SANTIAGO DEL ESTERO (Enviado especial).- “Los Matagigantes. Eso somos, ahora más que nunca, poné eso: Los Matagigantes”.
Guido Mainero se saca fotos con todos: hinchas, curiosos, compañeros, policías. El que pasa, le pide y el cordobés (un extremo picante, divertido de sobremesa) accede con gusto. No para de reírse. Agarra banderas, banderines, tíos, abuelas, celulares y posa, ocurrente, en el medio del Madre de Ciudades.
Es el héroe del campeón. Una volea de zurda que viaja a la eternidad y que confirma la teoría: Platense es el campeón del torneo Apertura. “Cuando vi que la pelota me bajaba, pensé en terminar la jugada. Nada más. Estaba dentro del área, entró justa, yo qué sé… Tengo que verla bien. ¡Entró!“, le cuenta a La Nación.
Rodeado de hinchas, que le piden que no se vaya y, de paso, que le regale el pantalón, una media, al menos, reflexiona: “A veces se va a la tribuna, se tenía que dar así. Siempre confiamos, eso es lo lindo, había que tener fe y confianza. Por eso, conseguimos este título”.
“En realidad, lo quiero volver a ver porque no lo vi bien todavía. La idea era cortinar a Nacho (Vázquez) para que la baje luego del tiro libre frontal de Taborda. Y no sé cómo, pero la metí ahí. Estaba medio dura la cadera, pero sirvió”, cuenta y lanza una carcajada. Así se cuenta en la intimidad: es el que sostiene al grupo en las tempestades, con el clásico humor cordobés.
Trabajaba en una fábrica (“unos meses, lo necesitaba”), pero el fútbol era más fuerte. Instituto, Vélez, Defensa y Justicia, Deportes Iquique, Sarmiento, otra vez Instituto. Hasta la cumbre con Platense. Siempre de abajo, siempre en el barro. Y sobre ruedas. “Hasta hace poco iba en una bicicleta amarilla hasta el predio. Pegué el estirón y me quedó chica. Igual son seis o siete cuadras nomás. Por suerte, hace poquito me pude comprar un auto, pero aun estando en primera me venía en la bici”, le contó a la Voz del Interior, acerca de sus primeros tiempos en Instituto.
Sus primeros años. Le costó pegar el estirón futbolero. Y económico. “Al comienzo, cuando aún no tenía un sueldo, era uno más de los de abajo. Por suerte, con el tiempo, empecé a ir en auto pero sigo con la misma humildad de siempre. Ahora, la bici la tengo guardada en casa… Igual vivo tan cerca del predio que no llegaba ni a entrar en calor”, contaba, con humildad y sentido de pertenencia, años atrás.
Pasó por varios equipos y nunca había dado la vuelta olímpica. “Siento un gran orgullo por este grupo y lo que hizo el equipo durante todo el campeonato. Esto es hermoso, único. Lo soñamos y se nos dio. Hay que disfrutar, ahora, esto es para toda la vida”, cuenta, horas después de la volea, de la locura en el vestuario, ya de vuelta, en casa.
“Estamos muy contentos, disfrutando con la familia, con los hinchas. Hay que decirles a la gente que esto es algo histórico, no pasa todos los días. Lo creíamos. El equipo se plantó en todas las canchas, somos justos campeones, esto no es de casualidad”, cuenta Guido, suerte de 7 bravo, siempre por el sector derecho, reinventado por la dupla algo más retrasado, con la doble función de correr y avanzar.
Trotamundos del fútbol (de nuestro fútbol), llegó desde Instituto hace un puñado de meses. Debutó profesionalmente en 2014 cuando Instituto militaba en la B Nacional. La rompió, al fin, en un grupo de segundas oportunidades.
“Todavía no despertamos, estamos en la historia grande del fútbol argentino. La verdad que sí, se dio la primera estrella, Platense hacía mucho que lo estaba esperando. Este plantel, este staff, todos quedamos en la historia y la gente lo va a agradecer de por vida. Es un equipo con mucho huevo, que fue al frente en todas las canchas”, sostiene, lejos del vértigo sobre el césped y un rato antes de un divertido posteo para el club. “Una estrellita en el pecho”, advierte. Una estrella nueva sobre el escudo.
En julio de 2023 le ocurrió algo que pudo cambiar el destino de su carrera. Jugaba en Sarmiento, de Junín, cuando admitió que cometió “un error” al salir con un anillo en la mano en la derrota con Boca, que derivó en el segundo gol de los Xeneizes cuando estaba fuera del campo debido a que el árbitro, Silvio Trucco, le solicitó que se lo quitara, como indica el reglamento.
”Cometí un error y pido perdón. Sé que el reglamento no lo permite pero llevaba siete años jugando con el anillo, siempre con vendajes aunque se ve que se me salió… La fotógrafa del club me pasó una foto en la entrada en calor y lo tenía cubierto”, lamentó en ese momento el mediocampista cordobés.
En el instante que salió Mainero, Sarmiento tenía un tiro libre a favor que ejecutó Gonzalo Bettini y en una contra se dio el 2 a 0 del Xeneize, con el cordobés afuera del campo, a pesar de que le indicaron que podía regresar y cortar el avance de Luis Vázquez.
”Me quedó todo el dedo machucado de la fuerza que hice para sacármelo. Me hago cargo de mi error. Israel Damonte no me insultó, ni nada, había enojo lógico porque pasó esto y nada más. Muchos pusieron un video donde se escuchó una puteada pero nunca fue de parte del DT”, explicó, en ese entonces.
”Hicimos un buen partido por 75 minutos e incluso hasta estando 1 a 0 abajo nos encontrábamos en partido, peleándola y nos mató anímicamente ese segundo gol. Después, me llegaron algunos mensajes pero me hacen reír un poco…”, contó aquella noche.
Una anécdota dentro de una historia. La cumbre, este domingo, en Santiago del Estero. “Lo soñamos. Es hermoso, porque somos chicos que la peleamos. Somos pocos los que pasamos por esta instancia. Para mí es la primera. Sabíamos que te cambia todo: te cambia lo personal, lo grupal, todo. Platense viene haciendo las cosas muy bien. Queda festejar porque dejamos la vida y tenemos este premio, el más lindo», suscribe Mainero, el héroe definitivo de Saavedra.