Muchos leyeron de inmediato que su partida del fútbol europeo para jugar en la MLS era un retiro encubierto. Lo que en el análisis riguroso de la jerarquía de los torneos de Francia y de los Estados Unidos era un descenso indisimulable, se aceptaba en la idea de que, tras ganar todo lo que quería y podía, ahora buscaba una comodidad que no iba a obtener en la exigencia competitiva de cualquiera de las cinco grandes ligas. Y en gran parte, Lionel Messi debe haber conseguido esa mejora en la calidad de vida para él y para su familia. Pero en cuanto a responsabilidades y obligaciones sobre su persona, lo único que hizo fue cambiar un rubro de presión por otro. Sin grandes reclamos desde lo deportivo, cargó sobre sí un enorme peso comercial y económico.
El episodio de la suspensión por un partido, por no participar en este novedoso partido de estrellas entre la Liga MLS y la de México, es apenas una muestra de que su presencialidad es una demanda que la dirigencia (y los equipos de marketing) no dejará pasar por alto fácilmente.
Desde ya que el el partido por el que fue convocado, es casi un absurdo para las necesidades de Javier Mascherano y Messi. No existe en Europa o en Sudamérica ese tipo de espectáculos al estilo All Star de la NBA, con concurso de habilidades y figuras mezcladas. Desde los sectores más competitivos del mundo, hasta se lo observa como una mueca de desdén y burla. Pero para los norteamericanos es todo un acontecimiento. La gente vota a los jugadores y el argentino fue elegido capitán del Team MLS.
Messi se fue de Francia con 36 años, después de jugar una buena temporada con PSG (15 goles y 16 asistencias), pese a que el único objetivo que pretendían los hinchas y los inversores qataríes no se cumplió (la Champions League). Si a eso se le suma la tensión que se generó por la rivalidad entre Francia y la Argentina en el Mundial 2022, y el permanente maltrato que le dispensaban los simpatizantes parisinos, por su mente habrá pasado un solo mensaje. Cual si fuera una publicidad de algún comercial religioso de medianoche: “Pare de sufrir”.
Inter Miami le dio una nueva vida. Festejó su primer gol oficial abrazado con sus hijos, como si estuviera jugando un picado en la quinta de algún amigo. Las imágenes que se vieron de él desde un principio fueron de un disfrute que jamás había conocido en su carrera. Siempre con una sonrisa.
El salario de 20,4 millones de dólares garantizados que le paga Inter Miami está apenas 5 millones por encima de lo que cobra Lorenzo Insigne en Toronto, el segundo en la MLS. Pero representa el 43% de la masa salarial del conjunto de David Beckham y Jorge Más. Está claro que nadie puede decir que su rendimiento no es efectivo. Es más, sus prestaciones están muy por encima de lo que todos esperaban para un futbolista de 38 años.
Pero hay un dato que es más impactante. Messi solo cobra más que muchos planteles completos. Es así con 23 de las 30 franquicias.
Y eso es apenas el principio. La otra parte de su contrato, la que no se hizo pública, es la que generan sus principales ingresos. Aunque no se conocen los datos, se estima que los ingresos superan los 150 millones de dólares, con porcentajes de las ventas de indumentaria de Adidas y de las suscripciones para el MLS Pass, de Apple TV+.
¿Cuántos suscriptores en el planeta contrataron el pack especial de la MLS solamente por Messi?, ¿Cuántos de ellos se conectan con la plataforma los días que Messi no juega por algún motivo?
Nunca se divulgaron los datos, pero puede suponerse… El día que Messi debutó en la League Cup de 2023, Apple informó que registró 110.000 nuevos suscriptores. Indicó, también que el crecimiento en el ritmo de inscripciones fue de un 1690%. Y en los primeros meses duplicaron sus afiliados y superaron el millón de personas.
Los equipos viven pendientes de las visitas de Messi. Algunos aumentaron hasta un 600% el costo de los tickets cuando sus equipos juegan con Inter Miami. Pero, si no hay garantías de que juegue, eso es un gran problema.
El ejemplo más notorio (y escandaloso) fue el del amistoso que Inter Miami jugó en Hong Kong en 2024. El argentino necesitaba descansar y los organizadores se vieron obligados a devolver el valor de la entrada a los espectadores.
La parte positiva es que, si está saludable, Messi siempre quiere jugar. La negativa es que, a los 38 años, sumar tantos partidos no lo ayuda, porque termina siendo contraproducente. Todos quieren que esté siempre. Pero cuanto más juega, más posibilidades hay de que se lesione. Si se lesiona, las recaudaciones descienden drásticamente.
Hasta Gianni Infantino inventó un “wild card” para que Messi pudiera jugar el Mundial de Clubes en el mismo país en el que en 2026 se jugará la Copa del Mundo de selecciones. Demasiados negocios. Demasiada inversión que requiere de la mejor plataforma de promoción posible. Así se sumaron cuatro partidos extras a un calendario ya de por sí cargado.
En 2024 jugó 22 de los 34 partidos de la temporada regular de la MLS. Se perdió el 36% de los encuentros por lesión. Malo para lo comercial. Este año los números son mucho mejores, lleva jugados 18 de 21 partidos posibles. Pero, ¿cuánto más resistirá?
Este año lleva jugados 31 partidos si se incluyen la selección, la Concachampions y el Mundial de Clubes, y apenas cruzó la primera mitad de la temporada. Le quedan otros 10 de la MLS (sin contar los playoffs), al menos tres de la Leagues Cup y cuatro partidos (dos por eliminatorias) con la selección argentina. Si fuera sólo eso, le daría un total de 48 partidos. Pero la proyección de máxima (si Inter Miami avanza en los torneos), podría superar los 60 encuentros.
En la temporada 2022/23, con el Mundial incluido, llegó a 54 encuentros. ¿La última vez que llegó a 60 partidos en un año? Los 64 de la 2017/18, cuando tenía 30 años.
En España o en Francia también había compromisos económicos serios, claro está. Pero dentro de un negocio maduro, establecido y que no depende principalmente (por no decir casi exclusivamente) de él. La tensión competitiva que vivía en Europa no existe más. La MLS es mucho más benévola respecto de lo que él puede dar con 38 años, y lo que da es más que satisfactorio para hinchas, dirigencia y empresarios. Eso sí, cada vez que falta, la estructura económica cruje y le recuerda que ser Messi siempre conlleva exigencias. Aunque ya no sean deportivas.