Después del partidazo que Vélez le terminó ganando a Boca por 4-3, por la semifinal de la Copa Argentina, todas las miradas estuvieron en el mejor equipo del fútbol argentino en 2024 (El Fortín) y también en los cambios que hizo Fernando Gago sobre el final. ¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? ¿Qué quiso hacer?
Los análisis deben focalizarse en el momento de las modificaciones, aunque siempre un entrenador hace cambios para que le den resultados, está claro. Hay un disparador (o a veces más de uno) que impacta en las decisiones. En este caso, desde lo global, Gago vio que Boca pasó de estar 0-2 a ganar 3-2 y, jugando con 10 y faltando diez minutos, resolvió los ingresos de Lautaro Di Lollo (defensor central) por Edinson Cavani (centrodelantero) y de Milton Delgado (volante central) por Exequiel Zeballos (wing). “Terminó”, les dijo a ambos haciendo además señas con sus manos.
Así, Boca dejó de jugar 4-2-3 (Brey; Barinaga, Figal, Rojo y Saracchi; Belmonte y Pol Fernández; Milton Giménez, Cavani y Zeballos) a terminar 5-3-1: Brey; Barinaga, Di Lollo, Figal, Rojo y Saracchi; Pol Fernández, Belmonte y Delgado; Milton Giménez. Advíncula había sido expulsado en el comienzo del segundo tiempo.
“El resultado final no lo asocio a los últimos cambios en sí. Es obvio que el rival con once, con un jugador más y perdiendo, se va a posicionar para atacar más alto. La situación del partido, con un hombre menos faltando 8/9 minutos y ganando 3-2, el partido tiene que estar terminado. Tampoco estábamos sosteniendo un juego, así como estábamos, con un marcador a favor. Por eso entendí que no era necesario mantener a los tres delanteros. El equipo necesitaba esos cambios y buscamos cerrar el partido”, explicó Gago.
No estuvo mal la intención del entrenador de Boca de pretender sumar gente en defensa, pero había “subvariables” a analizar: ¿la juventud de Di Lollo y Delgado -20 y 19 años, respectivamente- iban acorde a la experiencia que se necesita para tomar decisiones acertadas en esta clase de contextos y desarrollos? Muchas veces sumar defensores no es garantía de mayor solidez, como tampoco ubicar más delanteros garantiza un mayor peso ofensivo.
Otra subvariable: muchas veces, para defender bien es más importante evitar que envíen el centro que lo que un equipo pueda hacer para despejarlo una vez que cayó en el área. Boca hace tiempo que no viene dando garantías en los pelotazos cruzados (un déficit de arrastre en la era Diego Martínez) y pelotas como las que finalizaron en el 4-3 de Vélez son muy difíciles de defender, más en medio del diluvio y con la cancha pesada (otra subvariable).
Ante esa situación, en los últimos dos goles, se ven cómo Belmonte llega tarde para presionar la asistencia de Elías Gómez (pase pinchado a la espalda de los centrales para el 3-3) y Pol Fernández -de muy buen partido- ni siquiera intentó bloquear el gran centro de Joaquín García. En ambos casos, Boca había ingresado en un instinto de supervivencia del triunfo que le nubló la visión y se olvidó de mantener dos líneas de presión. Y cuando la primera línea de oposición pasa a ser la defensa, siempre va a tener ventaja el que ataca.
Otro factor a tener en cuenta: ¿Boca estaba sufriendo defensivamente el partido incluso antes de que Belmonte anote el 3-2? No lo estaba controlando ni jugando como pretendía, pero tampoco lo estaba padeciendo. Vélez estaba descoordinado, sin hacer pie. Apenas le había generado dos chances, una clara con Pellegrini (que tapó Brey) y un remate desde afuera de Aquino que se fue desviado. No fue el dominio que sí tuvo Vélez (territorial y de posesión) en la primera etapa.
