Funes Mori y Gonzalo Martínez; todos, con excepción de algunos momentos de Nacho, estuvieron lejos de las versiones de alto rendimiento que tuvieron en la primera etapa.
Más segundas partes
Una vez que firmó su nuevo contrato, el 5 de agosto de 2024, Gallardo repatrió a Germán Pezzella, que se había ido a mediados de 2015. El zaguero campeón del mundo, hoy en proceso de recuperación por la rotura del ligamento cruzado en la rodilla izquierda, empezó con un nivel elevado y disminuyó drásticamente sus prestaciones luego de la caída por 3-0 ante Atlético Mineiro por la Libertadores.
Unos meses después, ya en 2025, retornaron Enzo Pérez, Lucas Martínez Quarta, Sebastián Driussi y Gonzalo Montiel. Los cuatro cuentan con crédito abierto, pero son conscientes de que Gallardo es tan exigente como siempre y que no le garantiza el lugar a nadie. Quintero, el más reciente, lo sabe bien: aunque lo vincula una relación de amistad, el DT no lo considera titular por ahora.