Jugadores que dedicaron los goles a un Marcelo Gallardo que unas horas antes había despedido a su padre Máximo, fallecido en las primeras horas del sábado, y una victoria ofrendada a una hinchada que bajó el telón del año en el Monumental quedándose con las ganas de haber festejado algo más importante que la clasificación a la Copa Libertadores. A falta de la última fecha frente a Racing, River cerró de local un 2024 que no colmó las expectativas, repleto de oscilaciones, con un cambio de entrenador en medio de una crisis futbolística y de resultados, de la que nunca terminó de reponerse plenamente, más allá del moño del 4-0 ante un Rosario Central muy disminuido.
Ya lo dijo Enzo Francescoli en el sorteo del Mundial de Clubes: “River termina el año con un gusto amargo, malo. No es bueno no haber ganado ningún torneo ni llegado a una final”. Ni siquiera reparó como paliativo en la Supercopa Argentina obtenida frente a Estudiantes, allá por marzo, cuando Demichelis ya transitaba arenas movedizas.
En la figura de Pity Martínez quedó representada la nostalgia de los hinchas por tiempos mejores. Ingresó en la última media hora y derrumbó la resistencia rival con asistencias para los goles de Borja y el segundo de Solari, y un penal que selló el 4-0. También dejó otros dos pases gol, en una producción que lo mostró en la línea ascendente desde que regresó tras la larga inactividad por la lesión. Viene disputando franjas de media hora en los últimos encuentros, en lo que puede ser la pista de despegue para un 2025 con un protagonismo que a River le vendría muy bien.
Lo más destacado de River 4 – Rosario Central 0
Desde la condición de suplente que Gallardo le asignó tras la eliminación ante Atlético Mineiro, Borja sumó el gol 23 de su cosecha personal en el Monumental durante este año. Una cifra más que respetable para un delantero que en la consideración del hincha pasó de indiscutido a sospechoso. Y con un futuro incierto, a definir. Pudo haber sido el último partido en el Monumental del Diablito Echeverri, que en enero, salvo un cambio en los términos de su transferencia, se estará incorporando a Manchester City. Tras un aceptable rendimiento, fue reemplazado a 30 minutos del final, llevándose unos aplausos más protocolares que de caluroso y sentido adiós. Quizá aquella declaración a fines de 2023, cuando ya se daba por transferido cuando apenas estaba asomando en la primera división, y un nivel de juego más insinuante que concreto terminaron entibiando con el hincha una relación que en un principio pintaba para idilio.
Tras la eliminación en la Copa Libertadores, Gallardo optó por mantener una formación y respaldar con la titularidad a jugadores que hasta ese momento no lo eran de manera continua, como los casos de Villagra y Echeverri, o la dupla ofensiva entre Solari y Colidio, que postergó a Borja al banco. Un 4-2-3-1 o 4-3-1-2 que funcionó con altibajos, no siempre con un juego fluido y no pocas desconexiones a la hora de controlar los desarrollos e interpretar los diferentes momentos de un partido. Habitualmente dejó la sensación de ser un equipo más voluntarioso que inteligente, sin destacar especialmente en ninguna faceta: ni muy fuerte defensivamente ni implacable en ataque. Esa hibridez le quitó el impulso definitivo que necesitaba para pelear por el título hasta la última fecha.
Con las reapariciones de Pezzella y Acuña, River recibió a un Rosario Central castigadísimo por las bajas. Por diferentes motivos, se le acumularon las ausencias al Canalla: Quintana, Mallo, Sandez, Jonatan Gómez, Barbieri, Malcorra, Campaz y Modica.
Casi con una alineación alternativa, Ariel Holan, en su cuarto encuentro en Central, optó por el proteccionismo en el Monumental. Un 5-4-1 replegado sobre campo propio. Cedió la iniciativa, Pezzella y Paulo Díaz tuvieron tiempo y espacio para ser salida. A un River que no tiene entre sus principales virtudes a la lucidez le tocó el trabajo de encontrar espacios y desacomodar al apretado bloque defensivo rival.
En espacios reducidos, River no sintió cómodo ni le sobraban las ideas. Ante la imposibilidad de generar peligro con una sucesión de pases, Echeverri hizo buena la maniobra individual con dos gambetas y una definición que tapa Broun. El partido se jugaba en las inmediaciones del área visitante, con Echeverri como el más dispuesto para cambiar el ritmo y Solari percutiendo sobre la derecha con esa tenacidad de hierro que lo caracteriza. El problema de River pasaba cuando sus jugadores recibían de espaldas a Broun, le daban a Central los segundos que necesitaba para agruparse mejor.
Armani era un espectador en un partido que tenía una única dirección. Con más posesión que profundidad por parte de River, el primer tiempo tuvo pasajes de tedio. Broun, atento y seguro, se encargaba de neutralizar las pelotas que le llegaban. Se iba el primer tiempo cuando River encontró a Central un poco adelantado, desprotegiendo su guarida, cediendo los metros para que Simon buscara a Echeverri, que despachó una excelente asistencia cruzada para Solari, autor del 1-0.
El segundo tiempo fue otra historia. De más consuelo para Gallardo con los abrazos afectivos de sus jugadores. El fútbol como contención de lo humano.