Otro antecedente que pudo influir en la decisión de Gago con respecto a la línea de 5 final: el recurso venía de aplicarlo para “sostener” la victoria ante Unión en la Bombonera (1-0) y cuando ingresó Gary Medel como líbero (en lugar de Zeballos) fue cuando más chances tuvo el equipo del Kily González de empatarle. La línea de 3 no le funcionó Lanús tampoco, con Figal-Anselmino-Rojo, tampoco cuando ingresó Medel. Sí le funcionó ofensivamente en el segundo tiempo ante Gimnasia, en Rosario.
Otra subvariable: no dejó pasar ni un minuto entre que Belmonte puso el 3-2 y las modificaciones de Di Lollo y Delgado por Cavani y Zeballos. Sin sufrir defensivamente, si Vélez estaba golpeado anímicamente esas modificaciones tan veloces le cedieron demasiado terreno y pelota al Fortín como para reactivarlo.
Gago pretendió sumar un defensor central para quedar 3 vs. 2 con Di Lollo, Figal y Rojo en las marcas de Romero y Michael Santos. Pero resignó la línea de volantes y, por ahí, un futbolista de más experiencia como Lautaro Blanco (aún subido como mediocampista) le hubiera dado más resultados en la variable de evitar los centros. En cuanto a alternativas de centrales, estaba Mateo Mendía, también de 20 años. Ahí el DT apostó por Di Lollo (1m87), con más partidos encima en la primera y que fue utilizado como lateral también en otros partidos. O por ahí no hubiera sustituido a Zeballos, otra alternativa. O ingresado Brian Aguirre, pero el exwing de Newell’s justamente no le estaba rindiendo defensivamente en los últimos partidos (y esto seguro fue una de las cosas que analizó).
El cambio que no fue: ¿Advíncula demostró ser confiable para seguir jugando estando amonestado? ¿Y para seguir jugando después de una acción en la que debió ser expulsado? Y si no era así, ¿Barinaga demostró que puede ser hoy una alternativa segura para el lateral derecho? Muchas veces un DT saca a un jugador no por lo que pueda hacer luego, sino porque queda “condicionado” que ante el próximo leve roce… Pero se analizan muchas cosas.
Gago utilizó muchos sistemas tácticos en los 45 días de gestión, debe reaccionar con volantazos porque tuvo que arrancar de cero. Obvio que puede cometer errores y todavía le está costando mucho potenciar a los jugadores, pero el contexto en el que le tocó asumir fue muy adverso. Con el 0-2, la primera modificación fue el ingreso de Milton Giménez por Miramón (otra jugada al filo, teniendo en cuenta que sin mediocampo en la actualidad es complejo dominar). ¿Cómo lo intentó ajustar? Con una falsa línea de 3, con Saracchi más subido como volante, así Zenón terminaba más como enganche, por delante de Belmonte y Pol Fernández y por detrás de Cavani y Milton Giménez. Atrás, un muy contenido Advíncula con Figal y Rojo.
Gago es un DT ofensivo que no es común que recurra a una línea de 5 para defender un resultado. Lo hizo en otros clubes, claro, pero como recurso más general. En Boca las decisiones se están pareciendo más a manotazos de ahogado ante la dificultad de conseguir aunque sea tres o cuatro bases sólidas. ¿Qué jugador hoy es confiable desde el sostén de su rendimiento?
La herencia que le dejó Diego Martínez a Gago fue complicada, casi tierra arrasada desde lo futbolístico, físico y táctico. Y en el medio de la tormenta y casi sin tiempo para trabajar, cualquier decisión que tome el actual entrenador puede generarle críticas. Pero las apuestas de Gago pueden fallar porque ni siquiera los futbolistas de mayor experiencia le aportan un sostén para empezar a construir un equipo. Las decisiones de Figal, Rojo, la expulsión de Advíncula… (antes Chiquito Romero, Lema, Fabra). Y ahí es donde incluso resulta complejo analizar edades.