Cerca de Foster Gillett, el empresario estadounidense que coquetea con invertir en Estudiantes de La Plata hace meses, se frotan las manos. “Había que empezar así”, aseguran. “Así” es con un pase rutilante, una transferencia que garantice repercusión mediática e ilusión en los hinchas en partes iguales. El flamante futbolista del Pincha tiene nombre y apellido: Cristian Medina, quien ejecutó la cláusula de rescisión de US$ 15 millones netos y dejó Boca. En los próximos días sellaría su contrato con el club platense, que tiene como presidente a Juan Sebastián Verón, firme impulsor de la llegada de capitales privados en el fútbol. «
“Medina va a firmar un contrato con Estudiantes que no será de seis meses”, dice a LA NACION Guillermo Tofoni, empresario futbolístico y apoderado de Gillett en Argentina. Técnicamente, Medina pone los millones que quería Boca y rompe su contrato. Rompe, además, un acuerdo tácito entre los dirigentes del fútbol argentino: no forzar la salida de futbolistas mediante la cláusula de rescisión dentro del mercado local. De cualquier forma, el “caso Medina” es sólo la punta de un iceberg. El kilómetro cero de un plantel “con cuatro o cinco nombres rutilantes”, como aseguran en el círculo aúlico del empresario estadounidense, enamorado de la Argentina desde que la visitó en agosto. Los otros jugadores, todos del mercado local, se mantienen bajo reserva. El primero de la nómina, Medina, hace ruido porque el Pincha se queda con un jugador formado en Boca, que tuvo pasado en la selección olímpica y era pretendido por Fenerbahce, un grande de Turquía. De fondo, la política: el presidente de Boca es Juan Román Riquelme, aliado de Claudio “Chiqui” Tapia y acérrimo defensor de los clubes como asociaciones civiles sin fines de lucro. Gillett, en cambio, se sacó fotos con Daniel Scioli y Juliana Santillán, referentes del gobierno en el fútbol e impulsores de la llegada de capitales privados a las instituciones argentinas. Un dato más: Estudiantes se queda con el 5 de Boca, que quería en ese lugar a Santiago Ascacíbar, uno de los capitanes actuales del Pincha.
Gillett es uno de los cuatro hijos de George Gillett, un empresario de la comunicación y los deportes en Estados Unidos que llegó a comprar el equipo Harlem Globetrotters y a tener un conglomerado de medios. Con un portfolio diversificado, George adquirió el Liverpool inglés junto a Tom Hicks en 2007. Su hijo Foster fue nombrado director en la junta del tradicional club inglés. Los Gillett se mantuvieron al mando hasta 2010, cuando vendieron las acciones a Fenway Sports Group. Según la prensa estadounidense, su patrimonio excede los US$ 700 millones.
“Soy un hombre joven que ha pasado su vida en los deportes y en el entretenimiento”, se presentó en agosto durante una entrevista con LA NACION. Y agregó: “Creemos fuertemente en los deportes, en el negocio de los deportes; en la cultura de los deportes. Y yo, en particular, vivo y respiro este deporte. No hay nada que me haga más feliz que estar en un ambiente en el que pongo sonrisas en la cara de la gente. Y en el momento en el que un se anota un gol veo a gente que nunca se conoció abrazarse y gritar. Y en ese momento no estamos pensando en Covid o en la inflación: estamos llenos de pasión. Esos instantes son lo que la gente recuerda. Gente joven con sus familiares, hermanos juntos, desconocidos. Tener eso como negocio, poner sonrisas en la cara de la gente, son una oportunidad única. Y, de nuevo, es más provechoso que cualquier cantidad de dinero”. Además, se declaró admirador de un exfutbolista de la selección argentina: Javier Mascherano. “Mi primer recuerdo del fútbol argentino es el de un joven Javier Mascherano cuando jugaba para Liverpool, el equipo de mi familia. La intensidad y el compromiso del juego de Mascherano fueron algo que raramente había visto. Su profesionalismo era incomparable y fue una experiencia maravillosa para todos en Liverpool”.
Desde hace cuatro meses, Gillett negocia con Verón un acuerdo de inversión por más de US$ 150 millones. Según pudo reconstruir LA NACION de fuentes confiables, habría un pre-contrato, sujeto a la aprobación final de la asamblea de socios, que se realizaría en febrero. “La llegada de Medina se enmarca en ese acuerdo”, dicen cerca de Gillett. Y se entusiasman: “Cuando sepan quiénes son los otros jugadores de primer nivel que llegarán, los socios de Estudiantes van a ir a votar no con una mano… sino con las dos”. Traducido: el arribo de Medina, cuando se concrete, será parte de un operativo de seducción. Que dependerá, además, del “trazo fino” que puedan elaborar los abogados para encontrarle la vuelta al convenio: la AFA se mantiene firme en no dejar competir a aquellos clubes que se transformen en Sociedades Anónimas Deportivas (SADs).
La semana pasada, Gillett fue noticia en la vecina orilla del Río de la Plata. La asamblea de socios de Rampla Juniors, de la primera división del fútbol uruguayo, aprobó la creación de una SAD con el estadounidense como cabeza. “Habrá una millonaria inversión en infraestructura, cuerpos técnicos y plantel profesional. La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) ve con buenos ojos la llegada de capitales extranjeros”, cuentan desde Montevideo. El equipo “picapiedra” -como se lo conoce- también podría funcionar como “playa de estacionamiento” para los pases de futbolistas que en un futuro compre Gillett. Si no se pone de acuerdo con nadie, podría dejar los derechos económicos en cabeza del club uruguayo y girarlos por el continente para que jueguen en clubes más importantes. Como las viejas triangulaciones, prohibidas por la FIFA. “No queremos que eso pase, porque ya no se puede vivir de las triangulaciones. La idea es que si se compran futbolistas, algunos jueguen incluso para Rampla”, cuentan allegados al empresario, que lo llevaron a Uruguay para darse a conocer ante los socios del club charrúa. Que ya es su club.
En aquella entrevista con LA NACION, Gillett habló del rol de los simpatizantes de los clubes en su eventual llegada a algún club. Entonces, ese club no tenía ni nombre ni apellido. Hoy se sabe que es Estudiantes de La Plata. “No sé si alguna vez alguien ha convencido a todos los hinchas. Inicialmente, antes de que tengamos la oportunidad de hacerlo, debemos ganar el derecho de hacerlo. Y creo en mi corazón que no hay negocio del fútbol sin los hinchas. Hacerlo sin ellos sería una herida autoinfligida, sin sentido. Un gol en contra. Siempre habrá detractores. Siempre hay un argumento saludable contra lo que uno hace. Y eso es justo. Siempre. Y siempre uno cometerá errores. Pero esto se trata de hacer bien las cosas, consistentemente, durante un período. Y hacer bien las cosas no es solo hacerlas en la cancha”, postuló el empresario. Medina, entonces, es una especie de mimo. Un 5 de selección que funciona como señuelo para lo que viene. ¿Cómo lo pagará Estudiantes? La letra chica del pre-acuerdo con el empresario es un misterio. ¿Cuánto será el monto final de su inversión? Se desconoce, pero giraría en torno a los US$ 150 millones. “Los hinchas del fútbol de Estudiantes van a estar felices: tendrán en el equipo a un jugador que, de otro modo, sería imposible de pagar”, cuenta alguien que conoce todas las diagonales de La Plata. Está por verse si el día de la Asamblea esos socios contentos son más que los enojados. De esa proporción depende que esta inversión tenga éxito o fracase.